SOSTENIBILIDAD| 13.06.2022
¿Cómo ha cambiado nuestra movilidad?
La manera en que nos movemos está cambiando. La irrupción de la pandemia ha sacudido los cimientos de la movilidad, y otros factores como el desarrollo de la tecnología o la preocupación medioambiental están haciendo evolucionar los medios de transporte que hacen funcionar la economía y nuestro propio día a día. Transporte público, coches eléctricos, disminución de la presencialidad o el empleo del vehículo privado son cuestiones en las que ya se nota la huella de más de dos años de transformaciones, y en las que se pueden observar algunas claves del futuro de la movilidad.
El cambio más inmediato ha sido la sustitución de una parte de los encuentros presenciales por los medios en línea. Con la extensión del teletrabajo, ahora vamos menos a la oficina. Pero no solo eso, se ha producido un cambio en la mentalidad y el desarrollo de soluciones que permiten hacer en un clic actividades que hasta hace poco suponían casi siempre hacer un desplazamiento, como compras, trámites o incluso una consulta con el médico. Esto persigue también una mayor sostenibilidad, un objetivo que se encuentra en el centro del debate sobre el transporte. Pero ¿cómo de profundas han sido estas alteraciones de la forma en que nos movemos? ¿Han sido circunstanciales o un punto de inflexión?
El transporte público, el principal perjudicado
No hay una respuesta simple a la pregunta de cómo ha cambiado nuestra movilidad. Pero, con los datos en la mano, uno de los efectos más notables ha sido el descenso en el uso del transporte público. El obligado distanciamiento social llevó a los ciudadanos a alejarse de lugares como estaciones, trenes y autobuses, con mayores riesgos de contagio por la concentración de personas. Pero, dos años después, este tipo de transporte es el que más lento se ha recuperado; una mala noticia porque tiene un menor impacto medioambiental.
Es en las ciudades, caracterizadas por una movilidad más compleja, donde más se ha notado esta tendencia. Las grandes urbes occidentales utilizan menos el transporte público que antes de la pandemia. Madrid, Barcelona, París, Londres, Berlín, Roma, Nueva York, Ciudad de México o Buenos Aires siguen registrando importantes caídas del número de viajeros, según las fuentes de información de aplicaciones GPS y de las corporaciones de transporte locales.
La principal causa de esta menor afluencia en los trenes y autobuses es el teletrabajo, y se da principalmente en entornos urbanos por el mayor peso de la tecnología en su economía. Por ello, este efecto es menor, por ejemplo, en ciertas grandes ciudades latinoamericanas, que han visto cómo sus redes de transporte público volvían a los niveles previos a la pandemia, ya que en ellas hay menos profesionales que puedan hacer su trabajo en remoto.
Los coches vuelven a las carreteras
Otra de las principales conclusiones al observar las tendencias de movilidad es que el vehículo privado sí ha recuperado su ritmo. Es un movimiento que se puede apreciar en las sucesivas olas de COVID: cuando, tras momentos de medidas más restrictivas, se retomaba la actividad económica, el tráfico de vehículos particulares también aumentaba en paralelo, mientras que el transporte público lo hacía más lentamente.
Actualmente, las carreteras europeas y americanas ya están en general muy cerca de los niveles prepandemia, según las fuentes de información pública, una tendencia que confirma el repunte de los accidentes viales que se han registrado. Varios factores explican esta preferencia por el vehículo privado: falta de alternativas, necesidades laborales o, simplemente, por la mayor comodidad o el menor tiempo invertido en los desplazamientos.
Pero la contracara es la contaminación que supone. El CO2 que emiten con su combustión es el principal gas de efecto invernadero, responsable del calentamiento global, y generan partículas que son nocivas para el ser humano. Las grandes ciudades del planeta están creciendo en población, algunas de ellas ya tienen graves problemas de polución que tienen como consecuencia más enfermedades de origen respiratorio, y tenemos la necesidad de frenar el cambio climático; en este contexto, el aumento del tráfico de vehículos privados en las carreteras plantea grandes retos.
El coche eléctrico sube imparable pero aún es minoritario
La gran apuesta global para hacer la movilidad más sostenible es, hoy en día, el vehículo eléctrico. La mayor concienciación medioambiental ha movido a que Gobiernos de todo el mundo promuevan e incentiven su uso, especialmente en la Unión Europea, un cambio que también protagonizan muchas empresas. Y, gracias a estos esfuerzos, la presencia de vehículos eléctricos es hoy mucho mayor que hace una década. La magnitud de esta transformación se puede apreciar claramente en cifras: en todo el año 2012, se vendieron 130.000 coches eléctricos; unas ventas que se alcanza en la actualidad en solo una semana, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Este cambio se ha acelerado en los últimos tres años. En 2019, se vendieron 2,2 millones de unidades de coches eléctricos en el mundo, un 2,5 % de las matriculaciones totales. En 2020 cayeron las ventas de coches a nivel global, pero las de eléctricos fueron contra corriente y sumaron 3 millones, un 4,1 % del total. Y el año pasado se doblaron hasta los 6,6 millones, con el 9 % de las ventas de nuevos automóviles. Sin embargo, la AIE estima que hay unos 16 millones de vehículos eléctricos circulando por las carreteras de todo el mundo, y esto supondría entre el 1 % y el 2 % del parque móvil mundial.
Como vemos, el uso de vehículos eléctricos se encuentra al alza, pero siguen siendo una opción minoritaria. El desarrollo tecnológico y de infraestructura será la clave de su papel en el futuro. Y es que son necesarios una mayor autonomía y un menor tiempo de carga, al tiempo que se expande la red de puntos de “repostaje” eléctricos, para que se consolide como una alternativa definitiva al coche de combustión. También la investigación en otras fuentes de energía como el hidrógeno podría dar la vuelta al escenario de la movilidad.
Surgen otros tipos de movilidad
Otro gran cambio que ha tenido lugar en los últimos años es el aumento en el empleo de los Vehículos de Movilidad Personal (VMP), como patinetes eléctricos y bicicletas. La electrificación de estas opciones, al hacerlas más cómodas y ágiles para el día a día, ha ayudado en gran medida a extender su uso. También han contribuido a su popularidad otros fenómenos en auge dentro de la movilidad de las ciudades, como el del uso compartido a través de aplicaciones.
Las ventas de los VMP crecen anualmente a dos e incluso tres dígitos en los países europeos. En sus ciudades proliferan y se expanden los carriles bici, un movimiento que también comienza a observarse en Latinoamérica, con ciudades como Bogotá que son referentes mundiales en este aspecto. Y es que en muchos casos quizás no puede ser un sustituto del vehículo privado o el transporte público, pero sí una buena opción para desplazamientos cortos, con la ventaja añadida de ser más sostenibles.
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