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SOSTENIBILIDAD| 13.05.2022

Consumir verduras y frutas de temporada ayuda a reducir nuestra huella de carbono

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Estamos acostumbrados a tener a nuestro alcance frutas y verduras fuera de su temporada habitual, pero si les preguntáramos a nuestros antepasados estarían muy sorprendidos de esta realidad. Nos hemos acostumbrado tanto a ello que olvidamos que consumir verduras y frutas de temporada, cultivados cuando el clima es propicio para ellos, tiene muchas ventajas, no solo para nuestra salud, también para la de nuestro planeta.

Nuestros antepasados sabían muy bien que los tomates no son de invierno o que las fresas suelen estar más buenas a partir de primavera. La llegada de la globalización, y la distribución masiva de frutas y verduras por todo el mundo, nos ha permitido disfrutar de estos alimentos en cualquier época del año.

Cada vez escuchamos más el mensaje de “comer más verduras y frutas de temporada” para mejorar la sostenibilidad  y ayudar a reducir nuestra huella ambiental, pero ¿cuánto afecta la estacionalidad de las frutas y verduras que comemos a la huella ambiental?.

¿Qué significa comer productos estacionales o de temporada?

Es importante tener en cuenta que cada tipo de fruta y verdura tiene sus propias condiciones específicas para que su crecimiento sea el adecuado y el óptimo para su consumo. Por esta razón, estos alimentos se cultivan en diferentes lugares y en diferentes estaciones a lo largo del año. Las naranjas, por ejemplo, son más sensibles al clima y crecen mejor en veranos secos como los de España, Italia o Grecia.

Aquí es donde entra la definición de “estacional” que varía según el contexto en el que se utiliza. Por un lado, para algunos, es sinónimo a alimentos cosechados localmente, para otros está relacionado con eventos culturales, y para otros, puede implicar reconectar con los orígenes de los alimentos y aprender sobre las estaciones naturales de cultivo. Las diferencias en estas definiciones muestran lo complicado que puede ser definir que son las “verduras y frutas de temporada”.

Para definir la estacionalidad de los alimentos podemos usar las definiciones que usa el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (DEFRA) del Reino Unido, en las que los principales aspectos dependen de cuándo se produjeron los alimentos y dónde se consumieron:

 

  • Estacionalidad global: está basada en el lugar de producción del alimento. Esto hace referencia a los alimentos que se producen en temporada pero que no se consumen necesariamente cuando se cosechan. Ejemplo de ello son las manzanas cultivadas en la temporada de cultivo en Nueva Zelanda, pero que se consumen en Europa durante la primavera y el verano.
  • Estacionalidad local: este tipo de estacionalidad es en función de dónde se produce y se consume el alimento. Es decir, a los productos que se cosechan y consumen localmente durante la temporada natural de cultivo. Por ejemplo, manzanas que se cosechan durante verano y otoño y se consumen en Europa a partir de octubre.

¿Cuál es el impacto ambiental de las verduras y frutas de temporada?

Está claro que nuestra manera de consumir no sólo afecta a nuestra salud, también a la salud del planeta y al medioambiente en general. Una manera de medir estos impactos ambientales es usar el método de la “Evaluación del Ciclo de Vida”, una herramienta para evaluar el impacto de un producto en el medioambiente a lo largo de su ciclo vital y de las etapas de la cadena de suministro: desde el cultivo, cosecha, almacenamiento, transporte, hasta su consumo.

La gran mayoría de los estudios recientes se centran en estimar la huella de carbono a través de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero). Sin embargo, esto es solo uno de los aspectos, otras mediciones también incluyen la huella hídrica, la contaminación por fertilizantes y la tierra utilizada, datos que suelen ser complicados de medir y no siempre se incluyen en todos los estudios.

Según datos de las Naciones Unidas, aunque el cambio climático es uno de los mayores factores de dificultad en la producción de alimentos, ligado a las condiciones meteorológicas extremas, los sistemas alimentarios también son parte del problema. El 29 % de las emisiones de GEI procede de la cadena de suministro que lleva los alimentos de la granja a la mesa y representan hasta el 80 % de la pérdida de biodiversidad, el 80 % de la deforestación y el 70 % de toda el agua dulce que se utiliza. Teniendo en cuenta estos datos y considerando que el 35 % de todos los alimentos producidos se desperdicia, queda más que evidente que los sistemas alimentarios actuales deben cambiar.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cantidad de GEI que emiten los alimentos es muy diferente entre sí. En general, las frutas y verduras no se encuentran entre los mayores contribuidores al cambio climático, pero la huella de carbono de los alimentos varía notablemente en función del transporte desde el lugar de producción hasta el de consumo. Los beneficios ambientales de las verduras y frutas de temporada se suelen atribuir a que recorren distancias más cortas, aun así, siempre hay excepciones, así que es importante tener en cuenta algunos ejemplos.

