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SOSTENIBILIDAD | 07.10.2020

Normas ESG: Nuestra experiencia con La Financière Responsable

Olivier Johanet

Presidente de LFR

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En Europa y en los Estados Unidos se están emprendiendo acciones que atañen las normas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en el ámbito de la gestión de activos. La Financière Responsable (en adelante, LFR) aportará su experiencia en este cometido.

 

Hace más de una década, LFR se erigió como pionera al aventurarse a crear una base de datos ESG, denominada Empreinte Ecosociale®, para basar sus decisiones de inversión en datos extrafinancieros cuantificados, rastreables en el tiempo y comparables en el espacio; en definitiva, aplicar un enfoque similar al que se sigue en el ámbito financiero con la documentación contable. Se trataba de un proyecto muy innovador, ya que su finalidad consistía en verificar la coherencia de los datos ESG con los datos financieros a la hora de analizar las empresas propuestas para la inversión. Por lo tanto, no solo consistía en recopilar datos, sino que, además, procuraba establecer una base uniforme de criterios financieros y no financieros, de modo que los inversores pudieran valorar la utilidad de la etiqueta «responsable» de cara a construir una rentabilidad financiera duradera. Además, la labor de investigación de LFR ha contado con el pleno apoyo de las Administraciones públicas francesas: recibió el nombramiento de innovación empresarial «Jeune entreprise innovante», así como una ayuda de investigación, el «Crédit d’Impôt Recherche».

Para garantizar la integridad de este trabajo, hemos establecido una serie de normas de estricto cumplimiento:

— En primer lugar, todos los datos principales que recopilamos proceden de las propias empresas. Por lo tanto, estos datos son irrefutables y ni siquiera podrán rebatirlos los emisores correspondientes;

— En consecuencia, estos datos deben ser públicos, puesto que, de ser confidenciales, no se podrían aprovechar;

— La campaña anual de recopilación de información corporativa debe concebirse como una «asociación», a saber, nosotros recuperamos los datos de los documentos anuales de referencia de los emisores, para después incorporarlos a un «cuestionario» que proporcionamos a la empresa para su comprobación (información espontánea) y le solicitamos a la empresa que lo cumplimente si lo considera oportuno (información asistida). Este proceso representa una oportunidad única para intercambiar impresiones con la empresa, puesto que nos permite comprender ciertos resultados, compartir las definiciones empleadas e identificar aquellos aspectos que deban abordarse en conversaciones posteriores (política de participación activa);

— Se deben hacer preguntas cerradas y ha de garantizarse que los indicadores están cuantificados para asegurar la máxima objetividad de la información, la cual, por lo general, está sujeta a numerosas interpretaciones y valoraciones;

— Con el objetivo de establecer una definición clara y reconocida de los indicadores, hemos aplicado las normas definidas en las iniciativas medioambientales y sociales encabezadas por las Naciones Unidas;

— Para poder efectuar comparativas «horizontales», celebramos entrevistas con todas las empresas de la cartera, así como con las empresas que componen los índices (como CAC40 o EuroStoxx 50), en una fecha determinada;

— Evidentemente, todos los datos recopilados y validados se deben conservar en un lugar seguro y de fácil acceso para realizar comparaciones «verticales».

 

Con estas normas y nuestra perseverancia en ristre, hemos empleado esta base de datos para fundamentar el carácter responsable que nuestros inversores conocen y que nos legitima ante los emisores. Tras una década de trabajo, y ahora que esta cuestión ha adquirido cierto protagonismo, nos encontramos en posición —y nos sentimos en la obligación— de ofrecer parte de nuestro conocimiento:

— La formación de las partes interesadas es, sin lugar a duda, esencial para no quedarse a la zaga en el desarrollo de las normas ESG, que engloban una amplia gama de conceptos pertenecientes a un grupo muy heterogéneo de disciplinas. Dichos conceptos solo podrán aprovecharse si se comprenden adecuadamente;

— En este ámbito, las diferencias culturales de cada país resultan más evidentes, por lo que se debe considerar este aspecto para saber delimitar esta práctica;

— La posesión de información constituye un requisito que, aunque fundamental, no es suficiente. Evidentemente, no podemos limitarnos a yuxtaponer los datos, es necesario saber interpretarlos. Por lo tanto, conviene elaborar argumentos a este respecto para poder extraer una interpretación útil. Por ejemplo, el uso de filtros estratégicos en LFR —basados en el trabajo de Michael Porter— ha concedido especial importancia a los datos;

— Se debe facilitar el acceso a los datos para llevar a cabo el análisis y la supervisión de la cartera y, en última instancia, para ofrecer una información clara a los inversores;

— La relación con el emisor es un elemento clave. Para participar en el programa, el emisor debe conocer y comprender el uso que se hace del mismo. Las restricciones meramente normativas se antojan insuficientes para esta misión.

 

En conclusión, debemos ser conscientes de que estamos ante un camino de muy largo recorrido que, en ocasiones, se presentará tortuoso, pero que debemos emprender sin titubeos para preservar la esencia de la inversión responsable.