Una de esas debilidades tiene que ver con la insuficiente penetración entre la sociedad mexicana de productos financieros como instrumentos de ahorro a largo plazo o productos aseguradores. “Las políticas públicas podrían ayudar también en el impulso de la actividad aseguradora, que dotan de más resiliencia a la actividad económica ante adversidades como la que acabamos de vivir”, afirma Aguilera. “Seis de cada 10 mexicanos no cotizan a la seguridad social, no tienen un vehículo adecuado para ahorrar. Se podrían dar muchos más pasos para estimular el ahorro de largo plazo”, según Carlos Ramírez.
Las políticas públicas podrían ayudar también en el impulso de la actividad aseguradora, que dotan de más resiliencia a la actividad económica ante adversidades como la que acabamos de vivir
Como consecuencia de todo ello, a desigualdad, que es endémica en México, ha vuelto a aumentar. El número de las personas en situación de pobreza se ha incrementado en dos puntos durante la pandemia, y alcanza ya al 44% de una población total de casi 130 millones de personas. “No hay fórmulas mágicas para combatirla. Hay que mejorar la cantidad y la calidad de educación que reciben los jóvenes. Hay que enfrentar el proceso de envejecimiento poblacional, que se va a acelerar en las próximas tres décadas. Por supuesto, también necesitamos crecer más. La sociedad sigue siendo joven, con grandes necesidades de empleo”, razona Ramírez Fuentes.
Seis de cada 10 mexicanos no cotizan a la seguridad social, no tienen un vehículo adecuado para ahorrar. Se podrían dar muchos más pasos para estimular el ahorro de largo plazo. Carlos Ramírez.
Según Manuel Aguilera, “para la resolución del problema hay un falso dilema. Se supone que solo puede hacerse de dos maneras contrapuestas: a través de transferencias directas a la población, o a través de la generación estímulos para el inversión y la creación de empleo. Pero ambas medidas no son excluyentes, la solución es una combinación de ambas. Son tales los niveles de pobreza, que los sistemas de transferencia directa son indispensables. Pero utilizar todos los recursos públicos en estas medidas tienen más lógica política que económica, y se deja de lado el otro componente igual de esencial, que es destinar recursos al fomento de la inversión y la creación de empleo privado”.
Otro elemento que dificulta el proceso de recuperación es el lento ritmo de vacunación, que sigue siendo “muy modesto, el porcentaje de personas con dos dosis de vacuna no llega al 25%. Este va a ser un factor que a corto plazo va a seguir lastrando el proceso de recuperación”.
Sin olvidarnos tampoco de la amena de la reaparición de la inflación, “mucho más preocupante para los países emergentes que para los desarrollados. En éstos, por muchos años la inflación ha venido estando en el piso, y los bancos centrales están manteniendo las políticas monetarias ultra expansivas, porque esto no debería tener impacto en el proceso de formación de precios. En el caso de México y otros emergentes, tienen menos margen en su política monetaria, y la respuesta de los bancos centrales está siendo el aumento de los tipos de interés. Esto complica las condiciones financieras para muchos negocios”, argumenta Aguilera.