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Economía
29 julio 2021
Latinoamérica, un continente devastado por la pandemia

Latinoamérica es la región del planeta más afectada por la pandemia de Covid. De los casi cuatro millones de fallecidos a cierre de junio de 2021, más de un millón proceden de Latinoamérica. Tres de los cinco países con más víctimas mortales proceden de la región, y si a Brasil, México, Perú, le añadimos Colombia y Argentina suman casi un 30% de las víctimas en todo el mundo, cuando la población conjunta de la región no llega al 10% del planeta.

¿Cuáles son las razones de esa mayor mortalidad en Latinoamérica respecto de otras regiones? “Unos recursos inferiores para atender servicios básicos como la salud, elementos clínicos, como una mayor preponderancia de tasas de diabetes y obesidad entre la población, dificultad para implementar distanciamiento social por la estructura social y económica de los países, y un menor acceso a las vacunas”, son los factores que explican esta peor evolución, según Manuel Balmaseda, economista jefe de Cemex, durante el último episodio de Economics Café, en una conversación con Manuel Aguilera, director general de MAPFRE Economics.

“Estas debilidades”, continua el propio Aguilera, “se ven amplificadas por la debilidad de los sistemas sanitarios latinoamericanos, que no es un tema coyuntural por la pandemia, sino estructural, viene de décadas atrás. En MAPFRE Economics analizamos hace un tiempo la eficacia de los sistemas de salud en todo el planeta, y ninguno de los países latinoamericanos aparece entre los 25 primeros en el mundo”.  Esto se traduce en cifras como un gasto en sanidad que es dos puntos por debajo de la media global en Latinoamérica. Lo mismo sucede con el número de camas de hospital o el número de tests Covid que se hacen.

Y todo esto está teniendo, sin duda, un impacto directo sobre la actividad económica en la región. La caída del PIB en 2020 ha sido con total seguridad la mayor en más de un siglo, superior al 7%, y más del doble de la caída registrada a nivel mundial. Y ese es el dato agregado, porque ha habido países como México, Argentina o Perú con caídas superiores.  “A mí lo que me preocupa más no es tanto la caída del 2020, sino que la recuperación va a ser menos fuerte de lo que sería deseable dada la fuerza de la corrección vivida el año pasado”, explica Balmaseda.

“Es la tormenta perfecta”, constata Aguilera, “según el BID la mayor caída desde los movimientos independentistas en el primer cuarto del siglo XIX; es la combinación de una caída de la demanda interna, un hundimiento de la demanda externa, por las restricciones mundiales, y un desplome de la inversión tanto local como extranjera, y esto explica los niveles de contracción. Además, la economía latinoamericana ya estaba muy debilitada en los años anteriores a la pandemia, y ahora en el momento de la recuperación esas debilidades se están manifestando y están complicando el proceso de reactivación económica”.

“Los retrocesos en términos sociales durante la pandemia pueden tener consecuencias en economía política”, apunta también Manuel Balmaseda, citando los recientes disturbios en países como Colombia, Chile o Perú, que pueden tener efectos a largo plazo sobre la creación de riqueza en la región. “Casi 40 millones de personas han caído en la pobreza como resultdo de la crisis; la desigualdad es el problema ancestral de la región, y el que limita la posibilidad de tener un crecimiento sostenido a largo plazo”, explica Manuel Aguilera.

¿Y cuáles son las medidas que podrían adoptar los países de la región para amortiguar el impacto y preparar a la región para una posición de partida más sólida para el futuro? Manuel Aguilera da una receta con cinco grandes recomendaciones: 1) fortalecimiento fiscal 2) independencia de la política monetaria 3) vigilar los efectos de la política económica sobre el canal bancario, 4) fomentar el ahorro interno y 5) avanzar en el fortalecimiento institucional.

“Los problemas ya los conocemos”, abunda Balmaseda; “la clave está en la implementación de estas reformas. El esfuerzo igual ahora deberíamos ponerlo en la microeconomía, en las pequeñas cosas que hacen que un país funcione bien, desde la libertad de horarios a las facilidades para montar una empresa. Hay que andar antes de correr, las reformas tienen que ser paulatinas, para evitar que las sociedades se vuelvan en contra. Que los beneficios lleguen lo más abajo posible”.