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INNOVACIÓN | 08.07.2020

“Necesitamos un nuevo contrato social para asegurar que los datos sensibles siempre estén en las manos correctas”

Marta Villalba

Marta Villalba

Aunque al sector asegurador se le ha asociado tradicionalmente con una visión conservadora, mucho antes de que términos como innovación, disrupción, o emprendimiento pasaran a formar parte de nuestro día a día, MAPFRE ya era reconocida por su capacidad para transformar modelos de negocio y crear propuestas de alto valor para los clientes.

MAPFRE aspira a ser uno de los líderes globales en innovación en materia aseguradora y lo hace desde una plataforma abierta, MAPFRE Open Innovation (MOI), que combina el valor de expertos externos y el mejor talento interno.

 En esa búsqueda de sinergias se enmarcan, por ejemplo, nuestra colaboración con IE Business School, una institución a la que, desde hace muchos años, está estrechamente vinculado nuestro protagonista.

Enrique DansEnrique Dans es una de las voces de referencia sobre temas tecnológicos en España. Profesor de Innovación y Tecnología en IE Business School desde hace 30 años, también asesora a empresas y colabora con varios medios de comunicación. Desde su atalaya como especialista en innovación, en su libro Viviendo en el futuro anticipaba algunos cambios con un horizonte largo que la pandemia ha acelerado y ahora parecen casi inmediatos. Hablamos con él sobre ellos en lo que se refiere a movilidad, medio ambiente, salud y educación.

 

Entre esas nuevas oportunidades que la pandemia ha impulsado se encuentra la del rediseño de las urbes para hacerlas más saludables. “La crisis sanitaria producida por la COVID-19 nos lleva a pensar en otro modelo de ciudad. Uno que no mate lentamente a sus habitantes, como ocurre hoy en día por la contaminación que causa siete millones de muertes al año, y esto es mucho más que el coronavirus. Como ocurre lentamente y de manera muy dispersa, no lo tenemos en cuenta, pero es una auténtica locura. Claramente esto nos ha ayudado a darnos cuenta de eso”, señala Enrique Dans.

A la vanguardia de este nuevo paisaje urbanístico despuntan ciudades como Milán. Como uno de los lugares de Europa con mayor contaminación, acaba de anunciar el plan Strade Aperte que prevé un aumento de las zonas peatonales, áreas con la velocidad limitada a 30 kilómetros por hora y 35 nuevos kilómetros de carril bici. Con estas medidas no solo quiere mantener los niveles bajos de polución sino también garantizar el distanciamiento social. Otras ciudades están manteniendo las calles cerradas durante el confinamiento al tráfico para dar prioridad a los peatones y los vehículos de micromovilidad personal. En este contexto, para Enrique Dans surge una nueva estrella en la movilidad: la bicicleta eléctrica. “Se ha perfeccionado muchísimo ya que permite moverte en bici con un rango de kilómetros mayor y sin llegar completamente sudado y cansado a tu destino”, afirma.

Una mayor concienciación para cuidar el planeta

Al igual que Luis Suarez, coordinador de Conservación de WWF ESPAÑA, Enrique Dans también aboga por impulsar cambios para proteger la naturaleza. “No se puede seguir justificando una economía que aparentemente permite todo sin compensarlo. Durante muchísimas décadas lo más barato era contaminar, nadie te cobraba por ello, ni siquiera te pedía que arreglases lo que habías contaminado, ahora lo estamos empezando a corregir”, subraya en referencia a que cada vez más empresas del ámbito energético están optando por abandonar progresivamente las inversiones en combustibles fósiles para enfocarse en las renovables.