Ejemplos del impacto ambiental de frutas y verduras

Un buen ejemplo de la diferencia en como repercuten los productos en su huella de carbono son los tomates. Cuando los cultivamos localmente, pero fuera de temporada, es decir en invernaderos calefactados, su huella de carbono es mayor en comparación con las que se cultivan fuera de España y luego se transportan, por ejemplo, provenientes del Reino Unido. ¿Por qué es así? Porque los invernadores requieren mucha energía y al hacerlo emiten emisiones de GEI. Estas emisiones tienden a ser mayores que las emitidas por el transporte de España al Reino Unido.

Lo mismo pasa con las manzanas que se cosechan en octubre en Europa, pero se almacenan hasta agosto, aunque sean de consumo local, tendrán mayor huella ambiental que otras procedentes de otros cultivos, por el simple hecho que a medida que aumenta el tiempo de almacenamiento en frigoríficos, también aumenta la cantidad de energía necesaria, y volvemos a lo comentado en el anterior ejemplo.

Otro gran ejemplo es el aguacate, una de las frutas más contaminantes. ¿Os preguntáis por qué es así? El aguacate es producido principalmente en Sudamérica, América Central y en algunas zonas del Mediterráneo, así que podemos definirlo como un producto de importación. Su creciente demanda ha provocado que los productores estén propiciando la deforestación de grandes zonas boscosas para dedicarlas al cultivo de esta fruta.

Ventajas de consumir productos de temporada

Ya hemos visto que las frutas y verduras que se cultivan en el exterior durante su temporada natural sin gran uso de energía adicional y que se consumen en el mismo país suelen tener los GEI más bajos y se consideran más respetuosas con el medio ambiente. Pero ¿qué otras ventajas tiene consumir productos de temporada?

  • Son alimentos frescos. Por ello, su sabor, textura y aroma serán los auténticos. Además, muy a menudo, las frutas y verduras procesadas contienen grasas y aditivitos artificiales.
  • Conservan mejor todos sus nutrientes. Cuando cultivamos las verduras y frutas de temporada, es decir con el clima adecuado y pudiendo completar su ciclo natural, conservan en mayor medida todas sus propiedades nutricionales.
  • Son más económicos. Como lo lees, los productos estacionales o de temporada son más económicos, ya que al no ser importados evitamos el coste relativo a su transporte.
  • También son más sostenibles. Comprando alimentos estacionales estamos apostando por la producción y el consumo local, lo que conlleva un menor gasto de energía, debido al ahorro en su transporte y distribución y también en la de almacenamiento, ahorrando calefacción o iluminación artificial para su refrigeración.
  • Facilitan el consumo de las 5 raciones diarias de frutas y verduras que se aconseja. Teniendo en cuenta que estos alimentos tienen mejor sabor y aroma, y son frescos, los hace más apetecibles y puede ayudar a conseguir el consumo mínimo diario aconsejado.

Apostamos por la ecología. Consumir verduras y frutas de temporada supone respetar su ciclo natural, luchando contra el cultivo intensivo, que agota el suelo y, que, además, utiliza químicos excesivamente.

 

Cómo saber cuáles son las frutas y verduras de la temporada

Es muy sencillo, tan solo tenemos que seguir el calendario de verduras y frutas de temporada, estos varían en función de la localización. En el caso de España, podremos descubrir por ejemplo que las fresas se cultivan de forma natural de enero a junio y que cuando mejor están, es entre febrero y mayo. Nos permitirá hacer recetas más ricas y sabrosas porque el ingrediente estará en su momento óptimo estacional. Además, seguir el calendario nos servirá como recordatorio para cocinarlas más a menudo.

Incorporar a nuestra dieta las frutas y verduras de cada temporada nos permite llevar una alimentación sana, equilibrada y sostenible. Sin embargo, elegir frutas y verduras de producción local y de temporada es sólo un aspecto de comer de manera más sostenible. Ya que no hay que olvidarse que la reducción del consumo de productos de origen animal y la reducción de los desechos de alimentos, son también partes esenciales de una dieta sana y sostenible.

Como hemos comentado en este artículo, la industria de los alimentos no solo genera toneladas de desechos al año, sus cadenas de producción y transporte también emiten GEI. Por eso, escoger alimentos de temporada es una excelente oportunidad para cuidar tanto nuestra salud como la de las futuras generaciones, dejándoles un planeta más sano.

Si queremos construir un futuro con más salud, igualdad y paz, es fundamental mejorar los sistemas alimentarios actuales. Mejores sistemas alimentarios darán lugar a un mundo con mayores oportunidades para prosperar. Todos somos parte del sistema alimentario y todos podemos ser parte de la acción para contribuir al cambio que necesitamos.

 

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