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SEGUROS | 18.02.2020

¿Por qué subvencionar el seguro de cosechas?

Emma Lage

Jefa del Departamento de Riesgos Agrícolas de MAPFRE RE

Los habitantes de las ciudades no solemos tener en mente el siguiente concepto: las ciudades no producen los alimentos que necesitan y consumen sus habitantes. Es una realidad inherente al propio concepto de ciudad, que la RAE define como “Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.” Pero que no lo tengamos presente no hace que sea menos verdad: es gracias a que existen personas cultivando la tierra y produciendo comida en el medio rural que los habitantes de las ciudades podemos permitirnos el lujo de no preocuparnos por su abastecimiento. Y puede que no tengamos presentes a los agricultores del mundo cuando vamos al supermercado, pero hasta el producto más elaborado, procesado e industrial que encontramos en el lineal ha sido producido a base de materias primas cultivadas en la tierra. La agricultura es la única manera que tiene la humanidad de alimentarse: las plantas cultivadas constituyen el 80 % de los alimentos que comemos. ¿Puede haber un sector más estratégico que este?

Sin embargo, vivir de la agricultura es (cada vez más) difícil: a los riesgos de mercado (que el precio final de producto no cubra los costos de producción, por ejemplo) hay que unir, entre otros, los riesgos climáticos: granizo, helada, sequía, inundaciones, etc. Son muchos los factores que pueden comprometer la viabilidad económica de una explotación agrícola, a menudo la cosecha representa el salario anual de los productores y está expuesta a todo tipo de fenómenos que pueden mermarla o arrasarla de un día para otro. Y puede que un mal año no comprometa solo la cosecha del momento, sino la posibilidad de seguir sembrando al año siguiente. Pese a todos los avances tecnológicos, que son muchos y muy variados, la producción de alimentos mundial sigue dependiendo del cielo y de la tierra.

 

Imagen de un tractor en un campo

Para evitar el abandono de la actividad agraria y frenar el éxodo rural, protegiendo así la agricultura nacional como sector estratégico de producción de alimentos, muchos países apoyan a sus agricultores con ayudas extraordinarias en momentos de crisis. Pero algunos países, como España, EE.UU., Canadá, Turquía o Brasil por citar solo algunos, apuestan por un sistema mucho más eficiente, justo y eficaz de gestión de riesgos climáticos en la agricultura: incentivan la compra de seguro de cosechas entre sus productores, subvencionando una parte de la prima que, por la pura naturaleza del riesgo, es elevada comparada con la de otros tipos de pólizas.

Subvencionando una parte de la prima que pagan los agricultores, el Estado puede presupuestar cada año el dinero que destinará a sostener al sector productor frente a los riesgos climáticos y nos transfiere al sector asegurador y reasegurador, los profesionales del riesgo, las desviaciones de siniestralidad que ocurren inevitablemente cuando se presenta la catástrofe. Y todos los ciudadanos contribuimos a que los agricultores continúen produciendo alimentos, conservando el entorno y poblando el medio rural mientras la mayoría habitamos las ciudades.