TRANSFORMACIÓN | 24.06.2020
“Estamos ante un cambio de paradigma a nivel individual, de equipo y de líderes”
Cristina Jardón es pedagoga y experta en inteligencia emocional, un concepto que, 35 años después de su nacimiento, para ella no tiene nada soft y sí mucho de habilidad esencial. Su “pasión”, como ella la denomina, incluye mindfulness y compassion, que aplica en corporaciones líderes de Europa, entrenando en capacidades emocionales en tres dimensiones: individual, de equipo y de organización. Desde un trabajo integral que parte de la autoconsciencia y mejora las relaciones, se puede aspirar a la cima: lograr la plenitud en casa, en el trabajo y en la vida.
Para las corporaciones, el balance es positivo en términos de felicidad, ROI, desempeño, compromiso y liderazgo.
¿Cómo definiría la inteligencia emocional?
Hablamos más hoy y en los últimos meses de la inteligencia emocional, a raíz de la pandemia, pero el concepto surge a principios del siglo XX. Para mí, la inteligencia emocional es una capacidad clave para la adaptabilidad, que es lo que ahora nos toca como individuos, equipos y corporaciones, para estar bien en lo que hacemos y en lo que somos. Es un conjunto de competencias que nos dan sabiduría interna para adaptarnos a las circunstancias de la vida, sean cuales sean, positivas o no, esperadas o no, y que nos ayudan a entender a los demás y a construir.
No es la parte soft –en referencia a las soft skills, como comúnmente se las conoce- sino una capacidad esencial que tiene un retorno. Invertir en estas competencias está dando a las organizaciones resultados mejores.
La inteligencia emocional, ¿viene de fábrica o se puede entrenar?
Nacemos con toda la estructura neuronal o cerebral para ser emocionalmente inteligentes, pero es algo que se tiene que entrenar porque, si no hacemos la receta, podemos no desarrollar la inteligencia emocional nunca. Por tanto, es más que una habilidad, es una capacidad. Se puede entrenar, y esa es la clave, porque podemos cambiar estructura cerebral, comportamientos, estados emocionales, sentimientos e incluso pensamientos.
¿Cómo va el mundo de líderes inteligentes emocionalmente?
La verdad es que hay un antes previo a la Covid-19. En los últimos años las organizaciones han experimentado un cambio importante en el proceso de transformación tecnológico, el cambio en los procesos y el enfoque hacia las personas.
Ha habido una tendencia -quizá diste más en países que tienen gran experiencia en inteligencia emocional como USA (en California o Nueva York)- hacia las personas de la organización, que son quienes van a hablar bien de la compañía y mantienen la marca. Ya estaban cambiando ciertos liderazgos tradicionales, autoritarios y en pirámide, que prácticamente ya no tienen sentido.
Ya hablábamos de un mundo VUCA [Volatile, Uncertain, Complex and Ambiguous (volátil, incierto, complejo y ambiguo), por sus siglas en inglés], pero llegó marzo [la pandemia] y vino el maxi VUCA. Pegó tal revés que lo que hasta ahora era válido, en muchos casos, ya no lo es. Desde ese momento, el líder ya no puede estar detrás de la gente: o se fía o el trabajo no sale, ha habido que flexibilizar, entender que el equipo tiene dificultades en casa…
A todos nos ha dado un vuelco, pero a los líderes les ha obligado a parar y ver que necesitan habilidades que quizá no habían entrenado como la empatía, la escucha profunda o el liderazgo para gestionar en remoto.
“Es necesario poder entrenar a todos los equipos, a empleados y a líderes, porque no sabemos lo que va a venir”.
Hoy, ¿se requiere otro tipo de liderazgo?
Mira si es importante, que el acrónimo CEO, en nuestra jerga, ya no es Chief Executive Officer, sino que está mutando a Chief Empathetic Officer. Fíjate cómo están cambiando las cosas. Por eso las organizaciones que han apostado por entrenar la inteligencia emocional son las que mejor se están adaptando a este cambio tan grande, no solo de procesos, sino de gestión de la incertidumbre. Esa adaptación al cambio no la da una aplicación como Teams, sino el entrenamiento de sus competencias emocionales.
¿Existe una brecha entre lo que demanda el momento y el nivel de inteligencia emocional de algunas corporaciones?
Existe, sin duda. Hay organizaciones que llevan mucho tiempo entrenando a sus equipos, como LinkedIn, Yahoo, Google o SAP, y no lo van a notar tanto. Lo que está pasando es que el líder, que hasta ahora creía en la importancia de la inteligencia emocional, ya no tiene duda. El que hasta ahora no se planteaba, ni por asomo, dedicar tiempo al bienestar emocional de los empleados, ahora no tiene duda, porque se está dando cuenta de la cantidad de personas estresadas y preocupadas que tiene al otro lado de la pantalla. Y están creciendo las actividades para favorecer la regulación de todo eso.
