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SALUD| 21.01.2022

¿Cómo afecta la alimentación en el desarrollo cognitivo de los niños?

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Algunos estudios apuntan que el nivel de inteligencia de los seres humanos está íntimamente relacionado con una dieta sana y equilibrada.

“Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”. Cuando Hipócrates pronunció estas palabras allá por el siglo V a.C. ya dejaba muy clara la importancia que tiene la alimentación en la salud del ser humano. Es decir, el cuidado de la nutrición no es algo novedoso ni una tendencia más, sino una constante a lo largo de la Historia.

Eso sí, con el transcurrir de los siglos, las personas han sido capaces de realizar estudios que han aportado nuevos datos sobre qué debemos y qué no debemos comer para que nuestro estado físico y mental sea mejor. Y de tales investigaciones se ha obtenido una conclusión que eleva la importancia de una alimentación saludable a un estadio superior. Y es que se ha demostrado que la alimentación afecta al desarrollo cognitivo de los niños. Dicho de otro modo, ingerir alimentos más saludables mejora las capacidades intelectuales de los más pequeños.

 

Mejor desarrollo cognitivo en los niños

Como hemos apuntado, en los últimos años han aparecido estudios en los que se consigue demostrar la relación directa entre la alimentación y el desarrollo cognitivo en los primeros años de vida.

A esta conclusión llegó la investigación Early life multiple exposures and child cognitive function: A multi-centric birth cohort study in six European countries realizada y publicada por el Instituto de Salud Global de Barcelona. En ella se obtuvieron datos de casi 1.300 niños de entre seis y once años. Su procedencia era de seis países europeos: Reino Unido, Francia, España, Grecia, Lituania y Noruega.

Para llevar a cabo este exhaustivo trabajo, los responsables analizaron hasta 87 factores ambientales a los que niños y niñas estuvieron expuestos tanto en su vida uterina como a lo largo de la infancia.

En cuanto a sus resultados, según explicó uno de los autores, Jordi Júlvez, la asociación entre alimentación y desarrollo cognitivo se puede deber al hecho de que “las dietas saludables, entre las que se encuentra la ecológica, son más ricas que las de fast food en nutrientes necesarios para el cerebro, como ácidos grasos, vitaminas y sustancias antioxidantes, lo que de forma conjunta puede favorecer las funciones cognitivas en la infancia”. En cambio, los resultados más bajos en las pruebas de inteligencia que se llevaron a cabo los obtuvieron aquellos niños que estaban habituados a la comida rápida, al hacinamiento en el hogar y al humo de tabaco recibido en la infancia.

Así pues, la principal conclusión es que una dieta saludable es capaz de aumentar la inteligencia, así como de mejorar el rendimiento del cerebro.

 

Mayor coeficiente intelectual

El estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (España) no es el primero que se realiza en torno a la alimentación y la infancia. Ya en Inglaterra se investigó a casi 4.000 niños de entre tres y ocho años, y se obtuvo el resultado de que aquellos que comían alimentos ultraprocesados presentaban un coeficiente intelectual menor. De hecho, el estudio llegaba a afirmar que importaba más la alimentación que el nivel socioeconómico de las familias.

Por otro lado, apuntaba la importancia de la lactancia materna en el desarrollo cerebral de los bebés, avisando de que, si después se abusaba de los alimentos ultraprocesados y con exceso de azúcares, de poco serviría en el desarrollo posterior del cerebro.

 

La inteligencia en la vida adulta

A continuación, cabe mencionar una tercera investigación relacionada con este tema. Esta fue coordinada por el profesor de Salud Pública en la Universidad de Emory de Estados Unidos, Aryeh D. Stein.

Lo más reseñable es que se realizó a 1.448 niños entre los años 2002 y 2004, dando como resultado la afirmación de que aquellas personas que han tenido una buena alimentación durante su infancia también son más inteligentes cuando son adultos. Es decir, no solo en el momento en que se están desarrollando, sino durante toda su existencia.

Publicada en la revista Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine, esta investigación tomó como referencia a dos grupos de niños guatemaltecos, distinguiéndolos entre quienes tomaban una leche rica en proteínas y los que abusaban de los azúcares y los carbohidratos.

Los resultados desvelaron que los primeros no solo fueron capaces de consumir mayor energía, sino que además presentaron unas capacidades intelectuales, comprensivas y cognitivas superiores.

De igual modo, en otro estudio realizado a niños en edad escolar se ponía de manifiesto que cuanto mejores fueran los hábitos dietéticos, mejor era el rendimiento, con lo que incidía en la importancia que tenían los menús que se proporcionaban en los centros educativos donde muchos de los niños y niñas comen cada día.

 

¿Y por qué es tan importante la alimentación en la niñez?

Por un lado, se puede responder a esta pregunta apuntando que más allá de que provoca que los cuerpos crezcan más sanos y saludables y que el desarrollo cognitivo sea superior, la alimentación incide en el comportamiento de muchos jóvenes, ya que según algunas investigaciones de la OEA (Oficina de Educación, Ciencia y Tecnología de la OEA y el Banco Mundial), los problemas de comportamiento también están relacionados con dicha evolución.

Y por otro lado, hay que referirse al desarrollo cerebral en los primeros meses y años de vida. Está comprobado que hasta el 80% de las capacidades del adulto se desarrollan durante los primeros mil días de existencia, lo que da una buena muestra de la importancia que tienen esos primeros meses en el desarrollo posterior del ser humano. Es más, entre el 50 % y el 75 % de la energía que consumen los bebés está destinada a que se desarrolle el cerebro.

De ahí que sea tan vital contar con los nutrientes adecuados para satisfacer tal demanda energética. De hecho, una dieta rica y sana en los primeros tres años de vida, así como un entorno libre de humos y otros elementos poco saludables, ayudará a que los niños evolucionen cognitivamente de una manera satisfactoria, algo que repercutirá en su posterior vida como adultos.