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SEGUROS| 26.04.2021

¿Es una pandemia un riesgo asegurable? Solo mediante la colaboración público-privada

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El seguro tiene su razón de ser en la gestión de los riesgos. Y trata de ofrecer soluciones para todos aquellos que han sufrido un daño, incluso en situaciones en donde la cuantificación del riesgo es a veces un desafío, como en los eventos catastróficos o el ciber riesgo.

Pero hay ocasiones en que directamente el sector asegurador no tiene la capacidad de asumir en solitario esa tarea. Por ejemplo, es imposible que las aseguradoras modelen y pongan precio al riesgo de interrupción de negocios por una pandemia, ya que este riesgo está directamente relacionado con las decisiones de los gobiernos de implementar medidas de confinamiento para contener el virus.

Además, es un riesgo de naturaleza sistémica, lo que quiere decir que las pérdidas máximas no son manejables desde el punto de vista de la solvencia de las compañías aseguradoras.

Por eso, es necesario explorar mecanismos de colaboración público-privada que permitan mejorar la preparación y resistencia de las sociedades ante la materialización de riesgos tan excepcionales como el experimentado este último año.

Como explica Bosco Francoy, CEO de MAPFRE Global Risks “la experiencia del sector asegurador para proveer soluciones a las grandes catástrofes está más que contrastada a lo largo de la historia. Para ello, el conocimiento del riesgo y su modelización es imprescindible para calcular una prima y mutualizar los efectos del daño. Pero ante situaciones inesperadas e imprevistas se han puesto en funcionamiento soluciones público-privadas efectivas en beneficio de la sociedad. La irrupción de una pandemia como la que estamos sufriendo encaja perfectamente para trabajar de nuevo en este tipo de colaboraciones”.

La Asociación de Ginebra acaba de publicar un estudio, How Much ‘Skin in the Game’? Public-private solutions to pandemic risk, firmado por Kai-Uwe Schanz, en el que aborda precisamente esta cuestión, e identifica hasta cuatro soluciones alternativas de gestión del riesgo pandémico público-privadas. Todas ellas otorgan a los gobiernos un papel de liderazgo, como asegurador de último recurso, al igual que sucede en última instancia en el sector bancario. Veamos cuales son las alternativas.

  • Seguro directo obligatorio o voluntario ofrecido por el gobierno y administrado por aseguradoras privadas: el sector público ofrecería seguros voluntarios u obligatorios a las empresas expuestas al riesgo de una pandemia.
  • Respaldo de reaseguro del gobierno obligatorio o coberturas voluntarias del sector privado: los gobiernos brindarían cobertura de reaseguro a las aseguradoras del sector privado que se activa por encima de un cierto umbral y hasta cierto límite.
  • Seguro social obligatorio: cobertura modesta del sector público con participación obligatoria a través de pagos previos al evento (por ejemplo, impuestos o gravámenes)
  • Protección posterior al evento: una red de seguridad ad hoc ofrecida por los gobiernos a los afectados.

De estas cuatro, la única que se está aplicando actualmente es la última, es decir, la compensación en forma de ayudas públicas, rescates y créditos en condiciones ventajosas que están recibiendo determinados sectores afectados por los efectos de la pandemia. Pero esta opción deja fuera a muchos afectados.

Según se explica en el informe, menos del 1% de los 4.5 Billones de dólares de pérdidas de PIB estimadas por la pandemia estaría cubierto por el seguro privado, lo que refleja las exclusiones de cobertura consistentes con lo explicado al principio del artículo, así como el poco recorrido del seguro de interrupción de negocio, que representa menos del 2% del mercado mundial de seguros de No vida.

En resumen, que las aseguradoras pueden jugar un papel muy importante en este proceso y aportar su experiencia en un amplio espectro, que va desde la fijación de precios y la oferta de cobertura limitada hasta la distribución y el apoyo administrativo. Para poder dar una solución que proteja el riesgo de los asegurados sin poner en cuestión la supervivencia de los aseguradores, es necesaria la involucración del sector público, con alternativas como la que plantea este estudio de la Asociación de Ginebra.