SALUD | 20.07.2020
Lo vivido, a flor de piel
Entrevista a Marta García Bustinduy, miembro del Grupo de Dermatología Psiquiátrica de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Con 30 años de experiencia, quería ser informática y bióloga, pero su familia la animó a estudiar en Tenerife y eligió Medicina. Era su hermano quien parecía destinado a tomar el relevo del padre dermatólogo –hoy es físico- y fue ella quien se inclinó finalmente por la especialidad e investiga, desde hace más de 20 años, la relación entre la psique y la piel fundamentalmente para cuidar a personas que sufren más allá de esa primera barrera epidérmica visible. Una razón de ser, la de cuidar a las personas, que para MAPFRE tiene un significado profundo. Propone una investigación integral que incluya la calidad de vida del paciente, los niveles de ansiedad, la depresión. “Detrás de una pupa hay mucho más”, explica.
(P): Dicen que la piel puede llegar a reflejar como un espejo el estrés. En el contexto actual, ¿han notado un mayor número de casos?
R.: Mucho. Las consultas dermatológicas han subido enormemente durante la pandemia. Estuvimos teletrabajando sin parar, porque pacientes que ya tenían enfermedades cutáneas, sobre todo inflamatorias –acné, psoriasis, eccemas o dermatitis atópicas- vieron agravada su situación, por un lado, por el estrés, y porque muchos abandonaron el tratamiento por miedo a efectos secundarios en su sistema inmunitario.
Pregunta (P.): ¿Qué aspectos cubre la dermatología psiquiátrica?
Respuesta: La dermatología es una disciplina muy amplia y, como la piel es el reflejo del alma, el estrés y sistema nervioso se reflejan mucho. Algunos dermatólogos somos muy sensibles a estos aspectos y se han formado sociedades y grupos de trabajo especializados en la relación entre dermatología y psiquiatría para avanzar en la investigación. En Alemania, hace muchos años que arrancó. Desde los años 90, formo parte de grupos de trabajo. Está la Sociedad Europea de Psicodermatología, la Sociedad Americana, el Grupo Español…
(P): ¿Cuando vemos una enfermedad en la piel, significa automáticamente que tenemos un sistema inmunológico debilitado?
R.: Hay multitud de enfermedades cutáneas diferentes. Infecciones ligadas a un posible déficit de nuestro sistema; enfermedades tumorales, cuando una célula degenera y se activa el sistema inmunitario de vigilancia de forma más o menos activa –sabemos, por ejemplo, que el sol provoca una inmunosupresión cutánea y esto facilita por un lado la aparición de cánceres y que el sistema no sea capaz de detectarlos-; enfermedades inflamatorias en las que el sistema asume una tarea excesiva o desordenada y surge una psoriasis o un eccema, o enfermedades autoinmunes en las que el propio sistema ataca a nuestro propio organismo, como el lupus eritematoso… El sistema inmunitario siempre está ahí; de hecho, la piel es nuestra primera defensa contra el entorno. En situaciones como la que hemos vivido, vemos hasta qué punto está ligado al sistema nervioso. En épocas más bajas de ánimo, enfermamos más.
(P): Otras limitaciones que podrían incidir en nuestra salud cutánea son los efectos de la contaminación, la falta de luz por el confinamiento, que también ha podido impactar en las reservas de vitamina D… ¿Cómo influyen estos factores?
R.: En grandes ciudades, los humos ensucian la piel y pueden empeorar procesos inflamatorios y el acné, cosa que debería de haber mejorado en estas “urbes sin boina” de los últimos meses. Pero al estar confinados, la síntesis de vitamina D se ha frenado. Han sido tres meses y ahora detectamos niveles bajos en personas mayores, en mujeres tras la menopausia, con tendencia a osteoporosis u otros problemas óseos, que debemos corregir. No se necesita mucho: basta con 15 minutos de exposición al sol. Ha habido gente que con ese simple gesto frente en ventana o el balcón ha sintetizado la cantidad necesaria.
“Los pacientes con patologías cutáneas son valientes al enfrentarse a la mirada del entorno.”
(P.): Y en otros colectivos como niños o adolescentes, ¿a qué debemos prestar atención?
R.: En mi opinión, es para quitarnos el sombrero cómo se han comportado. Su propensión a las nuevas tecnologías, videoconferencias, uso de consolas para jugar en grupo, que ha sido excesiva durante la pandemia, les ha permitido el contacto con el mundo. Pero al salir a la calle, lo normal es dejar esto de lado. Los padres debemos prestar atención a que hayan vuelto a niveles normales en el uso de estas tecnologías y que lo anterior no haya derivado en miopías, desviaciones en las cervicales por malas posturas; en general, salir a la calle y estirarnos más.
