SOSTENIBILIDAD| 09.01.2023
La gran empresa y su compromiso con la sociedad
Desde que, en 1953, Howard R. Bowen publicara su libro “Social Responsibilities of the Businessman”, se empezaron a construir las bases de lo pasaría a conocerse como Responsabilidad Social Corporativa o RSC. Bowen planteaba, ya en aquel momento, que las empresas debían impulsar voluntariamente políticas corporativas que tuvieran por objetivo algo más que el beneficio económico y se acercaran a los objetivos y valores necesarios para la comunidad.
En los más de sesenta años que han pasado desde aquel momento, la RSC se ha desarrollado como idea, ha sido criticada, adoptada y cambiada pero no ha desaparecido. Bien al contrario, se ha convertido en un compromiso adquirido por las compañías y en el que se trabaja de manera proactiva por el bien común.
Cada día son más las compañías concienciadas de la importancia de tomar acción ante el contexto de urgencia medioambiental y social en el que nos encontramos. Desde hace 85 años, en MAPFRE trabajamos por nuestro compromiso con las personas y el planeta, con intención de dejar una huella positiva a nuestro alrededor, enfrentándonos a los retos globales. De hecho, pocos años después de la publicación del libro de Bowen, MAPFRE ya incluía en sus Estatutos Fundacionales de 1965 la Responsabilidad Social Corporativa, “por lo que la sostenibilidad es algo que MAPFRE lleva en el ADN y la totalidad de los empleados vamos de la mano con la Fundación, con lo que sería inconcebible hacer las cosas de otra manera”, como señaló José Manuel Inchausti, vicepresidente de MAPFRE y CEO de MAPFRE Iberia en el III Foro MAPFRE de Finanzas Sostenibles, celebrado recientemente.
¿Qué es el compromiso social de una empresa?
Esta responsabilidad, este compromiso voluntario adquirido por las empresas, es una forma de dirección basada en la gestión positiva del impacto que la actividad de la empresa puede tener no solo sobre sus clientes, accionistas y empleados, sino sobre la comunidad en la que se asienta, el medio ambiente y la sociedad en general.
Se trata no solo de evitar posibles efectos negativos, sino que su actividad tenga un efecto positivo en cuestiones como los derechos humanos, la diversidad, el empleo, la protección de la salud, cuestiones medioambientales, la transparencia y ética en el negocio, la lucha contra el fraude y la corrupción, y otros ámbitos de interés social y comunitario.
¿Cómo se hace real ese compromiso social?
La forma de articular las acciones y políticas empresariales que dan forma a ese compromiso con la sociedad es a través de estrategias y criterios conocidos como ESG (las siglas en inglés de environmental, social y governance). Veamos a qué corresponde cada una de esas siglas.
E – Criterios, pactos y políticas ambientales
Son todas aquellas acciones llevadas a cabo por la compañía que buscan tener un impacto positivo en el medio ambiente, reduciendo la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero, promoviendo la economía circular, la movilidad sostenible, la compra verde, la eficiencia energética de los edificios y otros proyectos que pueden ligarse al capital natural, como la reforestación.
S – Acciones en el ámbito social
Poner a las personas como centro de toda la actividad implica desarrollar políticas de empleo que velen por su accesibilidad, también por asegurar la inclusión y diversidad, entendida en aspectos como el origen, las creencias o la libertad sexual. Pero significa también ir mucho más allá del mundo laboral, promoviendo acciones de defensa de los derechos humanos, de solidaridad y voluntariado que trabajen en pro de los más desfavorecidos.
G – Compromisos de gobierno
Por último, los criterios ESG incluyen compromisos de transparencia y ética en la gestión de la empresa, así como principios de ISR (Inversión Socialmente Responsable) para asegurar que la actividad de la empresa, dentro y fuera, responde a valores positivos con la comunidad.
Estos criterios, pactos, políticas y compromisos tienen un impacto sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, marcados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015. Estos 17 ODS persiguen 169 metas a partir de planes de acción para las personas, el planeta y la prosperidad y que las empresas, organizaciones y ciudadanos en general perseguimos con nuestras actividades.
El diálogo como forma de avanzar
No se trata solo de comprometerse a unos criterios, sino de mantener un diálogo constante y abierto con la comunidad y los diferentes grupos de interés para evolucionar y avanzar, adaptando cada una de las acciones a las necesidades de la comunidad donde se asienta la empresa y, más allá, de todo el mundo.
Este diálogo empieza por los diferentes grupos de interés de la compañía (clientes, accionistas, empleados) pero se extiende, gracias a los compromisos de transparencia y ética, a la ciudadanía.
El compromiso social y el negocio
La Fundación Seres cifró en un estudio, ya en 2021, en 1.486 millones de euros la inversión de 71 empresas en responsabilidad y compromiso social y, según la Guía Hays, el 71% de las empresas pusieron en marcha políticas basadas en los criterios ESG ese mismo año.
“Las compañías ya no sólo se sostienen por el dividendo económico”, en palabras de Mónica Zuleta, directora Corporativa de Sostenibilidad de MAPFRE.
Hoy en día el compromiso social ya no es una responsabilidad, o una táctica para conseguir un rédito reputacional, es un verdadero compromiso proactivo. No existe tradeoff entre un sólido desempeño financiero y la gestión de un negocio responsable que trata de devolver a la sociedad una parte de lo que la sociedad le ha dado. Un negocio sostenible es, en cambio, un camino hacia un mejor desempeño financiero.
El compromiso de MAPFRE con la sociedad
“Creemos en un modelo de empresa comprometida, que defiende que, sin ética, no puede haber negocio, y que toda nuestra actividad tiene que afrontarse de una manera sostenible” – Antonio Huertas, presidente de MAPFRE.
La aseguradora cree firmemente en este compromiso, y lo estructura en su plan de Sostenibilidad, una estrategia completamente integrada en el negocio y en la toma de decisiones de todas las áreas de la compañía, que pone a las personas en el centro de todo, que establece indicadores que nos muestran dónde estamos y hacia dónde queremos ir y que responde a las necesidades de todos los grupos de interés. Se trata de un plan tremendamente ambicioso, con más de 20 objetivos, medibles, alcanzables y realistas, con plazos concretos, para, entre otros retos, alcanzar la neutralidad en carbono en 2030, reforzar su transparencia, y elevar su cumplimiento con la Agenda 2030, con especial foco en los ODS, 8, 10, 13 y 17.
Como subraya Mónica Zuleta, directora corporativa de sostenibilidad en MAPFRE: “Nuestro deber es dejar un planeta mejor y como sociedad tenemos el compromiso de hacer lo que esté en nuestras manos para que la sociedad y las empresas prosperen, y que luchemos por un lugar más justo, más igual, más ético, y desde luego más seguro. #LaParteQueNosToca es el lema que vertebra nuestra comunicación sobre sostenibilidad y hace justamente referencia a ese compromiso, a los miles de gestos que suman al objetivo común de proteger al planeta y construir un futuro para todos, con gestos sencillos pero importantes. Es la contribución con la que nosotros queremos sumar, pero también inspirar a los demás para que sumen, en el avance hacia el futuro sostenible al que aspiramos”.