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SOSTENIBILIDAD | 14.10.2024

Espacios de trabajo accesibles para las personas con discapacidad

Dalia Alonso

Pablo Cerezal

La inclusión de personas con discapacidad dentro del ámbito laboral no está limitada únicamente a su inserción dentro de un equipo de trabajo, sino que incluye analizar las necesidades espaciales y de adaptación física y mental del empleado. 

Alrededor del 15 % de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad, según datos del Banco Mundial. Esto supone que aproximadamente 100 millones de personas encuentran múltiples dificultades en su día a día, a pesar de todos los avances que se están haciendo a nivel legislativo y social. El empleo es un factor determinante para la inclusión social de todas las personas, también de aquellas con discapacidad, que aún deben enfrentar numerosos problemas en este ámbito.

Gracias a incorporaciones normativas a nivel global, hoy las personas con discapacidad tienen mayores oportunidades de acceso a un empleo digno que en el pasado. En 2006, la Organización de Naciones Unidas aprobó la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. En ella, los países firmantes se comprometieron a incorporar leyes para asegurar a las personas con discapacidad el disfrute y acceso a derechos fundamentales, entre los que se encuentra el empleo. Pero ¿qué ocurre una vez estas personas acceden a él? ¿Son también accesibles para ellas los centros de trabajo donde desempeñan sus funciones?

Trabajo y accesibilidad para todos

Los obstáculos y barreras para las personas con discapacidad son muchos, pero cada vez más organizaciones privadas se están adaptando a las normativas en materia de accesibilidad. Así, logrando centros de trabajo accesibles, no solo amplían la contratación de estas personas, accediendo a incentivos fiscales y mejorando su imagen de marca con certificados de calidad, sino que promueven una indudable mejora social. Porque las empresas no solo tienen que fomentar la contratación de estas personas, sino permitir que puedan desarrollar sus capacidades de forma cómoda en sus respectivos puestos de trabajo. 

Es imprescindible que las empresas planifiquen correctamente la distribución de sus centros de trabajo. Por ejemplo, es necesario que no únicamente el acceso principal cuente con rampas que salven los posibles desniveles, sino que estas deberían incorporarse en todos los accesos internos encargándose, además, de que sean lo suficientemente anchos y despejados. Así, todas aquellas personas que utilicen una silla de ruedas tendrán una movilidad adaptada. Igualmente, estas y otras personas con discapacidad precisan de aseos debidamente habilitados. 

Todas las escaleras de los centros de trabajo evitarán accidentes a personas con visión reducida si tienen señalizado cada escalón con una franja antideslizante. Igualmente ayudará una señalética del espacio laboral clara y visible, con textos y números en braille. Si a esta señalética se le añaden pictogramas, ayudará también a las personas con autismo a poder orientarse en el interior del centro. 

El plan de evacuación de emergencia de la empresa tampoco debe olvidar a las personas con movilidad reducida, por lo que precisará incorporar alarmas de emergencia con señales de aviso tanto visuales como auditivas. 

La tecnología al servicio de la inclusión social

Las nuevas tecnologías son unas magníficas aliadas para mejorar la accesibilidad de los centros de trabajo. Existen numerosas aplicaciones para personas con discapacidad visual, en las que los documentos ya pueden realizarse en un formato que permita su escucha, y también existen una variedad de traductores de lengua de signos en línea. Por otra parte, la modalidad de teletrabajo es imprescindible para muchas personas con discapacidad, por lo que debería tenerse en cuenta para facilitar su adaptación y fomentar su óptimo desempeño laboral. 

Según un estudio de la American with Disabilities Act (ADA), las personas con discapacidad preguntan principalmente, durante las entrevistas de trabajo, por la posibilidad de teletrabajar, la conciliación con la vida personal y la facilidad de movilidad en el espacio de trabajo. También destacan la disponibilidad de tecnología accesible y la posibilidad de solicitar cambios estructurales o tecnológicos que mejoren su rendimiento laboral. 

Igualmente, entre los principales requerimientos de las personas con discapacidad, se encuentra el de que la empresa cuente con una política de diversidad e inclusión clara y de estricto cumplimiento. Es lo que, desde hace años, aplica MAPFRE en su estructura. Estamos suscritos a la Carta de 10 principios que impulsa la Fundación Diversidad que supone el compromiso de fomentar la igualdad, diversidad e inclusión en los entornos laborales. 

En nuestras Políticas de Diversidad e Igualdad de Oportunidades, hemos impulsado un programa global gracias al cual 1.090 personas con discapacidad desempeñan labores en los centros de trabajo de 27 países. El 97,6 % de estas personas tienen contrato fijo y, siguiendo los parámetros marcados por la Organización Internacional del Trabajo se recoge una valoración del impacto percibido por la integración laboral de personas con discapacidad de 8,3 sobre 10. El Programa de MAPFRE presta especial atención a la accesibilidad, no solo en el aspecto estructural de nuestros centros de trabajo, sino en el del equilibrio emocional de las personas con discapacidad empleadas. Para ello, desarrolla numerosas actuaciones de sensibilización entre toda la plantilla de trabajadores. 

El camino iniciado a nivel global para lograr una efectiva inclusión laboral de las personas con discapacidad precisa que los empleadores impulsen una accesibilidad en los centros de trabajo que atienda y tenga en cuenta las necesidades específicas de cada persona.

 

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