SOSTENIBILIDAD | 09.06.2021
María Marte, chef y creadora de la Fundación María Marte: La cocinera feliz
Anoche tuve un sueño
Llegó a España a principios de los 2000 en busca de una vida mejor. Comenzó lavando platos en el Club Allard y, 13 años después, se convirtió en la Chef del restaurante donde revalidó las dos Estrellas Michelín que ostentaba el local. Unos años más tarde decidió dejarlo todo y volver a su país, República Dominicana, a cumplir sueños nuevos cerca de su familia. Y es que, la vida de María Marte es una historia de superación y sacrificio, sin olvidar el trabajo duro. Eso sí, siempre con una sonrisa, por eso en el mundo gastronómico se la conoce como la cocinera feliz.
Por: ARANTZA DE CASTRO Fotografía: CLUB ALLARD
Se define a sí misma como luchadora, amante de la gastronomía y madre de tres hijos. María Marte es una mujer oriunda de Jarabacoa, un pueblo ubicado en el norte de la República Dominicana. Allí se crió junto a su familia y empezó a sentir esa pasión por la gastronomía. ‘Esta pasión comenzó a muy temprana edad. Puedo decir que mis juguetes siempre fueron objetos de cocina, crecí rodeada de buena gastronomía ya que mi madre era pastelera y mi padre cocinero en un pequeño restaurante’, nos cuenta María.
Sus progenitores fueron una fuente de inspiración para ella y su carrera. De ellos aprendió que tenía que trabajar duro para ganarse la vida. Por ese motivo, decidió dejarlos atrás y mudarse a España – lugar donde vivía su hijo mayor- en busca de una vida mejor. Comenzó lavando platos en el restaurante Club Allard y haciendo otros trabajos que le permitieran llegar a fin de mes, como limpiar una peluquería unas horas por semana. Una vez en España se llevó una grata sorpresa: ‘Me encontré con la pasión con la que los españoles viven la gastronomía y pensé que este era mi sitio. Las personas tienen un destino marcado y el mío era caer en el país indicado y en la cocina indicada’.
María fue toda una revolución en las cocinas del Club Allard, en un momento en el que el Chef del restaurante era Diego Guerrero. Decidió fijarse en la labor de sus compañeros cocineros mientras seguía con las tareas de limpieza hasta que el Chef pidió a la dirección que buscaran otro lavaplatos: ‘Tú vales para la cocina’, le dijo Guerrero. En 2006, tres años después de su llegada, se convirtió en la mano derecha del cocinero.
No todo fue un camino de rosas para Marte: ‘Dejar a mis hijos en mi país fue la decisión más importante a tomar y tener en cuenta, pero ellos dependían de mí y yo tenía que buscar un futuro mejor para ellos. Fue la parte más triste de esta historia’, explica. Aún así, el esfuerzo mereció la pena. ‘Sinceramente nunca pensé lograr tanto, ni mucho menos llegar a ser tan grande en el mundo de la gastronomía, lo que tenía claro era que no me iba a pasar la vida fregando platos’, aclara.
“Dejar a mis hijos en mi país fue la decisión más importante pero ellos dependían de mí. Fue la parte más triste de esta historia”
Y así ha sido. En 2013, tras la marcha de Diego Guerrero del Club Allard, María se convierte en la Chef del restaurante, cuyo primer cometido será revalidar las dos Estrellas Michelín que ostentaba el local. Lo consiguió en 2014 con una cocina que ‘refleja alegría y muestra siempre respeto por el producto’. Ahí fue cuando se dio cuenta de que el esfuerzo y su decisión de dejar atrás su país había merecido la pena: ‘En ningún momento siento arrepentimiento por la decisión que tomé, al contrario, me siento muy bien y fue la decisión correcta. Me considero una mujer muy valiente’, señala.
“Nuestra gastronomía es muy sabrosa. Aquí solo falta la creatividad en la cocina y ese es mi mundo”
La creatividad siempre ha sido la bandera por la que se ha guiado María Marte en su cocina. Eso sí, sin ‘disfrazar el producto’. Su primer plato, la Flor de Hibiscus, le trajo el éxito y el reconocimiento del mundo de la gastronomía. Tanto es así que la lleva tatuada en ambos lados de la cadera. En 2015 consiguió el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina en 2015 por La Real Academia de Gastronomía de España y la Cofradía de la Buena Mesa.
No son los únicos premios que ostenta la Chef: Dos M’s en la Guía Metrópoli (2010), dos Soles Repsol (2011), Premio Metrópoli al restaurante del año (2012), Premio Travellers’ Choice (2012), Premios Mahou-Millesime al mejor restaurante del año (2012), Premios Club de Gourmets, Premio al Mejor chef (2015), Premio del Ministerio de Turismo y la Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (Asonahores) en la Feria Internacional del Turismo (2015), Estrella de la Comunidad de Madrid en el Día de la Mujer que premia el esfuerzo y la dedicación (2015), Premio Nacional de Gastronomía a la Mejor Jefe de Cocina 2014 (2015), Premio Mujeres a Seguir 2017, Premio Woman 2018 y Premio Optimista Comprometida con la Cultura 2018 que otorga la revista Anoche Tuve un Sueño.
Sin embargo, todo cambió cuando su hija sufrió una parálisis facial que pudo haber sido más grave. La vida profesional y familiar no casaban y la conciliación era una tarea pendiente para la cocinera. Ahí fue cuando decidió abandonar las cocinas del Club Allard y volver a su país para cumplir otros de sus sueños. ‘En 2018 tome la decisión de dejar España y regresar a mi país para embarcarme en un nuevo proyecto. Te puedo contar que todos se están haciendo realidad y van muy bien. Tengo mi propia fundación, la Fundación María Marte, donde brindo diferentes ayudas a personas con diferentes necesidades. Además, formé mi propia empresa de eventos privados, nada es fácil pero estoy muy contenta con lo que hago. Y, lo más importante, sigo trabajando en lo que más me apasiona: buena gastronomía ‘, nos cuenta.
Además, volvió a su país con un objetivo: reinventar la gastronomía dominicana. Todo un reto para ella. ‘Nuestra gastronomía es muy sabrosa. Aquí solo falta la creatividad en la cocina y ese es mi mundo. Lo estoy consiguiendo ya que todos mis proyectos van de la mano de esa gastronomía. Siempre que tengo un evento, la gastronómica Made in República Dominicana está presente en cada bocado’.
Cuenta, entre sus sueños, con un proyecto de recuperación de plantas en peligro de extinción pero, ‘está muy verde todavía’. Lo tiene aparcado, pero nunca se olvida de él. Tiene otros, que nos confirma con la sonrisa a la que tiene acostumbrado al mundo de la gastronomía: ‘Yo soy una persona que nunca dejaré de soñar, pero, sobre todo, lucharé por esos sueños. Sueño con un mundo mejor y con ser mejor persona cada día’. Así es María Marte, la chef de la eterna sonrisa.