Un despacho para los ODS: el sector privado, fundamental para preservar nuestro capital natural
Ethiclab
«La humanidad está despilfarrando su presupuesto natural. Se necesita con urgencia un profundo cambio cultural y sistémico que hasta ahora nuestra civilización no ha conseguido alcanzar: la transición a una sociedad y un sistema económico que valore la naturaleza», evalúa Marco Lambertini, director general de WWF, en el estudio. Hasta 1970, nuestra huella ecológica global era menor que el ritmo de regeneración de la Tierra, pero los excesos posteriores acabaron por deteriorar gravemente la salud del planeta.
Esta es precisamente la bandera que las Naciones Unidas enarbolan hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, y que centra la conversación en la restauración de los ecosistemas y el cuidado de la biodiversidad, una barrera inmunitaria esencial para evitar que en el futuro agentes patógenos –transmitidos de animales a humanos– sigan provocando crisis sanitarias globales. Restaurar los ecosistemas significa prevenir, detener y revertir el daño. Invertir, pero en verde.
Aquí es donde el sistema económico, junto con el sector privado, entran en juego: cualquier cambio sustancial en el bienestar de la biodiversidad acabará, de una forma u otra, repercutiendo en el estado económico de las sociedades. En este contexto, donde parecemos echarnos piedras sobre nuestro propio tejado, urge preguntarse: ¿estamos caminando hacia el futuro verde de las compañías y, por tanto, de la sociedad?
La respuesta prevé buenos resultados. Nunca el mundo empresarial ha tenido un papel tan relevante en las Naciones Unidas como ahora. Todos y cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) depositan gran parte de la palanca del cambio en las propias empresas –desde multinacionales hasta cooperativas– para contribuir de forma positiva a la consecución de estas metas. Incluso el ex secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, así lo afirmaba: «Personalmente, os pido que entréis en acción. El sector privado tiene un papel fundamental que desempeñar en el éxito de cada una de las metas globales».
En nuestro país, más de un 85% de las empresas españolas incluyen los ODS en sus agendas y procesos, centrándose principalmente en la identificación de los objetivos más prioritarios, desarrollando productos y servicios que contribuyan a ellos y llevando a cabo proyectos de acción social. Estas cifras las proporciona el Pacto Mundial Red Española, la mayor iniciativa solidaria de responsabilidad social en el mundo que aúna a todas las entidades adheridas al Pacto Mundial de las Naciones Unidas simbolizando, de nuevo, la relevancia que el tejido empresarial cobra en el cuidado del medio ambiente.
Según describe la entidad a la hora de analizar qué ODS suelen llamar a las compañías a la acción, ‘Salud y bienestar’, ‘Acción por el clima’, ‘Vida submarina’, ‘Hambre cero’ y ‘Paz y justicia’ son, en la actualidad, los objetivos más trabajados por el tejido empresarial a través de distintas estrategias. Empresas como MAPFRE reflejan el creciente compromiso del sector privado con el cuidado del planeta a través de distintas acciones en sus líneas de trabajo, llevando a cabo un refuerzo de los modelos de análisis integral de los riesgos ambientales y de gobernanza –tanto desde el negocio como desde la inversión– además de identificar las oportunidades de desarrollo sostenible para el negocio asegurador.
La lista continúa. Esta compañía también se suma al conjunto de entidades que buscan avanzar en los compromisos de la Agenda 2030 midiendo su impacto ambiental y estableciendo objetivos de reducción de emisiones y neutralidad de carbono. Así, MAPFRE ha optado por integrar la variable del cambio climático en el negocio –así como la inclusión de los criterios ambientales de los criterios ambientales, sociales y de gobierno en la definición de productos bajos de carbono–.
Entendiéndola como un eje fundamental de su actividad, la economía circular ocupa igualmente una posición privilegiada en la planificación de la aseguradora, que ha decidido minimizar la generación de residuos en su actividad, evitando la generación de 25,8 ™ de residuos plásticos en 2019 y recuperando un total de 132.589 piezas de más de 30.000 vehículos fuera de uso para darles una segunda oportunidad.
Procesos como estos son los que contribuyen a la llamada ‘cultura ambiental’ que alimenta los cambios sustanciales en los mecanismos del sector privado desde todos los eslabones de la cadena, desde empleados hasta los puestos más altos de dirección. Así, más de 2.000 empleados de la aseguradora han recibido formación medioambiental, formándose a través de grupos de trabajo versados sobre cambio climático, economía circular y ODS para continuar con la transformación hacia una economía más baja en carbono.
Por último, el tema que nos reúne en estas líneas, en este día: la biodiversidad. La pérdida de ecosistemas repercute en la economía con pérdidas de casi 14 millones de dólares anuales, una factura –la del capital natural y la de la economía– que en algún momento dejaremos de poder permitirnos. En esta línea, MAPFRE ha firmado varios acuerdos de colaboración con organizaciones para la preservación de la biodiversidad como WWF España, el Pacto por la Biodiversidad (España), Funzel (El Salvador), Bird Life, Nature Trust (Malta) y Para la Naturaleza (Puerto Rico), un paso firme a la hora de invertir en la restauración y la preservación de los ecosistemas, el único capital que, a la hora de la verdad, decidirá el futuro de la especie humana. En este Día Mundial del Medio Ambiente, las Naciones Unidas recuerdan: cada dólar invertido en la restauración de la biodiversidad recupera entre siete y treinta dólares de ganancias para la sociedad. ¿Vamos a echar a perder esa fortuna verde?