SALUD | 17.06.2020
Inteligencia emocional, ventana hacia la recuperación
Muchas son las capacidades que la vida diaria nos demanda y más aún, las que exige una situación como la que estamos viviendo.
Si al entorno empresarial y a sus líderes se les pide erres (Resolución, Resiliencia, Retorno, Reinventarse y Reformasi) para pilotar la recuperación, a nivel individual todos necesitamos hacer acopio de herramientas y habilidades que nos fortalezcan, como la creatividad y especialmente la inteligencia emocional, no solo en el trabajo, como ya apunta hace tiempo World Economic Forumii, sino en la vida en general.
Qué es la inteligencia emocional
Este término surge en el siglo XX, cuando se ve que, para explicar científicamente cómo se produce la adaptación del ser humano a determinadas circunstancias, apelar al mayor o menor cociente intelectual de cada uno, no resulta suficiente. Hay algo más que hace que unos individuos se adapten mejor que otros. El cociente intelectual no es suficiente para explicar el éxito en el trabajo ni en la
vida en general, ni sirve para que las personas se adapten y sean felices.
A partir de ahí, hay un recorrido grande de comunidades científicas que empiezan a indagar en el factor emocional. Quizá el momento clave sea en 1985 cuando Howard Gardner (Premio Príncipe de Asturias en 2011) establece su teoría de las 8 inteligencias múltiples. A una persona, para entenderla como inteligente, no solo se le presupone un nivel intelectivo racional, sino otros aspectos y ya él nombra dos de ellos: la inteligencia interpersonal, que es la relación con los demás, y el concepto de inteligencia intrapersonal, capacidad de conocerte a ti mismo.
En 1995 Daniel Goleman, conocido como el padre de la inteligencia emocional, desarrolla esto en base a su propia experiencia e investigación. Desde ese año, 1995, explota el concepto.
Según Goleman y su modelo mixtoiii, lo que diferencia a unos individuos de otros, en cuanto a su capacidad de adaptación y, por tanto, de éxito, es la capacidad de conocer las propias emociones, gestionarlas, automotivarse, reconocer las de los demás, así como de establecer relaciones.
Una de sus grandes conclusiones fue que la gestión positiva de las emociones era más determinante para el éxito en la vida que el cociente intelectual.
Su inventario de competencia emocional (ECI), sistema de medición de la misma, incluye 20 competencias organizadas en cuatro grandes bloques: autoconciencia, conciencia social, autodominio y gestión de las relaciones.
Pensar en uno mismo y en los demás
Para Goleman, la pandemia ha traído un buen momento para la reflexión. Explica que la lección más importante para nosotros y la manera de enriquecernos en estas circunstancias resulta de trabajar el afecto y la ayuda a los demás.
En un entorno empresarial que trabaje en remoto, desprovisto del contacto físico, de la capacidad de percepción que aporta lo visual y la expresión corporal del interlocutor, la escucha cobra una importancia vital, así como el respeto y una comunicación proactiva y humana. El líder deberá, en adelante, entender y gestionar los distintos estados emocionales y sensibilidades de su plantilla, tal y como hacía…pero ahora en remoto.
Un círculo virtuoso con las personas en el centro
En los últimos años, expertos como Cristina Jardón apuntan a que las organizaciones emocionalmente inteligentes reflejan mejores ROI, tienen líderes mejor adaptados y reconocidos por sus organizaciones, pertrechados de capacidades para autoliderarse y para atraer talento y extraer lo mejor de sus equipos.
La pandemia, con consecuencias devastadoras sobre todo para las personas, las ha devuelto al centro. En el entorno laboral, se requiere un nivel de adaptación insólito y una capacidad de reinvención desconocida. Para poder desarrollar adecuadamente a las plantillas, las organizaciones tienen que trabajar su capacidad de resiliencia y de adaptación, tal y como apunta McKinsey, por lo que el entrenamiento en inteligencia emocional puede ser una buena estrategia.
Liderazgo empático
Informes de Cap Gemini ya recogen la necesidad de implantación de la inteligencia emocional y McKinsey apela a los Compassionate leaders. Estamos en un cambio de paradigma individual, a nivel de equipo y de organización, y al líder le incumbe desde todas las
perspectivas. Los líderes, hoy en día, tendrán que trabajar sus competencias emocionales, como se hace con cuestiones centrales como la tecnología o la ciberseguridad. Evidentemente hoy se requiere un líder muy empático, que tiene primero que conocerse a sí mismo para estar en disposición de entender a los demás.
Jardón insiste en que los mensajes que se dan desde arriba en una organización vayan acompañados de coherencia a nivel departamental. “En determinadas organizaciones sigo viendo a veces mucha incoherencia entre las palabras del presidente o CEO, que a menudo suenan fenomenal, y luego cómo vive el empleado”. O veo empresas con departamentos de RRHH con actuaciones fantásticas y luego las palabras del CEO no van en línea. También veo que hay mucha intención personal, mucho proyecto bien liderado por una persona, pero se va esa persona de la organización y todo desaparece.
Aun no hay suficiente desarrollo del entrenamiento en inteligencia emocional en las organizaciones, pero poco a poco se va ampliando el horizonte y se va haciendo cada vez más necesario, y por tanto, frecuente.
i Según describe la consultora McKinsey en un reciente artículo titulado “From surviving to thriving: Reimagining the post-COVID-19 return”
ii Considerados en el Top 10 de skills más demandadas, incluyendo la creatividad y la inteligencia
iii Basándose en la definición de Emotional Intelligence de Daniel Goleman (1995)