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SOSTENIBILIDAD| 05.06.2024

El biometano, el gas verde que llega donde no lo hace la electricidad

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El biometano es un tipo de biogás que se produce a partir de residuos biodegradables. Sobresale por su versatilidad y capacidad de almacenamiento, además de jugar un papel clave en la transición energética europea.

Industria y Administración pública se unen, junto con la sociedad en general, para lograr uno de los desafíos más importantes y determinantes del siglo XXI: lograr la transición energética que hará del mundo un lugar más respetuoso con el medio ambiente. Cientos de investigadores de todo el planeta se afanan por encontrar la clave que impulse el cambio de modelo que tanto ansiamos, un cambio que vendrá de la mano de las energías verdes. En ellas, el biometano se erige como una de las más efectivas. ¿Qué es este gas verde? ¿Para qué se utiliza? ¿Con los restos orgánicos de casa se produce biometano? ¿Cuál es la situación del biometano en España?

El biometano proviene del biogás, es decir, el gas resultante de la digestión anaerobia de residuos biodegradables, lo que da un gas con metano, dióxido de carbono e impurezas. Este gas sufre un proceso de acondicionamiento mediante el cual se eliminan las impurezas, y otro de enriquecimiento por el que también se reducen los niveles de CO2, y se elevan los de metano: lo que queda después es el biometano.

“Con el biometano tenemos un gas equivalente al gas natural, así que se puede utilizar para alimentar un coche, calentar una casa y para usos industriales”

En este sentido, su materia prima son los residuos orgánicos, tales como las sobras de la comida en los hogares, la piel de las patatas o la monda del plátano. «También están los purines, las deyecciones ganaderas, de las que se puede producir biometano como una solución, no solo desde el punto de vista energético, sino medioambiental», apunta Xavier Flotats, profesor emérito de ingeniería ambiental en la Universitat Politècnica de Catalunya. A ellos se suman los fangos de las plantas de tratamiento de aguas residuales, la industria alimentaria, como fábricas de conservas y mataderos industriales, y otras factorías como las de cerveza, harina y pienso.

La versatilidad del biometano

«De entrada, con el biometano tenemos un gas equivalente al gas natural, así que se puede utilizar para alimentar un coche, calentar una casa y usos industriales», apunta el experto. Así pues, el biometano aparece como una de las energías verdes óptimas que puede llegar allá donde la electrificación es más complicado que lo haga. Por ejemplo, el transporte pesado, así como procesos industriales que tienen lugar a altas temperaturas. 

Una de las grandes características del biometano es su versatilidad, tal y como recalca Flotats: «Lo curioso es que este gas también lo puedes almacenar. La red de gas europea es de 1.100 teravatios/hora mientras que la red eléctrica no te da esa capacidad de almacenamiento», añade. Por ello, cuando falte energía eléctrica renovable, que depende de fenómenos climáticos externos como el viento o el sol, el biometano se postula como una de las mejores alternativas.

Decenas de plantas proyectadas en España

En este sentido, Flotats considera que en España todavía prevalece cierto «miedo institucional» para financiar algo que ya debería estar encima de la mesa. Sin ir más lejos, en Francia han llegado a un acuerdo empresas gasistas y Gobierno para fijar el precio del megavatio/hora durante unos 15 años: «Esto fortalece el sistema porque ganaderos pequeños se pueden unir para crear una planta de biometano. Es decir, promueve la iniciativa privada gracias a la seguridad que les aporta el Estado», dice Flotats. De hecho, en el país galo se inauguran unas tres plantas de biometano a la semana, de media.

En España todavía prevalece cierto “miedo institucional” para financiar algo que ya debería estar encima de la mesa

En España, en cambio, se han aprobado diferentes líneas de subvenciones, pero solo orientadas a la construcción de las plantas, nada relacionado con la producción. Este profesor emérito considera que «tenemos mucho potencial y cada vez aparecen más empresas de ingeniería con proyectos». “Gracias a tener una industria agroalimentaria puntera en Europa, contamos con uno de los mayores potenciales del continente para el desarrollo de esta tecnología, que no solo nos permitirá crear una industria nacional e independiente de gas renovable, sino que potenciará el crecimiento de aquellas empresas agroalimentarias que tienen limitado su crecimiento por no ser capaces de dar una salida sostenible a sus residuos”, explica Fernando García de la Santa, gestor de fondos de infraestructura de MAPFRE.

MAPFRE multiplica las plantas por cinco

Por todo ello, parece lógico que las grandes empresas también apuesten por este tipo de energía verde. MAPFRE lanzó en junio de 2023 el fondo MAPFRE Energías Renovables II, FCR, con un objetivo tan ambicioso como el reto al que nos enfrentamos: invertir en el desarrollo de entre 20 y 25 plantas en España en un periodo de cinco años, lo que llegará a generar un total de 70 puestos fijos y 240 puestos indirectos de trabajo.

Situando el proyecto en la realidad del país, una vez que haya surtido efecto, las inversiones que hacemos desde MAPFRE habrán permitido multiplicar por cinco la capacidad instalada actualmente de este gas verde en el territorio español.

Ahora, el fondo ha recibido el apoyo del Instituto de Crédito Oficial (ICO), que a través de su brazo inversor especializado en capital privado invertirá 15 millones de euros. El proyecto, que supone un claro ejemplo del compromiso de la compañía con las inversiones socialmente responsables, se focaliza en diversos ejes cruciales que potencian la transición energética: la descarbonización del planeta, la crisis de energía, la alta dependencia de la importación de gas natural y la inversión en el medio rural a través de la agricultura y la ganadería. “Es un proyecto muy ilusionante que cumple todos los ingredientes que nos entusiasman como empresa: tiene un fuerte foco social, ya que se crearán puestos de trabajo en entornos rurales con menos oportunidades, facilitando una solución sostenible y rentable a ganaderos y agricultores”, señala García de la Santa. “No solo incrementa la independencia energética del país, sino que se crea una industria de biofertilizantes fundamental para dar al campo soluciones locales de descarbonización, en un claro ejemplo de economía circular. Por último, se trata de un negocio altamente rentable, con un modelo de negocio robusto gracias al desarrollo del sistema de garantías de origen, que permite tener al inversor una visibilidad clara sobre los flujos de caja”.

Desde su lanzamiento, el fondo MAPFRE Energías Renovables II está desarrollando un total de nueve plantas entre Extremadura, Castilla y León y Madrid. Se prevé que alcancen la fase de construcción en el último trimestre del año y principios del 2025 y que estén operativos a lo largo de 2025. Adicionalmente, IAM Carbonzero tiene en estos momentos identificados 20 proyectos en fase de originación en las comunidades de Andalucía, Aragón, Cataluña, Castilla La Mancha, Murcia y Galicia.

 

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