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INNOVACIÓN | 19.10.2020

Plataformas Low-Code: la promesa del emprendimiento en Latinoamérica

Marta Villalba

Marta Villalba

Silicon Valley, cuna de la innovación, sigue siendo el ecosistema más grande de empresas emergentes en el mundo, seguido de Nueva York, Londres, Beijing y Boston, según The Global Startup Ecosystem Report 2020. A la vez, la cultura de empresas emergentes y el espíritu empresarial se extiende a otros lugares, como Bombay, Yakarta y Zurich, que están a la cabeza en la lista de Top 100 de ecosistemas emergentes. Europa es el continente líder con 38 ciudades, después América del Norte con 32 y Asia-Pacífico con 22. Una prueba más de ese desplazamiento es que el 46 por ciento de las principales empresas de tecnología financiera en 2020 de la lista Fintech 250 tienen su sede fuera de Silicon Valley, apunta un informe de CB Insights.

Para alcanzar la madurez como ecosistema emprendedor es indispensable la inyección de dinero para contratar talento, pero también influye mucho el dinamismo del mercado. “No es lo mismo que te quedes sin empleo en San Francisco –donde hay tantas startups– que en otros sitios. Allí el fracaso es relativo, siempre hay otra startup que, o bien te compra o bien contrata a tu gente. Es un ecosistema tan dinámico que el pez grande se come al pequeño”, explica Rosa Jiménez Cano (Madrid, 1980), corresponsal de El País en Silicon Valley durante varios años y ahora afincada en Miami como Chief Ecosystems Relations en la aceleradora y fondo de inversión The Venture City.

Para esta experta en startups de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, en la consolidación de un ecosistema emprendedor también son muy importantes las salidas (lo que se conoce como exits en el lenguaje emprendedor), es decir, cuando se vende la startup: “Lo que hace falta es que haya ciertas ventas o salidas de éxito no solo para servir de ejemplo, sino también para que esos emprendedores se conviertan en lo que Estados Unidos se llamaba Paypal Mafia. Esto es un catalizador de más éxitos”.

Emprendimiento en Latinoamérica: faltan programadores

Mientras ciudades de Estados Unidos, Europa y Asia avanzan hacia la madurez y el dinamismo de Silicon Valley, esa meta todavía queda lejos para las de Latinoamérica, aunque empiezan a sonar como focos de emprendimiento Sao Paulo, Santiago de Chile, Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá y Medellín. “Desde 2009, se han invertido más de 12.000 millones de dólares en 1.800 operaciones para empresas tecnológicas de América Latina y el Caribe. El año pasado marcó un récord para la región, con las empresas de tecnología que recaudaron más de 5.000 millones de dólares en más de 360 acuerdos”, señala CB Insights.

El problema en esta región del continente americano es que “no hay tanta inversión ni tampoco tanto talento, no porque la gente no tenga talento sino entendido como gente sin las habilidades correctas. Allí la escasez de programadores no da para cubrir todo lo que se quisiera hacer. Hay pocos ingenieros de software con la capacidad para meterse en el mundo emprendedor. Aunque quieras hacer una startup no encuentras de primeras ni el dinero ni ingenieros, como son tan pocos les tienes que pagar mucho y ese dinero no lo tienes al empezar, impide el poder arrancar bien”, explica Rosa Jiménez Cano.

Pese a la falta de acceso a fondo semilla para brotar, el fondo de innovación del gigante japonés SoftBank para América Latina se está “convirtiendo en una gran inyección para empresas emergentes, pero para fases más tardías. Pero hasta que eres interesante para un fondo de estos… Es muy difícil, son muy pocos los que llegan. Para que alguien te dé como mínimo 10 millones, debes tener un producto consolidado, no sé cuánta gente, haber conseguido unos hitos… y lo difícil es llegar a ese punto en el que puedas ser apetecible”, señala Rosa Jiménez Cano.

El respaldo financiero es aún más limitado para las mujeres de Latinoamérica (solo acceden al capital el 1 % frente al 7% de los hombres). Aunque las barreras para iniciar un negocio sean las mismas, ellas se ven en la tesitura de conciliar las responsabilidades familiares y domésticas que los roles de género tradicionales continúan asignándoles. Y tienen menos probabilidades de conseguir capacitación y servicios de desarrollo empresarial, entre otros obstáculos. Aún así, ellas lideran el emprendimiento en fintech, con cinco veces más empresas emergentes de este tipo fundadas por mujeres que el promedio mundial del 7%.

“Se está haciendo un esfuerzo en el emprendimiento de las mujeres en Latinoamérica. De hecho, hay una chica muy interesante, Pamela Esteva, fundadora de la empresa de audiolibros Beek, que fue la primera mexicana que entró en YCombinator, que es la aceleradora más deseada, todas las startups quieren pasar por ahí. En general, todo el que tiene dinero para emprender es porque lo tenía previamente o tiene los contactos o sabe llegar ahí, pero no está tan democratizado como en otros lugares”, afirma Rosa Jiménez Cano.

Tendencias y sectores tech con más futuro

Una de las vías para el avance de Latinoamérica y otras regiones que van a la zaga en emprendimiento es sin duda el “low-code”, un fenómeno con el que las oportunidades de innovación se multiplican: el mercado de desarrollo de plataformas de low-code experimentará un crecimiento del 29% de la Tasa de Crecimiento Anual Compuesta (TCAC) en América Latina, el Oriente Medio y África durante 2020-2026, de acuerdo con un estudio de ResearchAndMarkets.com.

Basadas sobre todo en Inteligencia Artificial, “las plataformas de low-code dan lugar a servicios, startups y aplicaciones sin necesidad de saber programar sino a través de herramientas sencillas. No es un sector, es una forma de trabajar o de crear, pero que abre el acceso a muchísima gente a poder crear aplicaciones. No quiero decir que ya no sean necesarios los programadores, pero sí que hace posible que, al menos inicialmente, se pueda crear un producto y comprobar que es interesante para el mercado. Con estas plataformas cambia muchísimo la forma en que se pueden crear productos desde cero y democratizan mucho el acceso a crear nuevos servicios y startups”, explica Rosa Jiménez Cano. Uno de los grandes beneficios de estas herramientas, comparadas con la codificación manual, es que aceleran el desarrollo de las aplicaciones. También propician que haya más variedad de individuos en el grupo de trabajo, no solo programadores.

Otra tendencia que cada vez toma más fuerza en el mundo de las startups es lo que se conoce como Product-led Growth. Es una estrategia que coloca al producto como epicentro para generar ingresos. “Ahora hay startups que están siguiendo la estela de empresas como Slack, basada en el Product-led Growth. Es decir, en las que el vector de crecimiento no son el marketing ni la viralidad, sino que son el propio producto y su uso los que son la base de su desarrollo por lo bien pulido que está y la utilidad que te da”, precisa Rosa Jiménez Cano.

La pandemia ha acelerado la digitalización y todo lo que tenga que ver con biotech, healthytech, edutech y el trabajo en remoto y la productividad, pero entre los sectores con más futuro se encuentra el del transporte, apunta la experta de The Venture City. “Todo lo que es movilidad, urbana, verde… por la preocupación por el planeta y también por buscar eficiencia, por la revolución del coche autónomo y la logística de Amazon, las entregas y la congestión en las ciudades”.