“El coronavirus ha acelerado esta mentalidad porque nos hemos dado cuenta de la gravedad de las cosas. Y supone una oportunidad muy buena ya no solo de dejar de depender del petróleo y de contaminar menos, también de crear un montón de puestos de trabajo”, sostiene Enrique Dans, quien tiene claro que la pandemia la hemos provocado nosotros: “No es un fenómeno independiente, los sistemas biológicos están todos íntimamente comunicados. El coronavirus proviene de una presión de la especie humana cada vez mayor sobre los ecosistemas, por una proximidad a reservorios de virus que no deberíamos haber tenido. Hay varias teorías que apuntan a la posibilidad de que tenga que ver con la cría de animales en condiciones insalubres”.

Monitorización de la salud en tiempo real

“En salud vamos a un modelo cada vez más marcado de prevención. Si en China, cuando se inició la pandemia, la gente hubiese estado razonablemente monitorizada desde el punto de vista de la salud, algo que se arregla simplemente llevando un wearable o llevando un cierto registro de los parámetros básicos, nos habríamos dado cuenta de la importancia de la pandemia cuando todavía era una simple epidemia y estaba localizada”, defiende Enrique Dans.

Esta dinámica de personas monitorizadas que comparten sus datos en tiempo real está dando lugar a grandes investigaciones en salud, por ejemplo, las de Apple y la Universidad de Stanford, cuyo último estudio trata de comprobar la eficacia de los relojes inteligentes para rastrear enfermedades infecciosas como el coronavirus. En esa misma línea, algunas aseguradoras están realizando un seguimiento de la salud mediante pulseras de actividad o conectando un dispositivo en el vehículo para saber los hábitos de conducción y, en función de estos datos, calcular el riesgo y que este quede reflejado en el precio de la póliza.

Para Enrique Dans las ventajas de esta monitorización masiva son claras. Primero, hacer que la investigación médica “progrese mucho más porque pasas a obtener muchísimos más datos”. Segundo, posibilita “detectar esas enfermedades mucho antes, lo que implica dos cosas”. Por un lado, “mejora el bienestar del paciente” porque el algoritmo permite saber cuándo unos parámetros se salen de lo normal, y esto podría indicar un problema médico de forma precoz. Por otro, puede generar “un menor coste en los sistemas de salud, públicos o privados, porque lógicamente la detección temprana implica una mayor libertad para actuar. De tener un sistema así, hubiéramos detectado la pandemia cuando todavía no lo era”.

La otra cara de la moneda en este patrón de monitorización de la salud es la privacidad de los datos, un riesgo que está de plena actualidad por las aplicaciones de monitorización de la COVID-19. Con el fin de garantizar que la recopilación de esa información no va a suponer un problema, “necesitamos una especie de nuevo contrato social que nos permita establecer que los datos de especial protección, como los de la salud, van a estar siempre en las manos correctas”, plantea.

Educación en línea: líquida y sin necesidad de libro de texto

La pandemia ha puesto en evidencia las deficiencias digitales de buena parte de los centros educativos y una adopción de la educación online muy dispar. “Durante muchos años hemos pensado que la enseñanza en línea era un sustitutivo pobre para cuando no podías ir a clase. Y no es así. Puede ser casi más completa y generar mejor aprendizaje que la presencial”, asegura Enrique Dans. Según este experto, pese a que llevamos años poniendo tecnología en las aulas, se ha avanzado muy poco con respecto al aprendizaje de nuestros padres y abuelos.

“Estábamos en una paradoja espacio-temporal. Al pasar a digital, esta nueva enseñanza va a ser líquida, es decir, que en cualquier momento puedes cambiarte del aula a online manteniendo la calidad”, apunta Enrique Dans. Esa calidad pasa por ir más allá del libro de texto –“habría que prohibirlos porque permite que se editorialice y manipule la educación”, se queja– para no separar al alumno de su fuente de información y que, de esta manera, adquiriera el sentido crítico, propone el profesor del IE Business School: “Si educas a una persona en que lo único que tiene que aprenderse es una única fuente que se llama libro de texto va a pensar que la verdad está en un solo sitio. No lo acostumbras a verificar, contrastar y comprobar con otras fuentes”.