SEGUROS| 06.06.2024
¿Vivimos en una “era de riesgos exponenciales”?
En un mundo cada vez más interconectado, un accidente de un carguero puede ser mucho más que un simple incidente y alterar las cadenas de suministros globales, el precio de los bienes, la producción industrial o tensionar las relaciones entre países. Es un ejemplo de lo que Moody’s, una de las tres grandes agencias de calificación, llama “riesgos exponenciales”, una tendencia que supone grandes desafíos y también oportunidades para el sector asegurador.
Inestabilidad geopolítica, presiones inflacionarias, ciberataques, rupturas de las redes de comercio internacional o eventos climáticos extremos se encuentran entre los mayores riesgos que se enfrentan a nivel mundial. Combinados con la globalización o la digitalización, un reciente informe de Moody’s apunta que los riesgos están cambiando su propia esencia y ya no son amenazas lineales, sino que se ven afectados entre sí, dando lugar a una “era de riesgos exponenciales”.
“Nunca antes los riesgos individuales habían tenido el potencial para causar tanta disrupción generalizada”, añaden a esta idea los analistas de Moody’s. En la misma línea, desde MAPFRE Economics, el centro de estudios económicos de MAPFRE, creen que una de las principales características de los actuales retos globales es su interconexión.
“Los riesgos analizados en los últimos años han evolucionado y demostrado su interconexión a lo largo del tiempo, subrayando la necesidad de abordar los desafíos económicos y geopolíticos de manera integral”, apunta Gonzalo de Cadenas-Santiago, director de Análisis Macroeconómico y Financiero de MAPFRE Economics. Este centro ha publicado el informe Entorno de riesgos 2024-2026, una mirada al entorno global y sus riesgos, en la que se observa su “dinámica cambiante”.
La tecnología o el comercio, entre los principales causantes de los “efectos dominó”
Hay tres factores que están llevando a que los riesgos sean exponenciales, según Moody’s:
- La “red interconectada de relaciones” que poseen ahora la mayoría —si no todas— las organizaciones y naciones. Y es que pocas entidades operan de forma aislada.
- La “conectividad subyacente que nos une a todos”. Estas interdependencias son tanto “sistémicas”, es decir, que todas las organizaciones necesitan a otras para desempeñar sus funciones; como tecnológicas: estamos vinculados —por software, integración de sistemas o comunicación electrónica básica— unos a otros.
- La “naturaleza multidimensional de los nuevos riesgos” que prosperan en este entorno interdependiente. Por ejemplo, los cibernéticos, que suponen un problema en varios frentes: tecnológico, geopolítico, económico…
Como resultado, naciones y empresas son ahora cada vez más vulnerables a un “efecto dominó” de riesgo, señala Moody’s. “Un único riesgo, que afecta a una sola empresa o país, desencadena otros riesgos a lo largo del tiempo, tanto dentro de la propia entidad como fuera de ella”, añaden.
Hay numerosos ejemplos de esta tendencia: un conflicto militar que crea inseguridad energética, interrupciones en el suministro de materias primas, inflación al alza o una crisis de refugiados; un ataque de ransomware dirigido a un oleoducto provoca la falta de bienes y productos en varios mercados; un evento climático destructivo hace que se cierren cadenas de suministro vitales, impactando en el comercio, la disponibilidad de alimentos y la seguridad nacional; la automatización de cultivos agrícolas los vuelve enormemente vulnerables a ciberataques… Todos ellos son riesgos que, al colisionar con otros, se amplifican.
Las respuestas han de ser coordinadas
Desde MAPFRE Economics señalan hacia dónde debería dirigirse la respuesta a estos problemas. Frente a la “interconexión compleja” de los riesgos y desafíos globales, cobra una mayor importancia “la cooperación internacional y entre sectores público y privado, y el liderazgo proactivo para mitigar de manera efectiva los riesgos emergentes y de largo plazo”, defiende Gonzalo de Cadenas-Santiago, del centro de estudios de MAPFRE.
Y es que, frente a problemas de dimensión global, las autoridades difícilmente podrán tener éxito adoptando medidas si estas no son coordinadas. Y las empresas requerirán de una colaboración cada vez mayor con otras compañías a nivel internacional e interlocución con Gobiernos e instituciones para enfrentar los riesgos que afectan a su actividad.
Oportunidades —y retos— para el sector asegurador
El sector asegurador es el encargado de ofrecer protección, mediante indemnizaciones y otras vías, cuando los riesgos se materializan. Por tanto, un aumento de su coste, como anticipa Moody’s, tendría un gran impacto en la actividad de las compañías del sector, uno de los más afectados por esta tendencia.
En este escenario, las tecnologías que permitan anticiparse a las dinámicas, como el análisis de datos o los modelos de riesgos, herramientas cada vez más sofisticadas, serán un elemento clave para la adaptación y la viabilidad del sector.
Además, no son necesariamente malas noticias y, aunque suponga retos para las compañías, una redefinición del escenario de riesgos puede implicar también nuevas necesidades que cubrir. También sirve para poner en valor el sector, que con su cobertura hace más resistente a los actores económicos frente a las potenciales amenazas. Ciberseguros o protección frente a incidencias climáticas son algunos de los puntos en los que se puede apreciar cómo la demanda de soluciones aseguradoras irá en aumento.
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