TRANSFORMACIÓN | 29.05.2020
¿Cómo protegernos contra los bulos acerca de la COVID-19?
Podemos decir, desde la prudencia, que ya hemos pasado lo peor de la pandemia provocada por la COVID-19, y que vamos sumando, poco a poco, fases de desescalada de diferente extensión en la mayor parte de los países afectados.
La enorme crisis sanitaria en los inicios del brote epidémico ha dado paso a una situación en la que parece que todo está un poco más controlado, que la mayoría de los hospitales y centros de salud empiezan a tener la capacidad para tratar a todos los pacientes de coronavirus, mientras, en paralelo, se investiga a marchas forzadas para dar con una vacuna fiable y eficaz contra este virus. Lo que parece no tener fin es la cadena de bulos y noticias falsas, muchas de ellas con el propósito de desinformar a la ciudadanía, que se vierten a las redes sociales y a través de aplicaciones como WhatsApp y Telegram, y que alcanzan a un enorme porcentaje de la población.
¿Qué razón de ser tiene expandir noticias erróneas, desinformadas o malintencionadas? Siempre hay oscuros intereses detrás de estas iniciativas, desde el interés político hasta el de provocar alarma social, o hacer negocio (poco ético) a costa de las personas que creen estar adquiriendo una solución al problema (desde mascarillas hasta remedios «naturales»).
Las noticias falsas durante la pandemia por COVID-19 ponen vidas en riesgo
La UNESCO denunciaba hace un mes que «la información falsa y poco fiable se está extendiendo por todo el mundo hasta tal punto que algunos comentaristas se refieren ahora a la nueva avalancha de desinformación que ha acompañado a la pandemia COVID-19 como una ‘desinfodemia’».
Esta campaña masiva de desinformación supone que se puede estar poniendo en riesgo muchas vidas, por ejemplo, cuando una persona con síntomas accede a remedios no probados con la esperanza de «curarse» ella misma.
Guy Berger, director de Políticas y Estrategias de Comunicación e Información de la UNESCO, y uno de los principales funcionarios de la agencia en el área de la desinformación, advierte del enorme riesgo que suponen las fake news en tiempos de pandemia:
En una época de grandes temores, incertidumbres e incógnitas, hay un terreno fértil para que las invenciones florezcan y proliferen. El gran riesgo [al que nos enfrentamos] es que cualquier falsedad que gane tracción entre la gente puede negar un conjunto de hechos verdaderos, probados. […] Cuando la desinformación se repite y se amplifica, incluso por personas influyentes, el grave peligro es que la información verídica termina teniendo sólo un impacto marginal [en la sociedad].
Precisamente, muchos de los bulos que llegan a cualquiera de nosotros por múltiples canales siembran la duda ante la actuación gubernamental, acerca del número real de víctimas y pacientes, sobre los potenciales remedios o sobre las precauciones y normas que seguir en cada fase de la desescalada.
La transparencia desde las fuentes oficiales es imprescindible para parar la desinformación
¿Existe una receta para frenar la desinformación? Es difícil asegurar que se pueda hacer algo por frenar la desinformación desde sus fuentes: quien la genera, seguirá haciéndolo mientras se propague como está previsto. La única manera de frenar la propagación de las informaciones falsas es, precisamente, no reenviando esos contenidos, ni tan siquiera darles visibilidad para denunciarlos, y mucho menos dar pábulo de dichas informaciones.
Con todo, la pregunta más importante es la siguiente: ¿qué se puede hacer para que la información veraz, útil y que potencialmente puede salvar vidas adquiera mayor prominencia? Desde el punto de vista de la UNESCO, la mejor manera de lograrlo es mejorando el suministro de información veraz y asegurando que se satisfaga la demanda.
Según Guy Berger:
«Estamos poniendo énfasis en que los gobiernos, para contrarrestar los rumores, deberían ser más transparentes y revelar proactivamente más datos, de acuerdo con las leyes y políticas sobre el derecho a la información. El acceso a la información de fuentes oficiales es muy importante para la credibilidad en esta crisis»
Esto no quiere decir que las únicas referencias fiables para las informaciones durante esta crisis sean los gobiernos. Al contrario, Berger afirma:
«No sustituye a la información suministrada por los medios de comunicación, por lo que también estamos intensificando nuestros esfuerzos para persuadir a las autoridades de que vean al periodismo libre y profesional como un aliado en la lucha contra la desinformación, especialmente porque los medios de comunicación trabajan abiertamente en la esfera pública, mientras que gran parte de la desinformación se realiza bajo el radar, en aplicaciones de mensajería social».
Por tanto, si unimos la transparencia desde las verdaderas fuentes oficiales con un periodismo libre (en el sentido de independiente) y muy profesional, partiremos de una muy buena base para encontrar información veraz. Pero eso no es todo.
¿Cómo identificamos las falsas informaciones? ¿De qué herramientas disponemos?
Para luchar contra esta verdadera pandemia de la información inexacta, o falsa, o malintencionada (según sea el caso) disponemos también de muchas herramientas. Por ejemplo, las páginas dedicadas al fact checking, o verificación de hechos, como Maldita (que tiene un artículo en constante actualización que suma más de 550 bulos comprobados sobre el coronavirus), Newtral o la internacional Snopes.
Cabe preguntarse por qué deberíamos fiarnos de la veracidad de la información de estos sitios web que hacen fact checking, y la respuesta más honesta es que toda información es contrastable y puede incluir errores inadvertidos. Estos sitios web cuentan con muchos expertos detrás y siguen una metodología específica (en Chequeado la resumen muy bien, pero cualquiera de las mencionadas ejerce la transparencia en este sentido) para la verificación de informaciones y, a priori, son independientes de otros intereses. Siempre se puede uno preguntar quién verifica al verificador, pero sería un tema que va más allá de los objetivos de este artículo.
Además, no debemos limitarnos a solo una fuente de fact checking, sino que podemos recurrir a otras fuentes, incluyendo las que se publican en otros países e idiomas. En la variedad de fuentes está la clave para encontrar lo más parecido a la verdad.
Identificar noticias falsas y no difundirlas
Más allá de las páginas de fact checking y de otros sitios, los ciudadanos pueden contribuir enormemente a erradicar estas prácticas sin más que aprender a identificar las noticias o informaciones sospechosas y, una vez detectadas, impidiendo su propagación evitando difundirla entre sus contactos.
Para identificar noticias falsas nos podemos guiar por ciertas características comunes que aparecen en cualquier medio cuyo fin sea «viralizar» dicha información:
- Titulares muy llamativos que no tienen nada que ver con el contenido del artículo.
- Utilizan personajes públicos, hacen uso de noticias antiguas como si fueran actuales o incluyen hechos que no han sucedido, como el supuesto fallecimiento de personas famosas.
- El tono de la noticia es amarillista y polémico.
- Juegan con las imágenes retocándolas, recortándolas, o haciendo montajes.
- Introducen un sesgo en el enfoque de la noticia para que la gente reaccione dependiendo de cuál sea su orientación política o sus creencias.
Está en manos de todos el poder frenar la enorme cantidad de desinformación que se genera a diario con los motivos más oscuros. Seguramente, utilizar el sentido común y dar tiempo a que las noticias que recibimos se «aposenten», en lugar de reaccionar visceralmente ante cualquier titular que nos impacte es la mejor de las estrategias, para empezar.
Viñeta: Daniel Paz