Ha pasado lo mismo con el teletrabajo. Había organizaciones preparadas, y otras a las que ha pillado por sorpresa, pero han tenido que hacerlo. Hay que ponerse a pensar en todo esto, porque es necesario poder entrenar a todos los equipos, a empleados y a líderes, porque no sabemos lo que va a venir. Nadie sabe cómo va a resultar el año que viene. ¿Cómo prepararnos emocionalmente para lo que viene? Entrenándonos en inteligencia emocional.
¿Qué sendero siguen las organizaciones mejor preparadas?
Hay muchas que tienen diferentes actuaciones, pero lo importante es ligarlas bajo un paraguas completo de Inteligencia Emocional que reúna las dimensiones individual, colectiva y organizativa, llegando –si se considerara necesario- a un cambio de cultura. Albergar un programa con objetivos, líneas de trabajo, contenidos, presupuesto y coherente con todo, que no se limite a un día, una semana, o un acto puntual.
¿Están ganando inteligencia emocional las empresas por la Covid-19?
Hay muchas organizaciones que, derivado de la pandemia, están cambiando. O no pueden o no quieren seguir en la misma línea y se tienen que reinventar. Esas organizaciones entran en un nuevo paradigma y necesitan buscar los valores o la cultura para lograr un cambio de modelo. Muchas de ellas comienzan a integrar inteligencia emocional. Para ello, se puede partir de mindfulness, aunque en mi opinión tenemos que ir a un abanico de competencias mayor, con herramientas para manejar conversaciones difíciles, comunicación no violenta, herramientas de equipos afectivos, compasión y otras.
“En un entorno corporativo, la inteligencia emocional mejora el ROI”.
¿Cómo lo hacen países como USA, con una costa oeste plagada de innovación, o Alemania?
Con un pistoletazo de salida con programas de inteligencia emocional, como por ejemplo Search Inside Yourself (viene de Google y lo estamos entrenando en España) que prepara para entender el concepto de inteligencia emocional y aplicarlo en el día a día, no solo para tener un mejor liderazgo, sino un mejor desempeño y bienestar laboral, e implantando un hilo conductor que permita llegar a certificar a la organización como emocionalmente inteligente. Porque tendrá menos bajas laborales, un mejor desempeño y nivel de engagement, y un mejor liderazgo. Es un mapa nuevo que toca la dimensión individual, la de equipo y la de organización.
¿Qué otras ventajas aporta la inteligencia emocional?
En un entorno corporativo, la inteligencia emocional mejora el ROI, según diversos estudios, que apuntan, por ejemplo, a un impacto positivo del 37% en las ventas y del 21% en la productividad (según Gallup), ¡y de hasta el 300% en Innovación! Pero hay otros múltiples beneficios de la inteligencia emocional en la adaptabilidad, menor exposición a incidentes y por supuesto, al desgaste mental-emocional de las personas. Creo que hay un movimiento hacia tener más en cuenta al empleado y a darse cuenta de que no solo es importante la parte racional, los números, sino que el cerebro emocional está en nuestro trabajo, en lo que hacemos día a día. No le habíamos prestado atención a esa parte emocional y la Covid ha demostrado que es muy importante, porque los equipos que han sabido gestionarla están dando números estupendos. La inteligencia emocional, sin duda, nos conecta con nuestra propia autenticidad y la de los demás.
La escalera de competencias que nos permite ganar inteligencia emocional
Cristina Jardón explica que, como capacidad entrenable, la inteligencia emocional está formada por varias competencias que se pueden desarrollar:
- La toma de conciencia. Es lo más importante, está en la base de la pirámide y en la apertura del desarrollo de la inteligencia emocional, saliendo del piloto automático para observar. Sin esta competencia no se pueden desarrollar las siguientes.
- El autoconocimiento. La sabiduría para entender quién soy de verdad y cuáles son mis emociones y mis recursos internos, qué pensamientos acompañan a mis emociones y en qué momento de vida estoy, escuchando mis intuiciones.
- La autorregulación. Regular todo lo que me pasa: tristeza, miedo, ansiedad o frustración, mediante herramientas como mindfulness y otras. La aceptación juega un papel importante.
- La motivación interna. Cuáles son mis motores de vida, mis valores y cómo los pongo de manifiesto en mi día a día; esto es muy interesante para cualquier organización.
Llegados hasta aquí, una persona ha despertado su sabiduría interna (inner wisdom). - Inteligencia interpersonal, con empatía, liderazgo y compasión. Esta habilidad construye equipos y permite establecer relaciones basadas en el servicio, en la amabilidad, en la colaboración. Se está entrenando cada vez más en las organizaciones.
- Habilidades de bienestar. Cuando tengo todo lo anterior, puedo lograr vivir en un estado de gozo, en el flow, siendo la situación de vida placentera o no, como la Covid-19. Esta habilidad permite encontrar cosas buenas en lo difícil. Aquí se trabaja con resiliencia, optimismo, gratitud y plenitud. Estas habilidades son de orden superior, activan emociones superiores y elevan los niveles energéticos, nos llevan a un estado mental de felicidad en el trabajo y en casa. Se trata de encontrar que en cada simple gesto hay algo para mí, hay aprendizaje.