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INNOVACIÓN | 16.09.2020

Cómo pueden las smart cities ayudar en la nueva normalidad

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El futuro de las ciudades estará marcado por su capacidad para convertirse en smart cities (ciudades inteligentes) con la resiliencia suficiente como para afrontar crisis como la actual pandemia de COVID-19.

 Se calcula que un 54,5% de la población mundial vive en ciudades, un porcentaje que se eleva al 75% en territorios avanzados social y tecnológicamente como Europa. Además, las previsiones de la ONU es que en el año 2050 el 70% de las personas residan en grandes núcleos urbanos. Estos datos hacen necesaria una reestructuración que mejore la calidad de vida de quienes las habitan, con más razón si se tiene en cuenta la alta incidencia del coronavirus en los lugares más poblados.

 De hecho, la alta tasa de contagios que se han dado en las ciudades ha acelerado el trabajo que se venía realizando para dotarlas de una “inteligencia” y unas capacidades que las hagan estar mejor preparadas ante cualquier crisis, ya sea sanitaria, medioambiental o social.

 

Oportunidad para la recuperación

Sobre esta evolución se ha pronunciado recientemente el IESE Business School de la Universidad de Navarra, que ha publicado el estudio Índice IESE Cities in Motion. En él los profesores Pasqual Berrone y Joan Enric Ricart apuntan que la crisis actual supone “una oportunidad para repensar la estrategia de muchas urbes y aumentar su resiliencia, en parte gracias a una mayor colaboración público-privada”.

 Además, aportan diversas conclusiones y recomendaciones después de contextualizar la emergencia sanitaria en la que estamos inmersos y a la importancia que tendrá la “creación” de ciudades resilientes le unen: la necesidad de poner el foco en la calidad de vida de las personas de cara a conseguir una recuperación justa; la identificación de cuáles son los recursos más esenciales para la ciudad; la puesta en marcha de estrategias que se adapten a esta “nueva normalidad”; la búsqueda de sinergias entre todos los actores sociales; y una mejor vinculación con otros territorios que no tienen por qué ser urbanos.

Las ciudades inteligentes son necesarias

De las conclusiones de este informe se extraen varias líneas de actuación en las que los regidores de cada ciudad han de poner foco y donde la tecnología jugará un papel esencial si se desea que lleguen a buen puerto.

Desde una correcta gestión de lugares y movimientos para evitar aglomeraciones, hasta la puesta en común de estrategias por parte de los diferentes nichos existentes en el gobierno de la ciudad. No en vano, uno de los pasos necesarios que se han de dar y en el que todos los especialistas coinciden es el de tener una visión conjunta de cuáles son los objetivos de la urbe, los cuales tendrán que estar en consonancia con la región en la que está situada y con el país al que pertenece.

Este trabajo será clave para que en menos de un lustro cualquier ciudad esté mucho mejor preparada para afrontar una pandemia (y post-pandemia). Y no solo eso, el tránsito hacia el concepto smart city también lleva consigo un mayor bienestar social, un crecimiento económico y una sostenibilidad medioambiental que se antoja necesaria si se tiene en cuenta que el 60% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono se generan en los grandes núcleos urbanos.

El papel de la tecnología

Como no puede ser de otro modo, la adopción de las últimas innovaciones tecnológicas es el pilar sobre el que se sustentarán las nuevas ciudades inteligentes, especialmente en lo que a recopilación de datos se refiere. Es un hecho que la información detallada no solo ayuda a la gobernanza y a la toma de decisiones, sino que además resuelve futuros problemas gracias a una mayor capacidad de previsión.

Respecto a las tecnologías que deben ayudar a la consecución de smart cities, destacan las siguientes:

  • Tanto 5G como WiFi 6 serán claves para la generación y transporte de datos, es decir, harán posible ciudades mucho más conectadas. Esta conexión transformará a las urbes en “organismos” capaces de adecuarse a cualquier tipo de problema que surja.
  • Internet de las Cosas (Internet of Things – IoT). Con un futuro relacionado con 5G, la capacidad de los objetos de comunicarse entre sí proporcionará una ingente cantidad de información útil que puede emplearse para tomar las decisiones más adecuadas. En un momento como el actual, IoT resulta de gran ayuda para rastrear contactos entre quienes se hayan infectado de COVID-19. Y eso no es todo, esta tecnología proporciona los datos que los servicios de seguridad y sanidad necesitan para moverse con mucha más agilidad y velocidad por la ciudad.
  • Big Data. Por supuesto, sin las tecnologías que sean capaces de acumular todo tipo de datos para su análisis, de poco serviría el Internet de las Cosas. En este sentido, las ciudades deberán contar con las herramientas de Big Data que puedan alertar de cualquier cambio o incidencia que se pudiera producir.
  • Inteligencia Artificial. La cuarta pata de esta estructura tecnológica es la IA, puesto que no solo realiza análisis predictivos de lo que pueda suceder, sino que además tiene la capacidad de aprender y adelantarse a cualquier contingencia. Esto no solo es útil ante una pandemia como la que estamos viviendo, sino que también lo es para tareas como la mejora de la movilidad o el cuidado del medio ambiente.

Espíritu colaborativo

Todas estas tecnologías han de suponer un pilar sobre el que basar un trabajo, es decir, por sí mismas no son la solución. De hecho, hay un elemento aglutinador en torno a ellas: la colaboración.

El trabajo conjunto, por lo tanto, será la piedra angular de las ciudades inteligentes. Y precisamente esa colaboración es el motor de una interesante iniciativa creada por Smart Cities Council. Se trata de una herramienta colaborativa online destinada a que las ciudades mejoren sus respuestas ante el coronavirus (COVID-19). El nombre de esta plataforma es Activator – COVID-19 Mitigation Roadmap y permite a los líderes de cada urbe trabajar y compartir información en tiempo real para tomar las mejores decisiones frente a los estragos de la pandemia.

También relacionada con este virus encontramos la aplicación Radar COVID que ha desarrollado la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital de España. Su labor es la del rastreo del coronavirus, así como la de notificar a los contactos que tenga un usuario del posible riesgo de contagio -cumpliendo en todo momento con las recomendaciones de la Comisión Europea para salvaguardar la privacidad de dichos contactos-.

En definitiva, se trata de encontrar el camino para mejorar la vida de las personas que viven en la ciudad, el fin último de las ciudades inteligentes.