SOSTENIBILIDAD| 22.10.2021
“Nos contentamos con un mundo enfermo, cuando podríamos aspirar a uno que nos hiciera más felices”
Fernando Valladares, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) dedica una buena parte de su tiempo a entender el cambio climático y a explicar cómo contribuir a reducir sus secuelas. Afirma que lo más preocupante es el calentamiento global provocado por la emisión de gases de efecto invernadero, como el CO2, y que deberíamos cambiar las prioridades y situar la salud planetaria en primer lugar.
Meses antes de que comenzara la pandemia, a Fernando Valladares (Mar del Plata, Argentina, 1965), le diagnosticaron un linfoma grave. Ahora, prácticamente recuperado y tras meses de reflexión, el profesor de investigación del CSIC, donde dirige el grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, asegura que echa de menos mayor ambición por parte de la ciudadanía. El recientemente ganador del premio Rey Jaime I de Investigación está convencido de que nos contentamos con un mundo enfermo cuando podríamos aspirar a uno sano, que nos haría mucho más felices. De hecho, considera que la sociedad es cada vez menos feliz, que las enfermedades psicológicas avanzan, y que esta realidad, sumada a la creciente degradación ambiental, debería bastar para que tuviéramos mayor interés por un mundo mejor. Desgraciadamente, cree que aún no estamos ahí.
¿Cómo definirías de forma sencilla el cambio climático?
Se trata de un fenómeno que se produce por dos tipos de procesos que afectan al clima: los naturales y los inducidos por el ser humano. Entre los naturales se encuentran los cambios que tienen lugar en la actividad solar, en los ciclos orbitales de la Tierra, y los volcanes. Sin embargo, lo que más nos preocupa ahora es el cambio climático de origen humano, provocado por la emisión de gases como el CO2, el NO2 y el metano, entre otros, que se liberan sobre todo con la quema de combustibles fósiles e incrementan la absorción de radiación solar en la atmósfera, provocando un efecto que recuerda a un invernadero. Por eso, a estos gases, que generan un calentamiento global y que hemos liberado a la atmósfera en las últimas décadas, se les llama gases de efecto invernadero.
Un informe reciente de la ONU asegura que los indicadores de cambio climático han empeorado en 2020. ¿Qué ha ocurrido?
En realidad, el trabajo pone de manifiesto el efecto de la inercia climática, es decir, el resultado de haber sometido al sistema climático a un cambio tal, que, aunque puntualmente hayamos reducido durante unos meses las emisiones de gases de efecto invernadero, como ha sucedido durante el confinamiento, el calentamiento prosigue. Es muy difícil hacerse idea de lo que significa reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% para el año 2030, pero creo que el informe apunta en una dirección, que consiste en reducir el transporte y las emisiones en una proporción equivalente a cuatro veces la que se ha obtenido durante el confinamiento por la COVID-19.
¿Cuáles son los principales efectos? ¿Cuáles de ellos deberían preocuparnos más?
Los efectos los estamos notando ya, con un clima más extremo y variable donde los huracanes, las sequias intensas, las olas de frio se hacen cada vez más frecuentes. También lo notamos con el aumento del nivel del mar y con el incremento del riesgo de incendios. Todo ello afecta en cascada a muchos procesos ecológicos y humanos, como enfermedades infecciosas, muchas, de origen tropical, así como en las cosechas, disponibilidad de agua dulce y problemas respiratorios y cardiovasculares, entre otros.
¿Llegamos tarde con la protección del planeta? ¿Eres optimista?
Nunca es tarde, pero cuanto más tardemos en cambiar significativamente nuestra relación con el planeta, menos opciones tendremos a nuestro alcance. Los objetivos de desarrollo sostenible, y uno de ellos es la mitigación del cambio climático, van con mucho retraso, y eso hace que algunos escenarios ya no se puedan lograr. Cada año se nos van cerrando oportunidades.
¿Qué hace falta para compaginar el desarrollo económico con la protección del medio ambiente?
Ambas cosas se pueden compaginar si cambiamos las prioridades y situamos en primer lugar la salud planetaria, un concepto que integra nuestra salud, la de todos los organismos de la biosfera y la de los propios ecosistemas. Todo ello está estrechamente relacionado, y cuando lo entendamos bien y reaccionemos, el desarrollo y la protección del medio ambiente serán una misma cosa, y no habrá necesidad de conciliar.
¿Qué haces para contribuir a un mundo más limpio, más justo? Ponnos algunos ejemplos de tu día a día.
Dedico una buena parte de mi día a día a entender el cambio climático, sus causas, sus efectos y las medidas que hay que tomar, y otra gran parte de mi jornada a explicarlo de la forma más clara posible. En el tiempo que me queda, reciclo, me muevo en bicicleta, procuro comer poca carne y consumir más fruta y verdura.