SOSTENIBILIDAD| 27.07.2022
“Las múltiples erres de la economía circular”
Vivimos en un planeta con recursos limitados, donde el modelo económico tradicional, basado en consumir y desechar, genera un enorme impacto. La economía circular aspira a que esos recursos de la naturaleza que ya se han extraído, puedan reducirse, recuperarse y reciclarse. A esas tres R se incorporan nuevas fórmulas para rediseñar, rechazar, recuperar o reparar, claves para generar el menor impacto posible y proteger el medio ambiente. MAPFRE se suma a estos objetivos, como referencia en economía circular, un modelo que le permite generar oportunidades de negocio mientras cuida del planeta y de la sociedad.
El primer contenedor de vidrio se instaló en España el 1 de febrero de 1982. Fue en el madrileño barrio de Moratalaz y no tardó en replicarse por el resto del país. Su llegada respondía a una de las grandes preguntas de la humanidad: ¿Qué mundo queremos dejar a los que vienen después? El vidrio, por ser 100 % reciclable, fue uno de los primeros materiales sobre los que se aplicaron los conceptos básicos de la economía circular.
Pero pongamos primero el zoom en el camino que queda por recorrer: uno de los aspectos de los que alerta el duodécimo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU (producción y consumo responsable) es que se estima que, para 2050, la población mundial alcanzará los 9.600 millones de personas. Para entonces, haría falta el equivalente a casi tres Tierras para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales. También prevé Naciones Unidas que para ese año se duplique la cantidad de basura generada en ciudades.
Debido a esto, explica la ONU, las empresas están obligadas a buscar soluciones sostenibles que comprendan mejor los efectos ambientales y sociales de sus productos y servicios, especialmente de sus ciclos de vida. La clave para la profesora asistente del Laboratorio de Sostenibilidad Empresarial de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), Julieth Vanessa Prieto Sandoval, es “un cambio de paradigma en la forma en que la sociedad se interrelaciona con la naturaleza con el objetivo de prevenir el agotamiento de los recursos”. O lo que es lo mismo, apostar por esa economía circular: “Un modelo que requiere innovaciones ambientales cíclicas y regenerativas en la forma en que la sociedad legisla, produce y consume”.
De la línea al círculo
Hasta ahora, la sociedad ha vivido centrada en la economía lineal, basada en extraer, fabricar, usar y tirar: un modelo que se ha visto que no es viable para la conservación del planeta. Ya en 1970, comienza a ponerse sobre la mesa el término economía circular: “Un sistema económico basado en modelos de negocio que sustituyen el concepto de ‘fecha de caducidad’ por los de reducción, usos alternativos, reciclaje y recuperación de materiales, tanto en los procesos de producción y distribución como en los de consumo; que opere a un nivel micro (productos, empresas y consumidores), medio (parques eco-industriales) y macro (ciudad, región, país y más allá). El objetivo es alcanzar un desarrollo sostenible que suponga generar calidad medioambiental, prosperidad económica y justicia social para las generaciones presentes y futuras”, explican los prestigiosos investigadores Julian Kirchherr, Denise Reike y Marko Hekkert en este análisis científico de la economía circular.
Tradicionalmente, la filosofía de la economía circular ha tenido en el centro las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. Reducir implica utilizar menos recursos en la fabricación de algo, reutilizar significa dar una nueva vida al producto cuando ya ha cumplido su misión inicial y reciclar consiste en convertir lo que ya no sirve en algo nuevo. Jesús Gamero, experto del Grupo de Investigación en Sociología del Cambio Climático y el Desarrollo Sostenible de la Universidad Carlos III, apunta que “debemos invertir mucho en concienciación social y, sobre todo, analizar la gestión del ciclo de vida de los productos”. Y eso es lo que poco a poco comienza a suceder.
