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SOSTENIBILIDAD | 24.09.2024

Javier Güemes: «La parte más difícil para adaptarse a la inclusión es dar el primer paso»

Dalia Alonso

Dalia Alonso

Los retos para la plena inclusión de las personas con discapacidad en el empleo pasan, según el director de Relaciones Internacionales del Grupo Social ONCE, por un cambio de mentalidad social y empresarial.

Javier GuemesJavier Güemes es director de Relaciones Internacionales del Grupo Social ONCE (corporación española para la inclusión de personas ciegas y con discapacidad visual) y miembro del Consejo de Administración del European Disability Forum. Charlamos con él a propósito de empleo, inclusividad y el cambio de mentalidad necesario para que las personas con discapacidad tengan un desarrollo pleno de su vida laboral.

Tu carrera profesional te ha llevado a ocupar muchos puestos de responsabilidad en diferentes organizaciones, siempre con el empleo y la diversidad funcional en el centro. ¿Qué cambios has notado con respecto a la inclusión de las personas con discapacidad en el ámbito laboral?

La concienciación sobre los derechos laborales de las personas con discapacidad ha mejorado; tanto desde el punto de vista laboral como político hay mucha más sensibilidad. A nivel europeo se ha desarrollado toda una legislación en materia de no discriminación y la forma de entender el empleo en discapacidad es mucho más diversa. Ahora bien, cuando uno mira los índices de empleo de las personas con discapacidad no podemos hablar de que haya habido una mejora significativa. Nos está costando trasladar a la realidad y al día a día ese mayor marco legislativo. Ahí es donde está el reto.

¿Qué acuerdos internacionales existen para aumentar la accesibilidad al empleo de las personas con discapacidad?

Lo más importante y lo que nos afecta a nosotros son las directivas europeas. Está, por un lado, la legislación propia de no discriminación a las personas con discapacidad, una directiva que en su momento fue revolucionaria porque especificaba las formas de discriminación y hablaba de la falta de ajuste razonable. El Fondo Social Europeo tiene una vertiente de empleo para personas con discapacidad, lo que permite que entidades como el Grupo Social ONCE tengamos acceso a financiación para el desarrollo de políticas de empleo. Luego, la exención global de ayudas al empleo permite que tanto empresas ordinarias como centros especiales de empleo puedan recibir ayudas del Estado. El cambio a nivel internacional lo supuso el artículo 27 de la Convención.

¿Cómo se implementan y sostienen en el tiempo estas prácticas dentro de las empresas?

La parte más difícil para adaptarse a la inclusión es dar el primer paso. A algunas empresas les cuesta porque hay muchos prejuicios, como que las personas con discapacidad son menos productivas y van a generar un problema. Sin embargo, una vez que la persona con discapacidad está dentro, la consolidación y la adaptación suelen ser más fáciles.

Una vez conseguido el empleo, ¿cuáles son las barreras más frecuentes a las que se enfrentan las personas con discapacidad?

A veces la flexibilidad necesaria dentro del puesto de trabajo: la empresa debe ser capaz de adaptarse a las necesidades diversas. Luego está la atención profesional dentro de la propia empresa: a las personas con discapacidad, una vez que entran en la empresa, no se las tiene en cuenta dentro de las formas de promoción profesional internas. También toda la parte del ajuste razonable, así como la retención del puesto de trabajo cuando hay una discapacidad sobrevenida, algo muy habitual y a lo que las empresas no siempre son capaces de adaptarse.

¿De qué manera la automatización y la inteligencia artificial contribuyen a la inclusión laboral?

La tecnología ya es un elemento de trabajo y globalmente supone una mayor capacidad de las personas con discapacidad para trabajar. Por ejemplo, los lectores de pantalla han permitido a las personas ciegas con baja visión tener una capacidad de trabajo impresionante. ¿Cuál es el peligro? Que tenemos que velar siempre por que los avances tecnológicos cuenten con criterios de accesibilidad. Si no cuentan con esos criterios, se transforman en una barrera profunda, en una brecha laboral. Ahora, además, la velocidad de desarrollo es tan rápida que no da tiempo a buscar soluciones, la accesibilidad tiene que estar desarrollada de serie.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta el Grupo Social ONCE a la hora de mejorar la accesibilidad al empleo?

La sensibilización, conseguir que la accesibilidad sea un criterio obligatorio en cualquier actividad, incluido el empleo. Que las empresas y administraciones públicas incluyan automáticamente dentro de sus criterios la accesibilidad para las personas con discapacidad. Queremos que las empresas vean el beneficio de la inclusión: si apuestan por la inclusividad están más adaptadas a las necesidades de mercado y, por tanto, más preparadas para competir en él.

¿Qué lugar ocupa el voluntariado dentro de la actividad de la organización? ¿Por qué es importante?

Es fundamental. A nivel nacional es una atención más personal, esencial para el acompañamiento diario de personas con discapacidad; a nivel internacional, buscamos un voluntariado que no va tanto hacia la persona como hacia las estructuras, para facilitar la integración de personas con discapacidad. Por ejemplo, profesores jubilados que van a escuelas a ayudar a los niños con discapacidad.

¿Cómo hacemos como sociedad para, tal como lo expresáis vosotros, «no dejar a nadie atrás» desde lo profesional?

Creo que hay un paso mental importante: cualquier persona con discapacidad puede desarrollar cualquier función, profesional o no, en igualdad de condiciones al resto. A partir de ahí, si tienes concienciación, es más fácil pensar en qué tienes que hacer tú para que esa persona pueda desarrollar su labor profesional en igualdad.

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