SOSTENIBILIDAD | 20.05.2021
¿Se pueden aprovechar los recursos del Amazonas de forma sostenible?
Somos conscientes de que es una pregunta compleja. Y en cierto modo secundaria. Lo más importante ahora mismo es salvar el mayor bosque tropical del mundo y uno de los pilares sobre los que se asienta un futuro viable para nuestro planeta. Una vez tengamos esto claro se puede explorar la posibilidad de aprovechar sus inmensos recursos, siempre desde el respeto más escrupuloso a la sostenibilidad.
La importancia de salvar el Amazonas
A estas alturas sería extraño que alguien dudara del incalculable valor ecológico que atesora el Amazonas. Sin embargo, no es la principal fuente de oxígeno de la Tierra, como algunos piensan, lo que podría poner en entredicho la poética expresión “pulmón del planeta”; ese papel lo juegan nuestros océanos, aunque el aporte del Amazonas no es desdeñable: produce un total del 20 % del oxígeno. Esta masa forestal, la mayor de la Tierra, es la encargada de absorber hasta 2.000 millones de toneladas de CO2 y ocupa un lugar preeminente en la hidrología del planeta.
Desde la web de World Wildlife Fund (WWF) inciden también en el tema del CO2, pero nos dan más información sobre la importancia del aporte de agua de una gran selva tanto a la atmósfera (por la evaporación y la transpiración de las plantas) como al océano desde los ríos; evidentemente en este caso hablamos muy especialmente del río más largo y caudaloso del mundo: el río Amazonas.
Estos aportes hidrológicos tienen una influencia vital en el clima, tanto a nivel local como en todo el planeta. La selva amazónica, pese a su retroceso, sigue siendo un inmenso reservorio de especies de animales y plantas por descubrir. Muchas de estas plantas, conocidas o por conocer, tienen un gran potencial medicinal apenas investigado.
El gran problema de la deforestación y las madereras ilegales
Solo es necesario detenerse unos instantes a consultar algunas cifras para poner en contexto el grave problema que supone la deforestación imparable de esta zona del planeta. Durante el primer semestre del año pasado, de enero a junio, se batió un nuevo récord, con un total de 3.070 km2 devastados.
Son muchas las actividades negativas para la selva amazónica: la minería, la ganadería, la búsqueda de oro y, muy especialmente, la industria maderera. Por un lado, el gobierno brasileño, encabezado por Jair Bolsonaro, ha puesto en marcha múltiples proyectos económicos en la Amazonía, quizás demasiados, pero por otro existe un problema aún más grave: la tala ilegal de madera.
Los países que comparten la selva amazónica (recordemos que son 8 o 9 dependiendo si contabilizamos a la Guayana francesa) se enfrentan con este problema a diario. Por ejemplo, en Perú, el organismo encargado de afrontar esta lucha sin cuartel es el Servicio Nacional Forestal. Su falta de medios es patente y dependen en gran medida de la colaboración de las ONG.
En Brasil, por su parte, la institución encargada de perseguir la tala ilegal es el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables, más conocido como IBAMA, que tras 30 años en la pelea se topa con toda clase de dificultades, incluidos algunos palos en las ruedas puestos por parte del gobierno actual.
El gran problema de la deforestación y las madereras ilegales
No cabe duda de que la riqueza forestal de la selva amazónica es inconmensurable, así que la pregunta surge por sí sola: ¿se puede aprovechar esta riqueza de forma sostenible, sin comprometer el futuro de nuestro planeta?
No es una cuestión que se pueda resolver en un artículo como este, pero lo que sí podemos hacer es comentar una experiencia que lo ha intentado. Fracasó, pero ahora veremos por qué.
Llegamos a la historia de la empresa maderera Amata y sus planes para producir o mejor dicho cosechar madera, gracias a The Wall Street Journal. Los planes de esta compañía eran trabajar en la zona occidental del Amazonas y talar un único árbol por cada acre de terreno (unas 0,40 hectáreas).
Esta es una forma de extraer madera del bosque, pero dando a cada zona del mismo el tiempo suficiente para recuperarse y seguir creciendo. Amata es una empresa brasileña de silvicultura que tiene una concesión pública; trabajan en colaboración con el organismo FSC (Forest Stewardship Council) para promover el uso de técnicas forestales de bajo impacto en el medioambiente.
Después de hacer, desde el año 2010, una fuerte inversión económica para trabajar en la concesión recibida, un total de 178 millas cuadradas de selva amazónica (unos 461 kilómetros cuadrados), nos cuenta el diario estadounidense que en abril del año pasado se vieron abocados a dejarlo. ¿La causa? Los madereros ilegales invadieron su terreno talando y destruyendo árboles sin que, al parecer, las autoridades brasileñas fueran capaces de ponerles coto.
La administración del país tiene claro, eso sí, que quiere hacer más concesiones para trabajar de forma legal, pero la deforestación descontrolada por parte de madereros ilegales sigue siendo cotidiana. Es un callejón sin salida que inhabilita cualquier debate. ¿Falta de voluntad política o de medios?
Un pequeño apunte sobre Europa
Aunque la intención de estas líneas era hablar sobre el Amazonas, también interesa saber cuáles son los planes de la Unión Europea sobre este tema. En la web del Parlamento Europeo encontramos algunas respuestas.
Se hace, en principio, una apuesta clara por la silvicultura sostenible y se plantea la necesidad de la lucha contra la deforestación.
Se ponen sobre la mesa medidas como el uso de satélites para mejorar la detección temprana de desastres naturales, controles en las fronteras para impedir la entrada de productos no sostenibles y una evaluación sistemática del impacto que cualquier acuerdo comercial tenga sobre el estado de los bosques.
¿El objetivo final? Luchar contra el cambio climático pero a la vez ayudar a la creación de millones de empleos sostenibles en todo el mundo.