SOSTENIBILIDAD | 24.10.2023
Eduardo Sánchez: “Nuestro desafío es ofrecer seguros que, además, reduzcan las brechas de desigualdad”
Anticiparse a los riesgos futuros para impulsar más productos y servicios que, además, ayuden a reducir la brecha de protección de los colectivos más vulnerables y proporcionen mayor bienestar a la sociedad, sobre todo ante retos como el cambio climático o el envejecimiento poblacional. Es uno de los principales desafíos del director Actuarial de MAPFRE, con el que hablamos en el Día Internacional Contra el Cambio Climático, que se celebra hoy.
Considera que los actuarios desempeñan un papel fundamental en la actividad aseguradora porque predicen y estiman los riesgos futuros y facilitan la toma de decisiones estratégicas dirigidas a proteger el planeta y cuidar de las personas. El principal reto de Eduardo Sánchez (Madrid, 1967) es proponer soluciones innovadoras para la creación de productos y servicios que también impulsen la sostenibilidad. Reconoce que es una labor desafiante y que disfruta especialmente a raíz de su reciente nombramiento como director del Observatorio de Sostenibilidad y Cambio Climático del Instituto de Actuarios Españoles.
¿Qué papel desempeña el actuario en relación a la sostenibilidad?
Es un trabajo muy retador porque no solo medimos el impacto del riesgo asociado al cambio climático en el seguro, sino que participamos, además, en el diseño de productos y servicios innovadores con un alto componente ambiental y social. Nuestro papel, por tanto, no es sólo reactivo, cuantificando lo que ocurre, sino también proactivo, porque proponemos soluciones que adapten y mitiguen las consecuencias del cambio climático, seguros que fomenten la movilidad sostenible o que incorporen bonificaciones para los vehículos menos contaminantes.
¿Y cuál es el impacto asociado a los riesgos climáticos?
Gran parte del origen del calentamiento global, aunque todavía haya algunos agnósticos, procede del efecto antropogénico, resultado de la actividad humana. Es muy difícil prever de qué forma se traducirán los riesgos y su impacto final, pero ya se ha acuñado el concepto de ‘cisne verde’ para referirse a fenómenos climáticos con una probabilidad de ocurrencia muy alta y con un impacto probablemente irreversible. Un ejemplo claro son las olas de calor. Sabemos que van a seguir ocurriendo, pero no conocemos cuánto van a impactar a medio plazo en la mortalidad de las personas.
También hablamos de la huella social.
Desde luego. Los efectos del cambio climático pueden llegar a ser muy nocivos para el medioambiente y para las personas, aunque aún no conocemos la severidad de ese impacto. Por ejemplo, una de las consecuencias de las olas de calor puede ser la llegada de determinadas enfermedades y la contaminación de los alimentos, así como el efecto combinado que esto pueda ocasionar. Para averiguarlo, tenemos que hacer simulaciones basadas en posibles escenarios ante la incertidumbre de la posible evolución del cambio climático. En este sentido, hay estudios en relación con las olas de calor que han cuantificado que la mortalidad no sólo está asociada al hecho de que éstas se produzcan, sino también a la cantidad y cercanía temporal entre ellas. Lo que también se está poniendo de manifiesto es que las olas de calor tienen un impacto de mayor gravedad sobre la salud de las personas más mayores.
¿Qué desafíos plantea el cambio climático en el ámbito actuarial?
Nos enfrentamos a una situación en la que las técnicas que veníamos utilizando no son suficientes, motivo por el que se está evolucionando hacia una metodología que permita combinar las técnicas tradicionales, es decir, aquellas basadas en la experiencia histórica, con otras que simulen posibles escenarios futuros. Desde nuestra actividad, debemos ser ambiciosos a la hora de diseñar seguros que ayuden a mitigar y reducir los efectos de la emisión de los gases de efecto invernadero en la atmosfera, como los seguros paramétricos, que se activan automáticamente cuando se producen eventos climáticos extremos. Ya hay pólizas de este tipo que sirven para reparar los daños sufridos en el coral, por ejemplo, como consecuencia de circunstancias climáticas severas y que ‘disparan’ automáticamente el pago de las indemnizaciones y reducen sustancialmente el proceso administrativo de gestión del siniestro.
España es el primer país europeo en tener su propio Índice Climático Actuarial (ICAE) ¿Qué beneficios aporta?
Hablamos de un indicador que tiene por objetivo proporcionar a la industria aseguradora y al supervisor una herramienta que cuantifica el incremento de eventos climáticos extremos en España, que son los que provocan los mayores daños personales y patrimoniales. Este índice servirá para facilitar, al sistema financiero en general y al sector asegurador en particular, un valor objetivo del impacto de estos eventos extremos a un nivel muy granular y que permitirá medir los riesgos asociados a los eventos de climatología extrema. El ICAE ha constatado cómo, en los últimos 10 años, las temperaturas máximas y mínimas han registrado valores por encima de la media, con una tendencia sostenida de incremento. Este fenómeno no es exclusivo de España, sino que también se ha observado en Estados Unidos o Australia, donde también se elabora este índice.
En relación a la sostenibilidad social ¿cómo pueden contribuir las compañías de seguros?
La sostenibilidad, desde una perspectiva social, pasa por contribuir a reducir las brechas de aseguramiento con aquellos colectivos más desprotegidos en algunas modalidades de seguros. Uno de estos grupos lo representan las personas mayores en las que observamos una caída drástica de los niveles de aseguramiento en salud, derivado del incremento exponencial de las primas y la reducción de ingresos con posterioridad a la jubilación. Para paliar este efecto, estamos trabajando en distintas opciones de aseguramiento, como, por ejemplo, introducir primas niveladas que generen reservas de envejecimiento o ahorro y eviten los incrementos de precio derivados de la edad. Otro colectivo con reducido nivel de aseguramiento es el de las personas con bajos niveles de renta, y en este sentido, estamos trabajando en distintos países para incrementar su nivel de aseguramiento a través de microseguros que ayudan a proteger la vida, la salud y el patrimonio de muchas personas que carecen de protección.
¿Cree que como sociedad vamos al ritmo deseado para cumplir con la Agenda 2030?
En este momento, creo que quizá como sociedad no estemos avanzamos al ritmo adecuado, pero sigo siendo moderadamente optimista. Para poder cumplir con los objetivos debe existir el máximo compromiso por parte de todos, cada uno desde su ámbito de influencia. Las entidades aseguradoras tenemos mucho que decir para alcanzar estos objetivos promoviendo cambios conductuales de los clientes a través de propuestas aseguradoras innovadoras, atractivas y verdes. En este sentido, en MAPFRE vamos a seguir aprovechando los años que quedan de esta década de acción de la Agenda 2030 para seguir impulsando al máximo posible los 17 ODS.
Y usted, ¿cómo contribuye a cuidar el planeta?
Creo que incorporando pequeños cambios en nuestros hábitos diarios se puede contribuir mucho. Hace ya tiempo que introduje en mi rutina clasificar los residuos y ahora tengo hasta cuatro cubos de basura en mi cocina. De hecho, empecé a hacerlo por mis hijos, que me trasladaron la importancia de reducir, reciclar y reutilizar, y así evitar que los residuos acaben en el vertedero. También estoy comprometido con la reducción de energía y la movilidad sostenible y mi próximo coche será híbrido-enchufable o completamente eléctrico. Tampoco utilizo bolsas de plástico cuando hago la compra y trato de imprimir lo mínimo para reducir el consumo de papel. Como decía, son pequeñas acciones que pueden impactar de modo relevante en el futuro de nuestro planeta.
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