INNOVACIÓN| 28.09.2020
¿Y si el coronavirus hubiera irrumpido en 2030?
El lanzamiento comercial del 5G en China se produjo en noviembre, casualmente el mismo mes en que se detectó el primer caso de coronavirus. Hoy, este país lidera la adopción temprana de esta tecnología: alcanzará el 70% de las conexiones globales de 5G este año, según los datos de la GSMA recogidos en el informe ‘La economía móvil de china 2020’.
Wuhan, donde se originó la pandemia, fue una de las primeras ciudades en experimentar con este nuevo sistema de telecomunicaciones. En los momentos más críticos del brote, se establecieron rápidamente redes 5G para cubrir los nuevos hospitales de emergencia y espacios públicos. Esto facilitó que los pacientes fueran atendidos por serviciales autómatas, así como el despliegue de patrullas de robots para controlar el uso de mascarillas, la temperatura corporal y la realización de tareas de desinfección en lugares complejos.
La adopción de estas medidas, entre otras, ha puesto de relieve cómo el 5G puede impulsar la transformación digital de los sistemas de salud. “Como resultado de las características del 5G, como la conexión de alta velocidad, la alta fiabilidad y la baja latencia, el sistema sanitario [de China] se ha beneficiado de la mejora de los tiempos de respuesta, la supervisión de los pacientes, la recopilación y el análisis de datos, la colaboración a distancia y la asignación de recursos”, señala el informe ‘Combatiendo el COVID-19 con 5G: Oportunidades para mejorar los sistemas de salud pública’, elaborado por Deloitte en colaboración con Huawei.
5G, un salto de gigante en velocidad, latencia y fiabilidad
Todo apunta a que esta nueva generación revolucionará nuestras vidas en diferentes ámbitos. Basta conocer los datos comparativos para hacerse una idea del gran salto que propiciará: el mayor ancho de banda del 5G supone un aumento de la velocidad de entre 10 y 100 veces de media superior a lo que recibimos con el 4G. No menos importante es la mejora de la latencia, esto es, la velocidad a la que responde la red. Con el 5G es de tan solo 1 milisegundo y con el 4G de 10 milisegundos. A todo esto se añade una mayor capacidad para conectar dispositivos, que permitirá gestionarlos en tiempo real. También ofrece mucha más fiabilidad o, lo que es lo mismo, reducir la cantidad de errores que puede cometer la red a la hora de transmitir y recibir la información.
Sin embargo, todavía habrá que esperar para disfrutar de todos estos beneficios técnicos. La quinta generación de las redes móviles solo está disponible a nivel comercial en 24 mercados en todo el mundo. Y, además, es un despliegue limitado a las grandes ciudades. Eso sí, en 2025, una de cada cinco conexiones móviles se realizará en redes 5G, indica la GSMA en el informe Mobile Economy.
Cómo hubiera ayudado el 5G en esta crisis sanitaria mundial
¿Qué podría haber mejorado en esta crisis sanitaria sin precedentes de haber estado plenamente operativa? “El 5G hubiera proporcionado a los servicios de emergencia, no solo sanitarios sino también de la policía y otros, una mejor coordinación entre ellos y la capacidad de controlar los confinamientos. También una mayor agilidad a la hora de verificar la movilidad de las personas, un tratamiento de datos más óptimo y un incremento de la capacidad de la propia red para enviar datos muy pesados”, afirma Eduard Martin, director de 5G de Mobile World Capital Barcelona. Para este experto, el 5G habría evitado la saturación de enfermos en las UCIs: “La posibilidad de controlar o de monitorizar en tiempo real a los pacientes, sobre todo los no muy graves, podría haber descongestionado los hospitales, ya que permitiría enviar a pacientes a casa con una monitorización remota”.
En lo que se refiere al envío de grandes cantidades de datos, por ejemplo, hubiera favorecido una mejor comunicación de los enfermos ingresados en los hospitales y las personas mayores en residencias con sus familiares, gracias a la posibilidad de “conectar a la vez multitud de dispositivos con excelentes condiciones de vídeo”, explica Martin. Nada que ver con la calidad de las videollamadas con 4G, en las que no es extraño que la transmisión se corte o la imagen se pixele. De igual manera, “en escenarios de diagnóstico masivo, como en la pandemia, compartir imágenes de alta calidad en 5G, con expertos médicos en distintas localizaciones, aumenta considerablemente la capacidad de diagnosticar y tratar pacientes con enfermedades complicadas”, destaca María Luis Melo, directora de RRII, Comunicación y RSC de Huawei Iberia.
Otra clara aplicación tecnológica que la conectividad 5G revoluciona es el control de la temperatura, una medida que actúa como una primera barrera de defensa. Con esta tecnología, se toman imágenes térmicas asistidas por inteligencia artificial y “es posible llegar a controlar la temperatura de más de 200 personas por minuto”, señala Melo. Lo mismo sucede con la tomografía computarizada, una de las principales técnicas para detectar la neumonía: “Con inteligencia artificial y cloud se puede acelerar el diagnóstico de 14 a 2 minutos”, destaca la ejecutiva de Huawei.
