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SALUD| 23.06.2022

Veganismo ¿moda o alternativa para salvar al planeta?

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Estamos en un momento de cambio histórico. Nos encontramos en la Década de la Acción, un contexto de urgencia en el que tenemos la oportunidad única de colaborar para hacer frente a los retos sociales y medioambientales. En MAPFRE sabemos que, ante estos desafíos globales, la respuesta sólo puede ser colectiva.

Queremos seguir reflexionando sobre cómo hacer las cosas de manera diferente y vencer la resistencia al cambio.  Estamos convencidos de que el cambio es posible y queremos formar parte del mismo. Hoy reflexionamos sobre uno de los debates más repetidos en materia de sostenibilidad, cómo afecta nuestra alimentación al planeta. ¿Te unes a la reflexión?

¿Es el veganismo clave para salvar el planeta?

Hace años que el consumo de carne es un tema de debate, a nivel mundial el impacto ambiental de la ganadería hace tiempo que está sobre la mesa. En artículos anteriores ya hemos hablado de las consecuencias para el planeta de los sistemas actuales de producción de alimentos, ya que buena parte de ellos tienen un gran impacto en nuestro planeta, por su emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI) y que son causantes en gran medida del famoso cambio climático.

En el artículo de hoy hablaremos de un debate frecuente: ¿es el veganismo la solución a los problemas del planeta? Pues, aunque a simple vista puede parecer una pregunta fácil de contestar, hay muchos puntos de vista encima de la mesa y hay que abordarlos todos para intentar encontrar algunas respuestas.

Es importante recalcar que cuando hablamos de “practicar el veganismo” hace referencia a un concepto mucho más amplio, que implica que todas nuestras actividades respeten el derecho de la salud y la vida de los demás seres, no sólo a la alimentación en particular. Sin embargo, en este artículo nos centraremos en esta, ya que es la que tiene un mayor impacto en la protección del medio ambiente.

¿Cuál es el punto de vista de los organismos institucionales?

En 2019, el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC), lanzó un informe especial bajo el título “El cambio climático y la tierra”. Ese estudio recordaba que el total de las emisiones netas de GEI procedentes de la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra asciende a 12,0 +/- 2,9 Gt de CO2 equivalente/año, como promedio del periodo 2007-2016; lo que representa el 23% del total de las emisiones de GEI.

Ese análisis de la situación, actualmente vigente, advertía de la necesidad de poner en práctica sistemas de gestión agrícolas, ganaderas, silvícola y forestal que supongan una reducción de las emisiones actuales de GEI. En el informe daban opciones de aplicación como apostar por alimentaciones con un mayor peso en productos vegetales y la reducción de la producción y consumo de carne y derivados.

Fruto de ese informe y otros estudios recientes, el veganismo o vegetarianismo, se ha impuesto como una de las fórmulas efectivas para combatir la crisis climática para muchas personas, pero el debate está abierto y cada sector tiene su propio punto de vista lo que lleva al debate que apuntábamos anteriormente.

El agua, otro recurso a tener en cuenta

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se calcula que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está relacionada con lo que se come. Para producir los alimentos que consumimos habitualmente se requieren grandes cantidades de agua. Por ejemplo, para producir un kilo de ternera se necesitan 15.400 litros de agua u 8.700 litros para 1 kg de cordero.

Según datos de la misma organización, para producir suficientes alimentos que satisfagan las necesidades diarias de una persona se requieren alrededor de 3.000 litros de agua. El agua dulce es un recurso renovable, pero es finito.  Si tenemos en cuenta que hoy en día somos más de 7 mil millones de personas que alimentar en todo el mundo y que se prevé un crecimiento hasta los 9 mil millones en 2050, debemos buscar alternativas que puedan satisfacer nuestras necesidades sin comprometer a los recursos del planeta.

Otros estudios recientes

Si buscamos referencias y estudios más recientes, en febrero de 2022, se publicó un estudio, elaborado por expertos de la Universidad de California, Berkeley, y la Universidad de Stanford, que ha analizado el impacto climático de la cría de animales para la alimentación, y en la que concluyen que la eliminación gradual de toda la agricultura animal puede alterar sustancialmente la trayectoria del calentamiento global.

