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SOSTENIBILIDAD | 14.01.2025

Passivhaus y la arquitectura sostenible

Dalia Alonso

Pablo Cerezal

En los años 90, se originó un estándar de edificación sostenible denominado passivhaus, que reduce el consumo energético y mejora la calidad del aire, logrando así beneficiar al medio ambiente y a las personas. Hoy, esta corriente se posiciona como una fuerte aliada de la transición ecológica.

La huella energética mide el consumo de energía provocado por los dispositivos que utilizamos en nuestra vida cotidiana. Cuanto mayor sea, mayor será el deterioro medioambiental. Sin embargo, en 1991, el físico y astrónomo alemán Wolfgang Feist demostró que era posible reducirla en las viviendas.

Construyendo su propia casa, Feist logró un consumo de energía mucho menor que el de las viviendas convencionales. Sus aportaciones lograron estandarizar un proceso de edificación menos nocivo para el medio ambiente que facilitaría la existencia de un tipo de vivienda bautizada como passivhaus, o «casa pasiva». Cinco años después, fundó el PassivHaus Institut (PHI) para expandir el proyecto piloto y transformarlo en un estándar aplicable a cualquier tipo de edificación a nivel global.

La sostenibilidad que promueve el estándar passivhaus no radica en la incorporación de aparatos más eficientes, sino en un diseño orientado a la reducción del gasto energético

Esta corriente contempla una serie de criterios, como la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero, del consumo de energía y los recursos naturales, la producción de desechos contaminantes y la exposición a toxinas. Además, apuesta por la salud y el bienestar de sus usuarios al mejorar la calidad del aire interior y reducir, así, los problemas respiratorios y dérmicos.

Habitando «edificios verdes»

Numerosas empresas ya emplean recursos y esfuerzos de investigación para globalizar la edificación sostenible, y el estándar passivhaus sirve de base para ello. En MAPFRE, en el marco de nuestro Plan Corporativo de Huella Ambiental 2021-2030, incluimos desde hace años los criterios de sostenibilidad en el diseño, obras y reformas de sus edificios e instalaciones corporativas. La incorporación de estos criterios se traduce en múltiples beneficios, tanto medioambientales como económicos, como la reducción del consumo energético o de agua, la reducción de la huella de carbono, la mejora en la calidad del aire, entre otros aspectos. Así, nos alineamos con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, que señala al sector empresarial privado como agente clave para lograr un mundo más inclusivo y próspero para todas las personas y para el propio planeta.

En esta línea, 16 sedes a nivel internacional disponen la certificación LEED de edificación sostenible, lo que se traduce en un 46 % de la superficie de edificios principales de MAPFRE. Un porcentaje esperanzador frente al gran objetivo: certificar el 65 % de la superficie de los edificios principales de oficinas y en propiedad, empleando soluciones constructivas que tengan el menor impacto medioambiental y que cumplan con los más estrictos estándares de sostenibilidad. Para ello, hemos creado el sello de «Oficina verde» y «Edificio verde» como insignia que delimita el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad.

EN MAPFRE contamos con más de diez edificios en España, Reino Unido, Turquía, Paraguay, Puerto Rico y México con esta calificación

Entre los aspectos de mayor relevancia en la búsqueda por edificaciones más sostenibles, la eficiencia energética tiene gran protagonismo. Por ello, el uso de la energía es un punto crucial en el Plan de Huella Ambiental 2021-2030, que establece la reducción del 40 % de las emisiones para el año 2030, respecto a la línea base delimitada en el año 2019. El último año, por ejemplo, se han desarrollado campañas de concienciación sobre la climatización de los edificios, con el objetivo de adecuar las temperaturas desde una perspectiva de mayor eficiencia energética.

De esta forma, el compromiso empresarial con los criterios de edificación verde delimita los estándares sobre los cuales debemos construir nuestro futuro. Así, la apuesta por la edificación sostenible se convierte en un aliado imparable, que supone una garantía de bienestar para la población en general. 

 

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