Una mayor conectividad hubiera reducido la brecha digital territorial, en pueblos y zonas rurales alejados no solo para proporcionar servicios de telemedicina y teleconsultas, también para el teletrabajo y el teleestudio.
Si la COVID-19 se hubiera originado en 2030…
Mientras algunas de estas aplicaciones médicas se han puesto en práctica durante la crisis del coronavirus en países como China y Corea del Sur, la pandemia ha puesto de relieve la relevancia de las redes de comunicación en todo el planeta. Aunque todavía habrá que esperar cinco años para que la tecnología 5G esté totalmente desplegada, según la previsión de José Antonio Portilla Figueras, vocal de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT) y director del Observatorio ISDEFE-UAH en TIC y Avance Digital. ¿Cómo será la telemedicina o Smart Health para 2030, cuando la red esté completamente desarrollada?
Dentro de diez años, vivir en un pueblo remoto no supondrá un problema para acceder a un telediagnóstico. Si ahora es necesario desplazarse para ir al médico especialista, con un sistema de 5G y dispositivos que se comunican entre sí, el facultativo “podría realizar una diagnosis completa, evitando los costosos gastos de traslado y hubiera facilitado este servicio durante el confinamiento por el coronavirus”, señala Portilla
Este experto también ve una clara aplicación del 5G en el ámbito de los telecuidados por la cada vez mayor longevidad de los países desarrollados. Con la ventaja de que esta nueva teleasistencia no solo avisará de si la persona sufre un problema, como sucede actualmente, sino también se sabrá qué problema específico tiene la persona. “El 5G permite un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado, lo que posibilita aumentar la capacidad de sensorización. Así, el sensor giroscopio integrado en el smartphone detectará si la persona se ha caído. Si a esto le sumas otros dispositivos que podría llevar (wearables), todos ellos conectados a la red, el especialista recibirá esa información y sabrá qué le ha pasado y podrá realizar un diagnóstico”, apunta Portilla, para quien está dinámica no está tan lejana como parece.
Durante la pandemia, los hospitales cancelaron las operaciones quirúrgicas no relacionadas con el COVID-19 para atender a los enfermos por coronavirus y evitar su propagación. En 2030, algunas de estas intervenciones se hubieran podido acometer con la cirugía en remoto. La pequeña latencia del 5G facilitará el manejo de sistemas robotizados para este fin como nunca. En esa línea de trabajar a distancia, cualquier persona será capaz de realizar unos primeros auxilios –algo conocido como asistencia remota no experta– en la que un especialista asesora en tiempo real a otra.
En diez años, ante una emergencia, las ambulancias medicalizadas permitirán iniciar el proceso de hospitalización directamente en la ambulancia. “Ahora, los médicos de la ambulancia básicamente se comunican por teléfono para dar información y que todo esté preparado en el hospital para cuando llegue. Si una persona sensorizada con wearables va en una ambulancia que está transmitiendo todos esos datos a una gran velocidad por una red muy fiable, se gana tiempo, algo vital con determinadas complicaciones”, comenta Portilla.
En el futuro algunos enfermos ni siquiera deberán ingresar en un centro médico para recibir los cuidados. “El hospital estará conectado y será posible monitorizar las constantes vitales y tener un trato con el paciente en tiempo real como si estuviera el doctor delante”, sostiene Eduard Martin.
El coronavirus, un freno y a la vez un impulso para el despliegue 5G
La pandemia ha supuesto un freno pero también un estímulo para acelerar la implantación de las redes 5G. Antes de esta crisis, el foco para el despliegue se encontraba en los sectores industriales. Actualmente, se orienta más a la calidad de la conectividad para el usuario final, tanto en ciudades como en entornos rurales: “Antes lo focalizábamos mucho en el coche autónomo y conectado, industria 4.0 y sanidad. Ahora, seguramente en asistencia social, apoyo al teletrabajo, a zonas rurales, en educación en línea… Van a ser áreas de negocio donde quizá tiene mucho sentido reforzar el papel del 5G para dotar de buenas comunicaciones a los ciudadanos, algo indispensable”, señala Eduard Martin. Igual de claro lo tiene María Luisa Melo: “La tecnología ha tenido un papel primordial durante la crisis del coronavirus en muchos ámbitos como el teletrabajo, la educación a distancia y la salud. La evolución tecnológica y el desarrollo del 5G van a ser fundamentales en diferentes ámbitos de nuestra vida futura”.
Nadie duda de que las tecnologías 5G han ayudado a la respuesta mundial a la crisis del coronavirus. China continental ha sido el único país que las ha utilizado ampliamente para responder a ella. Y esta experiencia ha demostrado que estas tecnologías son esenciales en el ámbito de la telesalud. A los beneficios sociales, se unen los económicos: un informe de la Comisión Europea estima que el despliegue de 5G solo en los sectores de automoción, salud, transporte y suministro alcanzará los 62,5 millones de euros de impacto directo anual dentro de la UE en 2025.