“Nuestra especie se extinguirá si no terminamos con las desigualdades”
Belinda Pujols
Fundación MAPFRE, Responsabilidad Social, Puerto Rico
Sí, la sostenibilidad se ha vuelto muy importante. Líderes empresariales, políticos y científicos han coincidido que tenemos un problema muy grave para la viabilidad del planeta. A pesar de que hay escépticos, tenemos claro que, en las condiciones actuales, el mundo tendrá un futuro próspero. Algunas cifras importantes que considerar.
Por ejemplo, en los últimos cien años el aumento de la temperatura de la tierra ha sido de casi un grado, y se espera que en 2030 podamos superar los dos grados. Si llegamos a este nivel, cosa que sería muy grave, el calentamiento global provocaría que se elevase de una manera importante el nivel de los océanos y que ciertas condiciones de vida cambiasen.
Por otro lado, en los últimos treinta años hemos perdido el 30% de los recursos vivos y en los últimos cuarenta años el 60% de los mamíferos. Y eso nos pone en riesgo porque un colapso de la biodiversidad tal vez no permita que haya más vida en nuestro planeta.
También hay que tener en cuenta las importantes desigualdades que aún encontramos. Más de cuarenta millones de personas trabajan en regímenes de esclavitud moderna, y esto sucede porque se ven obligados a esta situación. En 2014, según Oxfam, solo 85 personas en el mundo tenían el mismo volumen de riqueza que los 3,500 millones de personas más pobres. Y, por supuesto, los temas relacionados con la corrupción que, según estudios de transparencia internacional, comienzan a subir todos los años.
Es decir, si nosotros no comenzamos a centrar nuestros esfuerzos en ver como controlamos nuestras actividades productivas, para asegurar las condiciones mínimas de sostenibilidad del planeta, y no hacemos los esfuerzos necesarios para centrarnos en acabar con las desigualdades, posiblemente, la Tierra no pueda continuar siendo habitada por nuestra especie.
¿Qué estamos haciendo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
Desde los años 70, aproximadamente, hemos comenzado a comprender que tenemos problemas. Por ejemplo, no fueron muy aceptados en su momento los estudios del MIT que planteaban cambiar nuestra lógica de crecimiento. En 1987 comenzamos a realizar acciones concretas: por fin, nace una propuesta alternativa que continúe con un modelo que trate de lograr un desarrollo sostenible,.
Conviene recordar que el 25 de septiembre del 2015 se presentó algo muy importante. A pesar de que existían acuerdos puntuales entre países o grupos de personas, ese día logramos que en la 70ª asamblea de la ONU 193 países se pusieran de acuerdo y se comprometieran a cumplir la Agenda 2030, una agenda global de desarrollo sostenible de 17 objetivos y 169 metas.
Con esta agenda todos los países se comprometían a ayudar a mejorar las condiciones de vida de las personas, a cuidar el planeta, a continuar siendo prósperos y, adicionalmente, a construir un ambiente de gobernanza donde poder vivir en equidad.
Cuando ya nos hemos puesto de acuerdo con la situación, los gobiernos y la comunidad internacional han comenzado a promover en los últimos años iniciativas que invitan a diferentes actores, con acciones muy concretas, a contribuir y cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También, dentro de su misión institucional, las empresas han comenzado a vincular sus objetivos estratégicos y sus planes de acción con los compromisos de sostenibilidad.
Incluso los ciudadanos se han dado cuenta. Cada día se ven más personas preocupadas con la situación y se sienten más identificados con la sostenibilidad. Sin embargo, creo que estos esfuerzos siguen siendo insuficientes.
También vemos muchos esfuerzos que son solo discursivos, mensajes bonitos que en realidad no promueven acciones. Aquí creo que es muy importante tener en cuenta dos cosas: ir a las causas que se generan para mejorar nuestras acciones y ponerlas en práctica.
Sin embargo, hay muchas organizaciones, personas y empresas que están trabajando y haciendo cosas muy importantes. Por ejemplo, la iniciativa Aim to Flourish de la Universidad Key Western Reserve en Estados Unidos ha logrado que, en los últimos tres años, más de 3,000 empresas en más de 63 países muestren como el sector productivo puede disminuir sus impactos negativos con unas acciones mucho más efectivas en pro de la sostenibilidad.
Vemos compañías que generan energía sin producir algún tipo de impacto en el medio ambiente. Empresas que pueden utilizar, por ejemplo, los desechos de plástico para realizar construcciones económicas, accesibles a muchas personas y que ayudan a solucionar algunos problemas.
Por otro lado, los consumidores también son mucho más conscientes del papel que tienen. No solo exploran lo que realizan las empresas y los impactos de sus productos, sino que están eligiendo compañías comprometidas con la sostenibilidad, que reúnen o responden a esos valores que están buscando.
Las personas comienzan, como ciudadanos, a hacer la diferencia cuando presionan a sus gobiernos y empiezan a participar activamente con aquellos que sí están comprometidos con la sostenibilidad. En el medio plazo, esto puede ayudar a que en los últimos diez años podamos lograr el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Creo que esas son las preguntas más importantes. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible se han creado para que todos podamos participar. Ya sean gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil, universidades y, por supuesto, personas.
Cada uno de nosotros tiene diferentes roles que cumplir: somos padres, hijos, vecinos, consumidores y ciudadanos. En cada uno de esos papeles debemos tener claro que podemos hacer.
Uno de los principales roles que tenemos es el de consumidores, que es donde podemos exigirles a las empresas que comiencen a tener practicas mucho más sostenibles. Podemos explorar qué realizan esas compañías, cuáles son los impactos de sus productos, elegir a aquellas que contribuyen de una manera más decidida con el desarrollo sostenible… De esa manera podemos comenzar a hacer acciones concretas.
Sin embargo, el rol más importante que tenemos es el de ser ciudadanos. La participación política es la que nos va a permitir elegir gobiernos que estén comprometidos con la sostenibilidad. Porque solo cuando todos participamos en este tipo de cambios, vamos a lograr que al final vayamos a tener un mundo viable para todos.
Analizando a nivel global las acciones de MAPFRE, ¿cuál sería su impresión de los objetivos y las metas que estamos realizando nosotros?
Yo celebro el compromiso de MAPFRE con el cumplimiento de 9 de los 17 objetivos de las ODS y de 34 metas. Creo que se vinculan directamente con las actividades de la operación, mostrando la centralidad de ese ejercicio. Por eso invito a todas las compañías del mundo, no importa si son grandes o pequeñas, a que busquen el compromiso dentro de su plan estratégico, llevando a cabo acciones concretas para que puedan contribuir a ese desarrollo sostenible como lo está haciendo MAPFRE en este momento.
De cara al futuro, ¿cuál sería esa reflexión que pudiéramos compartir con todos los grupos de interés de MAPFRE?
Como dice Nassim Nicholas Taleb: “no podemos predecir el futuro pensando en el pasado”. La pandemia nos habló y nos enseñó eso: no sabemos qué va a pasar en el fututo. Lo único que sabemos es que en 2050, si hoy no realizamos acciones concretas, nuestro futuro tal vez sea muy diferente, y también el de nuestros hijos.
Así que yo invitaría a todo el mundo a que pensara que sería más importante, si seguir trabajando en descubrir nuevos planetas e ir a marte, o por el contrario reflexionar sobre cómo podemos cambiar como personas, individuos y sociedad para seguir viviendo y aprovechar todas las cosas maravillosas que tenemos en la Tierra.