SALUD | 11.06.2020
“Debemos poner más en valor lo humano y dejar de vivir tan atrapados en la pura materia”
Especialista en cirugía general y del aparato digestivo, Mario Alonso Puig (Madrid, 1955) se ha especializado en el estudio de la inteligencia humana y la psiconeurobiología. En esta entrevista, repasamos con este reconocido conferenciante sobre el desarrollo humano las claves sobre la atención plena y otras prácticas que pueden ayudarnos a salir del confinamiento mental, además del físico. Mario Alonso Puig es miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, además de autor de varios libros, entre ellos, Tómate un respiro, o Reinventarse: tu segunda oportunidad.
P: ¿Cómo le explicarías qué es el mindfulness a alguien que no ha tenido ningún acercamiento a esta disciplina?
R: Nuestra mente suele estar agitada con una serie de pensamientos, muchas veces negativos. Es como esas bolas de cristal que tienen un paisaje y que, si las agitas, caen copos de nieve. El mindfulness ayuda a que esos pensamientos se vayan diluyendo. Sería como dejar la bola quieta. Poco a poco, la nieve irá cayendo y podremos ver con más claridad el paisaje.
Ese movimiento de los pensamientos genera mucho daño a la productividad, ya que interfiere en el funcionamiento de determinadas áreas cerebrales, y también a nivel biológico, porque genera mucha tensión interna. Las personas que descubrieron el mindfulness hace 3500 años observaron que, cuando una persona consigue aquietar su mente, es capaz de experimentar unos niveles de tranquilidad, bienestar y felicidad que no se pueden alcanzar cuando la mente está revuelta.
Lo que le ha dado tanta fuerza en occidente en los últimos 30 años ha sido que una serie de centros y universidades en el campo de la medicina se han dedicado a estudiar biológicamente qué pasa cuando esa agitación de los pensamientos se reduce. Los efectos que se han podido medir son realmente extraordinarios: desde mejoras del funcionamiento del sistema inmune, mejoras de la capacidad cognitiva, mayor capacidad de resolver problemas, aumento de la capacidad creativa y mejora en la interacción social. Por eso se aplica en multitud de campos, desde la psicología, la medicina, las empresas, centros de emprendimiento…
P: ¿Pueden ayudarnos herramientas como la atención plena a gestionar el estrés asociado a la situación que estamos viviendo?
R: Pocas cosas van a ser más útiles. La capacidad del mindfulness de generar estados de calma interna es especialmente valorada en los momentos en los que uno siente mayores turbulencias. En la portada de mi libro Tómate un respiro, precisamente se ve a una mujer con un paraguas de colores en medio de una tempestad. Claro que hay oscuridad en la tormenta, pero también tiene, potencialmente, un arcoiris. El mindfulness te ayuda a encontrar ese arcoiris aunque estés en medio de la tormenta.
P: ¿Qué aprendizajes podemos sacar de este desafío al que nos estamos enfrentando como sociedad?
R: Esta situación tan difícil, tan única, nos muestra varias lecciones de un valor incalculable. La primera, nos da referencias claras de dónde está la grandeza y dónde está la mezquindad.
Hemos visto gestos de verdadera grandeza, pero también hemos visto todo lo contrario: aparcar el bien común por intereses particulares. No se trata de juzgar, se trata de desarrollar el propio criterio para ver qué tipo de valores son los que uno quiere defender. Parecía que en nuestra sociedad los valores estaban un poco difuminados, pero en esta situación se ve con mucha más claridad cuáles son los valores que a uno le enamoran.
La segunda lección es valorar más lo que más vale. Todos hemos perdido mucho en el tener: tenemos menos cosas, menos seguridad, menos control, etc. Y es una oportunidad de crecer en el ser: ser valiente, ser generoso, ser compasivo, ser emprendedor… Nuestra sociedad estaba muy polarizada en el tener. Lo que se valoraba era el poder, la fama y la fortuna. Punto. Ahora, nos hemos dado cuenta de cuánto importa la salud y lo frágil que es; de cuánto importan las relaciones interpersonales o la libertad de poder moverse, de tener criterio… Las líneas de referencia están ahora más claras.
Finalmente, yo diría que podemos resaltar la figura del ave fénix, un ser que resurge de sus cenizas. No partíamos de un mundo perfecto. Hemos de recordar que la OMS decía que en el 2020, año en que estamos, la depresión iba a alcanzar la magnitud de epidemia. Ya antes de la pandemia teníamos a un porcentaje importante de la población en tratamiento crónico con ansiolíticos y antidepresivos. A partir de esta situación, debemos poner más en valor lo humano y dejar de vivir tan atrapados en la pura materia. Tenemos la ocasión de resurgir haciendo de nuestro mundo un lugar mejor, más cuidadoso con nuestro planeta, más cuidadoso con nuestros semejantes, donde prime menos la avaricia, la rivalidad, las agendas ocultas y se busque un beneficio compartido.
P: En tu opinión, ¿volveremos a la “normalidad” o transitaremos hacia algo nuevo?
R: No es posible una vuelta a la normalidad. Si la normalidad es lo histórico, el mundo actual ya es diferente. Yo hablaría de volver a una nueva realidad, que puede tener elementos del mundo que hemos dejado, pero va a tener elementos tan diferenciales que, en su conjunto, va a ser un nuevo mundo. No debemos querer aferrarnos al pasado, ni pensar que no volver al pasado sería un error. Es una oportunidad para crear un futuro mejor. Si no somos capaces de aprender, volverá otra pandemia peor todavía.
P: En esa transición a la nueva realidad, ¿tenemos la oportunidad de incorporar cosas a nuestra vida?
R: Una de las cosas que más habrá sorprendido a la población es el impacto de estos meses de quietud, en los que habrá notado dos tipos de experiencias. Una de ellas, muy incómoda, la sensación de estar ahogado, sobre todo si viven en una casa muy pequeña. Pero habrá muchas personas que se habrán dado cuenta de que no solo han dejado de mover su cuerpo, sino que su mente también se ha sosegado. Posiblemente habrán podido leer más, reflexionar más… De esto podemos sacar algo muy positivo que es el valor del silencio. La contemplación es vista con mucho recelo para las mentes más utilitarias porque parece que es una pérdida de tiempo. Lo que nosotros sabemos, estudiando la vida de grandes científicos y humanistas, es que en el silencio han conseguido conectar con una dimensión muy profunda del ser de la que han emergido ideas creativas y novedosas, que no pueden surgir cuando uno no se para.