Michael Eisen y Patrick Brown, coautores del estudio, concluyeron que una eliminación gradual de 15 años eliminaría de inmediato alrededor de un tercio de todas las emisiones de metano a nivel mundial y dos tercios de todas las emisiones de óxido nitroso, lo que permitiría que la atmósfera alcance un nuevo equilibrio con niveles más bajos de ambos.

Para el estudio, Eisen y Brown, se basaron en un modelo climático simple para observar el impacto combinado de eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a la agricultura animal y la recuperación de la biomasa como resultado de un hipotético cambio global a una dieta basada en plantas, para su análisis usaron de FAOSTAT, que proporciona acceso gratuito a las estadísticas sobre alimentación y agricultura. En palabras de Brown, “la eliminación de la agricultura animal tendría un impacto mayor en los próximos 20 a 50 años, la ventana crítica para evitar una catástrofe climática y, por lo tanto, debería estar en la parte superior de la lista de posibles soluciones“.

 

Otros puntos de vista que también debemos tener en cuenta

Ya hemos expuesto todos los argumentos que respaldan el cambio al veganismo como alternativa y como un sistema alimenticio menos contaminante, pero, aunque esta opción siempre será mejor para el planeta si se comparan con las dietas de origen animal, no por el hecho de ser “vegetal” implica que sea 100% respetuoso con el medio ambiente.

Aunque hay que ser realista y la producción de alimentos de origen animal multiplica con creces el impacto ambiental de los vegetales, no podemos ignorar la otra cara de la moneda, otros argumentos que destacan que, en ser vegano, en sí mismo, no es lo único que va a ayudar al medio ambiente. Por ejemplo, la sobreexplotación para obtener ciertos productos o traerlos de otras partes del mundo, implican el uso excesivo de recursos. Por ejemplo, aunque vayamos a un supermercado de productos ecológicos y veganos, si estos provienen de la otra punta del mundo, en poco estaremos ayudando a reducir las emisiones de GEI. De hecho, los expertos señalan que el transporte de frutas y verduras importadas, los cuáles suelen venir en transporte aéreo, son culpables de un enorme impacto en la huella de carbono.

Una dieta vegetariana o vegana no es viable en todas las áreas del mundo, ya que algunas tierras no son aptas para el cultivo, lo que supone un gasto adicional en el acondicionamiento de invernaderos y calefacción para su conservación. Si a esto le sumamos que muchos de los productos vegetales vienen empaquetados en plástico y en envases no reutilizables estamos hablando de toneladas de basura y desperdicio, algo nada sostenible. Pasa lo mismo con alimentos sustitutivos de la carne como las hamburguesas vegetales o el tofu, que suelen venir en envases de una sola unidad y envueltos en plástico.

Además, los productos animales poseen más nutrientes por caloría que los productos vegetales por excelencia, como son el arroz y los cereales. Por lo que, según los expertos, si todo el mundo se volviera vegano podríamos generar una crisis sanitaria en los países en desarrollo.

Si buscamos una solución a estos hándicaps expuestos, la solución es más sencilla de lo que parece. La clave está en basar nuestra alimentación en productos locales, y que, además, sean de temporada. De esta manera no solo estaremos mejorando la salud del planeta, menos impacto de huella de carbono, sino que estaremos beneficiando a nuestra salud consumiendo estos productos en su momento óptimo. Eligiendo además esos productos que no dependen de ser importados, estaremos ahorrando esos costes de transporte. En esta línea también es buena idea escoger productos sostenibles y, como hemos ido viendo en este artículo, reducir el consumo de carnes y pescados en favor de los vegetales.

Podemos concluir que no podemos generalizar y relacionar el veganismo como la única forma de salvar el planeta, porque la crisis actual es mucho más, y está relacionada con cómo comemos, producimos, transportamos y consumimos. Son muchas las decisiones que tomamos que impactan en el medio ambiente, y reducirlo solo a nuestra alimentación o nuestras decisiones de consumo, es simplificarlo demasiado.

 

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