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SALUD| 27.04.2022

¿Qué es el “síndrome de la cara vacía”?

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Durante más de dos años, la pandemia ha supuesto grandes cambios en el modo en que nos relacionamos. Y esta alteración ha traído profundas consecuencias psicológicas y emocionales, aunque no siempre sean evidentes a simple vista. Al igual que en los confinamientos más duros, tras meses encerrados, había personas que manifestaban miedo a salir de sus casas (el “síndrome de la cabaña”), ahora el mundo comienza a dejar atrás el uso obligatorio de la mascarilla, pero ya hay muchas personas para quienes esta suponía un elemento de protección más allá de lo sanitario y que se sienten extraños al descubrir su rostro.

Es un fenómeno que se da especialmente en jóvenes y adolescentes, e involucra factores como las inseguridades y la autoestima. Hablamos con José Miguel Sánchez, psicólogo especializado en entornos empresariales y deporte, coach ejecutivo y profesor de IE University, de lo que ya se conoce como el síndrome de la cara vacía”.

¿Qué es el síndrome de la cara vacía?

CARA VACÍAEs un término que se aplica a esas personas que han desarrollado un cierto grado de dependencia de la mascarilla. Este complemento durante los dos últimos años ha estado asociado a la protección. Gracias a ella manteníamos alejado al virus que tantos problemas ha causado en el mundo.

Por esta razón, algunas personas ante la posibilidad de presentarse sin mascarilla en situaciones o lugares concurridos, desarrollan una serie de síntomas relacionados con la ansiedad y que les producen una sensación de desprotección que en muchos casos es irreal.

¿Quiénes son más susceptibles de sufrirlo?

Se da más en adolescentes y personas jóvenes que durante estos dos años han sufrido cambios físicos y con los que por diferentes razones no están muy contentos. Hablamos de acné, manchas en la piel, tratamientos dentales, crecimiento de la nariz, boca o barbilla debido a entrar en la edad adulta, etc. En definitiva, cambios normales, que en vez de mostrarse paulatinamente se muestran de una vez tras dos años de uso obligatorio de mascarilla.

Sin embargo, también se está dando en adultos influenciados por el miedo latente al contagio o por volver a sentirse vulnerables ante los demás.

El haber estado dos años mostrándonos más tiempo en redes sociales que físicamente, también ha influido en este tipo de personas. La razón principal es que en la vida real no podemos utilizar los filtros a los que sí tenemos acceso en muchas redes.

¿Cuáles son las causas del síndrome de la cara vacía?

Tanto en el caso de los adolescentes y jóvenes como en el caso de los adultos, hay varios factores que intervienen; el miedo, a veces excesivo, al contagio, la inseguridad ante los eventos sociales, la baja autoestima y la no aceptación de quién y cómo soy.

Cuando se juntan los cuatro, la mascarilla aporta a este tipo de individuos una protección ante la enfermedad y una supuesta protección ante la situación social.

¿Por qué afecta más a unas personas que a otras?

Depende de nuestra vulnerabilidad ante dos tipos de situaciones:

  • La primera es el miedo al contagio por ser una persona de riesgo o por convivir con personas con un sistema inmunológico deprimido.
  • El segundo tipo de situaciones se relacionan con la posibilidad de volver a mostrar la cara en el ámbito social. Es decir, volver a mostrarnos tal como somos sin la protección de la mascarilla.

¿En qué situaciones o entornos puede manifestarse?

Este síndrome puede manifestarse en cualquier ámbito. La clave es que sea una situación o lugar donde tengamos que interaccionar con otras personas y, por tanto, tengamos que mostrarnos físicamente.

 

¿Qué podemos hacer frente a este síndrome? (¿Hay que aceptarlo, es algo negativo a desterrar?)

En la mayoría de los casos, este síndrome se muestra de forma leve y aparte de algún impedimento puntual, con el tiempo la persona se adaptará a la nueva situación y poco a poco desaparecerá. Aun así, para acelerar este proceso podemos probar a afrontar una serie de situaciones sin mascarilla:

  • Exponerte a diferentes situaciones sociales durante poco tiempo, una o dos veces al día.
  • Puedes ir al parque o a pasear por una zona abierta y donde la distancia interpersonal sea mayor.
  • Puedes ir a un museo en una hora en la que esté menos concurrido.
  • Ir a una fiesta o cena con amigos en la que sepas que el número de personas no será muy elevado.

Lo más importante es que estas personas sepan que en todo momento ellas tienen el control de la situación. Es decir, en caso de sentir ansiedad siempre pueden volver a ponerse la mascarilla independientemente de la situación en la que estén.

En los casos más graves, y por otro lado minoritarios, buscar la ayuda de un profesional para entender qué hay detrás de esas conductas y cambiarlas es siempre la mejor opción.