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FINANZAS | 23.04.2020

Por qué los balances del sector seguros resisten mejor a estas crisis

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La elevada volatilidad y las caídas en las valoraciones de los activos en los mercados financieros puede impactar de forma significativa en los balances de las entidades aseguradoras. La principal partida dentro de las carteras de inversiones de estas compañías son los valores de renta fija.

Un aumento brusco de las primas de riesgo de estos valores repercute directamente en su valoración, que cae también de forma acusada, tanto más cuanto mayor sea la duración de los bonos que tienen en cartera. Hay que recordar que las primas de riesgo se pueden ver afectadas por varios motivos, pero los dos principales son las condiciones de liquidez de los mercados financieros y, relacionada con la anterior, la percepción del riesgo de crédito o insolvencia de las contrapartes de los bonos en los que se materializan las inversiones.

En aquellas jurisdicciones en las que se ha establecido un sistema de regulación de solvencia basado en riesgos, como es el caso de la Unión Europea, existen mecanismos que permiten corregir los efectos de repuntes puntuales de la volatilidad de los mercados en las entidades aseguradoras, dado su carácter de inversores a largo plazo. Estos mecanismos tratan de evitar que tengan que realizar ventas forzadas en momentos de turbulencia de los mercados financieros, con sus consiguientes efectos procíclicos. El modelo de negocio de las entidades de seguros hace que los vencimientos de las carteras de inversiones estén en gran medida alineados con la senda estimada de pagos derivada de los compromisos asumidos en los contratos de seguros, por lo que pueden mantener estos activos hasta su vencimiento.

Las medidas adoptadas por parte de los principales bancos centrales a nivel mundial están ayudando en gran medida a solucionar los problemas de falta de liquidez en los mercados de bonos, permitiendo que estos mercados sigan funcionando adecuadamente, de manera que las empresas y los estados emisores siguen colocando sus emisiones, con el fin de acceder a la liquidez necesaria para hacer frente a la situación a la que se enfrentan y, lo que es muy importante, para poder refinanciar sus deudas a un coste razonable.

Las medidas de expansión cuantitativas de los bancos centrales adoptadas hasta ahora ha sido generosas, lo que ha permitido evitar tensiones excesivas en los diferenciales de los bonos (primas de riesgo), especialmente en la deuda soberana, pero también en la deuda corporativa. En este sentido incluso la Reserva Federal de los Estados Unidos ha incluido en su programa de compras de activos deuda emitida por las empresas, por primera vez en su historia. El Banco de Japón fue el pionero en este tipo de compras, seguido del Banco Central Europeo, que ha vuelto a aprobar dos nuevos programas en el que se incluyen adquisiciones de bonos soberanos y corporativos y se flexibilizan las reglas en cuanto a los volúmenes de activos que pueden adquirirse de los distintos Estados miembros. Estos programas ya se están implementando y han dado lugar a las mayores adquisiciones de bonos de la historia del BCE. Por otra parte, algunos bancos centrales como la Fed o el Banco de Inglaterra han acordado bajar los tipos de interés de la política monetaria, lo que ayuda a contrarrestar el impacto negativo en las valoraciones de los bonos, tanto soberanos como corporativos, derivados de los aumentos en sus respectivas primas de riesgo. Siendo esta una medida importante para reactivar la economía, estas bajadas de tipos de interés perjudican el negocio de los seguros de Vida ahorro y de rentas tradicionales, hasta que los agentes económicos asumen los nuevos niveles como algo permanente y deciden entrar en instrumentos de ahorro a unos tipos inferiores o bien optan por adquirir productos de riesgo en los que el tomador asume el riesgo de la inversión.

Por otro lado, si el problema persiste y las contrapartes de los bonos comienzan a sufrir un deterioro en su calidad crediticia, la situación puede terminar trasladándose a los balances de las compañías de seguros. En este sentido, la composición de la cartera de inversiones es de especial relevancia. Aquellos mercados en los que las inversiones mayoritarias son bonos soberanos, respaldados por los programas de adquisición de activos de sus respectivos bancos centrales, tienen un riego más limitado. El sector asegurador español es un paradigma en este sentido, dado su carácter tradicional marcadamente conservador, en las que los bonos soberanos de la eurozona son la inversión mayoritaria. La situación en la que nos encontramos, a consecuencia de la pandemia Covid-19, hace que el sector español esté en mejor posición que otros mercados en los que las inversiones mayoritarias son los bonos corporativos, los cuales suelen sufrir en estas situaciones transiciones más rápidas en sus calificaciones crediticias que les pueden dejar por debajo del grado de inversión e incluso caer en una situación de insolvencia. En este sentido, es de destacar el mercado de los Estados Unidos en el que, a nivel agregado, el porcentaje de inversiones de las aseguradoras en bonos corporativos al cierre de 2018 era del 51,5%, frente al 31,4% de media en la Eurozona. En España este porcentaje ascendía al 21,8% de la cartera agregada, por lo que su exposición es menor. Lo mismo sucede con las inversiones en renta variable, las cuales han sufrido caídas generalizadas en sus valoraciones, a raíz de la crisis desatada por la pandemia. De nuevo los mercados de Estados Unidos y de la Eurozona (por encima del 13% de la cartera total en ambos casos) presentan un porcentaje superior al de las entidades aseguradoras españolas, en las que a nivel agregado las inversiones en renta variable representaban en torno al 6% de la cartera total.