3+X= economía circular
El modelo inicial de las 3R está evolucionando hasta otros que contemplan más, que son, según la profesora de Pontificia Universidad Javeriana, “claramente transversales y que pueden aplicarse a lo largo de todo el ciclo de producción, consumo y retorno de los recursos”:
Rediseñar. Siempre hay un modo de hacer las cosas mejor. Por ejemplo, las botellas de agua que han cambiado el plástico por el cartón reciclado. En la fase de diseño de un producto debe tenerse en cuenta su impacto medioambiental: que consuma menos, que su vida útil sea duradera, posibilidad de reciclaje o, como sugiere Gamero, cambiar viejas costumbres: “La obsolescencia programada surge con la intención de consumir y producir más. Ahí hay un modelo de fabricación que habría que repensar para avanzar hacia una sociedad más sostenible”. Es el concepto de ecodiseño.
Recuperar. El residuo de un producto puede, por ejemplo, ser la energía que lleve a la creación de otro. Por eso es importante, dice el profesor de la Universidad Carlos III, “cambiar esa visión y entender que en ese proceso de economía circular pasemos de gestionar residuos a generar materias primas a partir de ellos, porque ese es el objetivo”. Y eso es lo que señala la nueva Ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, aprobada en España este año. La nueva norma tiene como finalidad “sentar los principios de la economía circular a través de la legislación básica en materia de residuos, así como contribuir a la lucha contra el cambio climático y proteger el medio marino”.
Reparar. Algo se ha estropeado, pero ¿puede arreglarse? En la mayoría de los casos, es la solución más rentable y que menos recursos necesita. “Es importante que los ayuntamientos sean capaces de trabajar con las empresas del sector servicios para dar una segunda vida a muchos bienes y productos”, puntualiza Gamero. Un ejemplo de ello es el llevado a cabo por el Gobierno vasco con el Diagnóstico de la reparación en Euskadi, donde se resalta la importancia de la reparación y se recogen todas las iniciativas, tanto públicas como privadas, puestas en marcha en la comunidad.
Rechazar. Existen productos, fabricados con criterios de sostenibilidad, que cumplen idénticas funciones que otros que no han sido producidos igual. Para elegirlos, es necesario tener conciencia social, como ocurrió con el aceite de palma: además de sus efectos sobre la salud, también fue rechazado por su impacto negativo en las selvas tropicales.
La realidad sigue avanzando a paso rápido. Incluso en la economía circular ya comienza a hablarse de dos erres más: remanufacturar para reconstruir a mano o con medios mecánicos productos que necesitamos y restaurar productos antiguos para incorporarlos al mercado. Erre que erre hasta lograr la salvaguarda del planeta.
Referentes en Economía Circular
MAPFRE se ha adherido al Pacto por una Economía Circular con el objetivo de convertirse en referencia en este modelo de producción. La compañía se ha comprometido a promover el ahorro energético y reducir el impacto ambiental; medir el ahorro y la eficiencia energética de sus instalaciones; potenciar productos y servicios ecológicos; minimizar la generación de residuos; e implicar a la sociedad para fomentar el consumo responsable y el reciclado.
Uno de los proyectos estrella de la aseguradora en esta materia es su centro de I+D, CESVIMAP, que diseña métodos de reparación de vehículos de forma sostenible a miles de talleres que trabajan para MAPFRE en todo el mundo. También proporciona una segunda vida a miles de piezas de coches dados de baja. Según su director general, José María Cancer: “Es un compromiso hecho realidad para mejorar el mundo en que vivimos y conseguir que sea un lugar más seguro, más limpio, más próspero”.
Empresas que cierran el círculo
Zicla. Fabrican los separadores del carril bici en España a través del reciclaje del cable eléctrico fuera de uso.
Eko-rec. Esta empresa guipuzcoana convierte cerca de 25.000 toneladas del plástico con el que se fabrican botellas de agua y refrescos en componentes de automoción y láminas para bandejas del sector alimentario.
Ecozap. ¿Existen los zapatos veganos? Sí, en Ecozap: sin pieles, ni tóxicos y hechos a partir de neumáticos.
Reciclarg. Una empresa argentina especializada en gestionar residuos eléctricos y electrónicos para reutilizarlos.
México Recicla. Plataforma que ofrece soluciones circulares y proyectos personalizados que ayudan a las empresas e instituciones a transitar hacia una economía circular en América Latina.
Sinba. La empresa peruana es un referente en la recuperación y valorización de residuos orgánicos a escala.
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