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FINANZAS | 21.04.2020

Técnicas para capear la irracionalidad del mercado

Ismael García Puente

Gestor de Inversiones & Selector Fondos en MAPFRE Gestión Patrimonial

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Que la situación actual está siendo difícil de sobrellevar, no es ninguna novedad.

Ismael_García_Puente-e1558422321647Son muchas ya las semanas confinados en casa, entre titulares que poco a poco van tornándose menos negativos y a la espera de conocer un poco más acerca de cuál será el impacto real del COVID19 en nuestro “mundo” una vez controlada la pandemia. Por el momento, parece pronto para aventurarse a vaticinar cuáles serán las repercusiones de mayor calado que nos dejará esta crisis sanitaria debido a que nuestra fuente de predicciones más fiable suele ser la extrapolación de sucesos históricos similares. En esta ocasión, la naturaleza única de esta crisis conocida ya como “The Great Lockdown” (El Gran Cierre) nos deja huérfanos de referentes históricos. Sin embargo, como dijo Mark Twain: “la Historia no se repite pero rima” lo que nos sirve para poner en contexto los movimientos que hemos visto en los mercados de Renta Variable y cuál puede ser su comportamiento en el medio o largo plazo.

La violencia de las caídas en las valoraciones de las compañías y la indiscriminación con la que se han producido no tienen parangón. Que el mercado haya corregido más de un 20% en tan solo 23 días, que el S&P500 haya cerrado 8 días consecutivos con retornos superiores +/-4% o que el índice VIX (índice de volatilidad) haya superado el nivel de los 80 puntos nos hace pensar que es un momento único e irrepetible. Y probablemente así sea. Pero quien haya bailado al son de los mercados de renta variable desde hace unas décadas, esta música le sonará familiar. Porque la volatilidad es algo inherente al precio de las acciones y las caídas superiores al 20% son una tónica más común de lo que pensamos (hasta en nueve ocasiones el S&P500 ha corregido más de un 20% en los últimos 50 años siendo la caída media del 35%).

¿A qué se debe esa volatilidad de la renta variable? Pues bien, por todos es sabido que el precio de un bien o servicio es una variable que depende de la oferta y la demanda. Para la mayoría de los bienes, existen ciertas restricciones naturales que impiden al precio fluctuar tanto como las fuerzas de oferta y demanda podrían indicar. Por eso, pese al aumento disparado de la demanda de bienes tales como el papel higiénico, la cerveza o las conservas durante este periodo de confinamiento, sus precios no han variado significativamente pese a ciertos problemas de suministro por parte del lado de la oferta. Sin embargo, en el mercado de acciones los participantes cuentan con sesgos muy diferentes entre sí y la información fluye de forma tan rápida que los precios pueden fluctuar bruscamente casi sin ningún límite que los frene (aunque en la práctica, existe un límite inferior situado en cero).

Ahora bien, lo irracional llega cuando, un mercado de acciones considerado como eficiente, no distingue precio de valor. En momentos de estrés, esta dislocación se vuelve extrema y la ley de oferta y demanda no sirve como mecanismo para discernir el valor fundamental de los negocios en los que invertimos, ya sea de forma directa o a través de fondos de inversión. Además, los horizontes temporales se acortan debido a la incertidumbre y el inversor empieza a pensar en términos de días o semanas en lugar de meses o años. Por ello, el precio de una compañía que espera un recorte de su beneficio en un 40% para los próximos 12 meses, cae en bolsa en una proporción igual o mayor a dicho porcentaje. Sin embargo, la mayoría de las compañías en las que invierten los grandes gestores de fondos de inversión, son capaces de generar beneficios de forma sostenida en el tiempo y esta reducción en los resultados de un año supone una disminución muy pequeña en términos relativos respecto al valor real del negocio en su conjunto (pese a que el precio indique lo contrario). Por suerte, el mercado suele reajustar estas inconsistencias aunque de forma más lenta por lo que resulta vital ser paciente.

Pero lo irracional también es pensar que no habrá ganadores ni perdedores. De hecho, ya estamos viendo como aquellas empresas con balances sólidos capaces de autofinanciarse, con fuertes ventajas competitivas y en sectores de crecimiento estructural han sabido capear mejor las caídas de este primer trimestre. De nuevo, esto es algo que la historia ya nos ha enseñado.

Y no solo hablamos de compañías ganadoras. Aquellos inversores que hayan contado con un buen asesoramiento financiero habrán podido percatarse de lo irracional que resulta enfrentarse a unos mercados cambiantes sin la ayuda de un profesional. Y es que “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”.