INNOVACIÓN| 23.03.2023
El debate sobre el uso de la inteligencia artificial en educación
La inteligencia artificial conforma una tecnología cada vez más relevante en nuestro día a día y tienen el potencial de transformar muchos ámbitos cotidianos, entre ellos la educación, proporcionando aprendizaje personalizado y adaptativo (ayudando a los profesores en la evaluación y el seguimiento de alumnos, así como en el diseño de planes de aprendizaje más flexibles) y ofreciendo a los alumnos herramientas de apoyo al aprendizaje.
Pero la implementación de estas herramientas en la educación plantea ciertos desafíos y debates, como la preocupación por la privacidad de los datos, la excesiva confianza en los resultados ofrecidos por estas, la falta de espíritu crítico y empatía e incluso la necesidad de garantizar la equidad y la inclusión en el acceso a estas tecnologías para todo el alumnado, independientemente de su origen y localización.
Personalización del aprendizaje
El uso de inteligencias artificiales permite, entre otros usos más evidentes, procesar una cantidad ingente de datos muy rápidamente, extrayendo de los mismos conclusiones, patrones y resultados. Este uso facilita el análisis de los datos de los estudiantes, incluidos sus historiales académicos y sus resultados en las evaluaciones, y la utilización de esta información para construir recomendaciones personalizadas sobre los temas que necesitan reforzar o las actividades que les resultan más efectivas para aprender.
De la misma manera, estos análisis permitirían analizar el ritmo de aprendizaje y comportamiento de los alumnos, incluidos patrones de aprendizaje y preferencias, y así elaborar propuestas de materiales y recursos que se ajusten a sus necesidades individuales, personalizando la experiencia educativa. De esta manera, y una vez revisados los materiales y propuestas por parte de los profesores para adecuarlos a su currículo y cátedra, los estudiantes pueden avanzar a su propio ritmo, lo que puede mejorar la retención de información y la comprensión de los conceptos.
Pensamiento crítico y creatividad
Si el punto anterior presenta recursos y herramientas positivas, se abre con ello la puerta a una dificultad y una crítica al uso de estos. Existe la preocupación de que la incorporación de inteligencia artificial (IA) —en el formato por ejemplo de chatbots — en la educación pueda limitar la capacidad de los estudiantes para desarrollar el pensamiento crítico y la resolución de problemas de forma autónoma. Si los estudiantes dependen en exceso de estas herramientas para recibir respuestas rápidas a dudas y preguntas, tomar decisiones y resolver problemas, es posible que no desarrollen la capacidad de pensar de manera crítica y creativa.
Aunque su uso pueda ser equiparable a la búsqueda de información en un buscador clásico, como Google o Bing, el hecho de tener una única respuesta recibida (y no una miríada de lugares donde encontrarla) puede limitar la necesidad de leer, comparar y ejercer el pensamiento crítico sobre la información recibida. Más allá, no debemos olvidar que estos chatbots y otras herramientas son falibles, y en muchos casos no contienen toda la información relevante para muchos temas.
El propio Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, la empresa detrás del popular Chat GPT, reconocía a finales de 2022 que su herramienta es útil como inspiración, pero una mala idea como fuente de datos reales y contrastados.
Por otro lado, es posible diseñar otras herramientas que hagan uso de las inteligencias artificiales para simular situaciones complejas y desafiantes que requieren que los estudiantes utilicen su creatividad y habilidades de resolución de problemas para encontrar soluciones, que fomenten así el pensamiento crítico y el razonamiento lógico. Estas herramientas proporcionarían además retroalimentación instantánea y personalizada que puede ayudar a los estudiantes a evaluar su comprensión de la materia en cuestión y corregir errores en tiempo real, lo que puede aumentar su capacidad para aprender de manera autónoma.
Accesibilidad e inclusión
Es necesario establecer un marco ético y jurídico que regule el uso de la IA en la educación y asegure que se utilice de manera responsable y equitativa.
La UNESCO trabaja, desde hace años, en la promoción de políticas y prácticas para este uso responsable de la IA en la educación, y en la elaboración de estándares y directrices para garantizar la equidad, la privacidad de los datos y el uso ético.
La misión de la UNESCO en este sentido es “incluir la función de la IA en la lucha contra las desigualdades actuales en materia de acceso al saber, a la investigación y a la diversidad de las expresiones culturales, y para que la IA no acentúe las diferencias tecnológicas entre los países y dentro de estos” y fue establecida en el Consenso de Beijing sobre la inteligencia artificial y la educación de 2019.
Como vemos, no existe una respuesta única al debate de la inclusión de herramientas de inteligencia artificial en el ámbito de la educación, pero sí grandes oportunidades y desafíos que tendrán una solución positiva o no dependiendo del uso, diseño y accesibilidad de estas por parte de profesores y alumnado.
Lo que será sin duda inevitable será su presencia de una manera u otra en el día a día de los alumnos, dada la facilidad de acceso al uso y su omnipresencia en la red. Aunque algunas instituciones ya están apostando por limitar su uso en clase, o volver a los exámenes en lápiz y papel, los alumnos utilizarán de forma autónoma chatbots y otras herramientas en su día a día, como en su momento ocurrió con los buscadores o el uso de Wikipedia, forzando la evolución y el cambio de modelos tradicionales en la educación.
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