(P): Según la revista British Journal of Dermatology, las manifestaciones cutáneas se han clasificado en 5 patrones asociadas a la Covid, ¿qué debemos vigilar?
R.: Me gustaría destacar que ese artículo ha supuesto una bomba en el mundo. Sus autores, dos dermatólogas, Cristina Galván y Alba Catalá, y el doctor Gregorio Carretero -que participó en el proyecto dentro de esta academia de Dermatología y Veneorología- abrieron la oportunidad de contribuir a todos los dermatólogos españoles. En dos semanas recogieron 375 casos de tal forma que la revista ha podido publicar un atlas de patologías relacionadas con el SARS-CoV2– gracias a dermatólogos españoles. Se han establecido patrones, algunos asociados a las manifestaciones más severas de la enfermedad, como los purpúreos o necróticos, en los que el sistema vascular muestra alteración. Las lesiones son de color violeta o rojo muy oscuro y, al apretar encima con el dedo, no se borran. También hay cuadros con eccemas, ampollas, vesículas, que deben ver los especialistas.
Cuando nos debemos alertar es si se cursa con problemas respiratorios: si hay síntomas de tos, fiebre, malestar y, además, lesión cutánea. Pero, ojo, porque hay un patrón muy característico: sabañones en los niños, en brazos, lesiones en dedos de manos y pies que no está asociado a manifestaciones graves de la enfermedad. Esos niños están estupendos, pero es motivo de una consulta pediátrica para intentar hacer una prueba, porque de dar positivos podrían contagiar.
(P): Verano en el hemisferio norte e invierno, en el sur. Temperaturas más extremas. En estos meses, ¿cómo podemos cuidarnos mejor?
R.: Debemos ser conscientes de los riesgos de una exposición prolongada al sol y, sobre todo, a las primeras tomas, porque estamos viendo muchas quemaduras. Fotoprotector de índice extremo, a partir de protección 50, evitar tomar el sol entre las 12 del mediodía y las 16:00 horas, cuidar especialmente a los niños, incluso cuando paseen o monten en bicicleta, aplicándoles cremas desde casa para que lo vean como una rutina y la protección sea completa y haga efecto plenamente. Ahora mismo, en determinados sitios, la radiación ultravioleta está en máximos. Los protectores orales (antioxidantes, sustancias que ayudan a la reparación celular) son complementarios e interesantes, pero la protección tópica se debe mantener cada hora u hora y media, y valernos de prendas como gorros, sombreros, gafas de sol y camisetas que filtran la radiación en niños.
(P): ¿Nos podría dar pautas y recomendaciones para mitigar los efectos en la piel de medidas de higiene como lavado frecuente de manos y uso de hidrogeles o de mascarillas, pantallas o gafas?
R.: Los sanitarios que han utilizado estas medidas de protección y EPIs han desarrollo todo tipo de patologías por roce, por problemas previos, la oclusión de la piel. Les recomendamos uso de cremas y fórmulas reparadoras, colocar bien las prendas, etc. Para el resto de profesionales, recomendamos alternar lavado con jabón –que reseca más- con varios usos de hidrogel, a ser posible de mejor calidad, porque son menos agresivos. Y en varios momentos, hacer uso de cremas hidratantes reparadoras. Cualquier patología cutánea empeora con la humedad y el calor. Las mascarillas pueden complicar, pero hay que ponerlas. En casa, se recomienda retirarlas, lavar bien la cara, poner la hidratación adecuada… Es lo que toca.
“Los pacientes con patologías cutáneas son valientes al enfrentarse a la mirada del entorno.”
(P): ¿Qué horizonte manejan? ¿Seguirá la incertidumbre aflorando en nuestra piel?
R.: La piel siempre ha sido y será un órgano importante y nos queda mucho por ver, hay enfermedades en las que tenemos que investigar más sobre todo inflamatorias, patologías huérfanas, que se consideran estéticas, pero no lo son, porque afectan y condicionan la vida del paciente, como una alopecia o un vitíligo. Hay puertas abiertas y muchas por abrir al estudio y a la investigación. Me da mucha rabia cuando a los problemas de la piel se les quita importancia. No suelen matarnos, pero acompañan al paciente toda la vida y la sociedad es cruel con este tipo de enfermedades, les mira mal. El 99% de estas enfermedades no son contagiosas. La gente debería ser más respetuosa. Son valientes estos pacientes, no se imaginan cuánto, porque tienen que pelear por levantarse de la cama, hacer sus labores y enfrentarse al mundo con dolor, picor y molestias. Por poner una toalla junto a alguien con psoriasis no va a pasar nada y hay veces que estas personas necesitan ese rato afuera para su tratamiento. Necesitamos más sensibilidad y educación, lo vemos cada día.