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ECONOMIA| 07.03.2022

¿Por qué sube la inflación y cómo nos afecta?

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La inflación hace temblar los cimientos de cualquier economía. No es baladí que el estadounidense Milton Friedman, premio Nobel de Economía, la calificara como “el impuesto sin legislación” o que la propia Margaret Thatcher la considerara “la madre del paro y la ladrona invisible de los que han ahorrado”.

La inflación, que ha tocado niveles históricamente altos, hace referencia al coste de la vida y, además, es un barómetro que determina actuaciones con fuertes implicaciones para la economía, que se están agravando todavía más en un entorno de crisis geopolítica como el actual. De ahí este tipo de afirmaciones. Y es que la consecuencia última de una subida de precios es un consumidor que paga más, puede suponer una merma para los resultados empresariales, pero también altera, tal y como se ha visto en las últimas reuniones de los bancos centrales, la política de estímulos, fundamental para que la recuperación no descarrile y para que los países más endeudados sigan pagando bajos intereses por el dinero que toman prestado en los mercados.

En este momento, la tasa de precios se encuentra desbocada a uno y otro lado del Atlántico y, como consecuencia de la Guerra en Ucrania, su tendencia seguirá siendo al alza. Según los últimos datos de Eurostat, la tasa interanual de la zona euro se situó el pasado mes de febrero en el 5,8%, siete décimas por encima de la subida observada en enero, lo que supone el mayor encarecimiento de los precios en la región del euro de toda la serie histórica. En Estados Unidos, por su parte, la Oficina de Estadísticas Laborales informó de que la inflación subió en enero hasta el 7,5%, medio punto por encima de la de diciembre, la más acusada desde 1982. Y en España ha marcado también el 7,4% en febrero, la tasa más alta de los últimos 33 años.

Hasta ahora, estos datos, pese a romper largas series estadísticas, no habían hecho saltar todas las alarmas. Esto se debía a que algunos de los factores que estaban provocando estos repuntes eran puramente coyunturales (además de que se estaba produciendo lo que los estadísticos denominan ‘efecto base’) y, por lo tanto, hacían pensar a muchos expertos que estos niveles podían ser temporales. Pero este pensamiento ha cambiado de forma radical y este bando de economistas se ha quedado casi desierto, como consecuencia de la guerra.

Se empieza a hablar, incluso, de la posibilidad de que llegue la estanflación, es decir, que llegue un escenario de mayor presión de precios y estancamiento económico o incluso de recesión. “El repunte a corto de las materias primas, sumado a nuevas dislocaciones en el transporte global fruto de dinámicas geopolíticas daría como resultado la materialización de un  prolongamiento de los efectos persistentes en la inflación global, alterando las perspectivas de un pico de inflación a lo largo de 2022 y postergando la previsión de unas tasas de inflación contenidas en la banda de los bancos centrales a medio plazo”, añade Gonzalo de Cadenas-Santiago, director ejecutivo de MAPFRE Economics. Funcas, en cuyo panel participa MAPFRE Economics, ya calculaba la semana pasada que los precios se podrían disparar en España un 6,5% de media este año, casi dos puntos más que su previsión pre-conflicto, pero los acontecimientos se están desarrollando a tanta velocidad que quizá esta estimación se haya quedado corta. Si se confirman estos pronósticos, la capacidad de compra de los hogares se vería muy perjudicada y, por tanto, restaría fuelle a la recuperación del consumo privado, con una incidencia muy importante en el crecimiento.

Esta inflación, que originalmente nacía de un shock transitorio en los costes energéticos y de transporte, cambia de forma persistente los precios relativos y presiona para que se puedan dar revisiones nominales como los salarios o precios preestablecidos (por ejemplo, los alquileres). Esto provocaría lo que en los círculos de economía se denomina como “efectos de segunda ronda” y que inician ese poco deseado círculo vicioso de la inflación. “Este hecho y otros motivos hacen pensar que nos enfrentamos a una inflación estructuralmente más alta una vez concluya el repunte actual”, explica De Cadenas-Santiago. No obstante, el propio experto cree que, en un entorno de conflicto como el actual, se tomarán medidas desde el punto de vista regulatorio para que esto ocurra.

El Servicio de Estudios añade que , ya antes del estallido de la guerra, los precios de la energía apuntaban a crecer de manera persistente a lo largo del tiempo, ya sea por la transición verde y la internalización de las externalidades productivas o la búsqueda (siempre deficitaria en sus inicios) de nuevas y costosas, al menos a corto plazo, fuentes energéticas. “Esto es especialmente preocupante en Europa, que tiene una fuerte dependencia tanto energética como de materias primas que posibiliten esa alternativa verde (litio, rodio, tierras raras…), dado que se ve encorsetada por la geopolítica en todos sus puntos cardinales y es presa de compromisos a veces difíciles de justificar (nuclear en Alemania)”, añade. A esto se suma el hecho de que encontramos nuevamente los problemas que se derivan de las cadenas de suministro, que se agravan por la crisis de semiconductores y la elevada dependencia de China.

GRAFICO INFLACION 1

Pero, ¿por qué los precios de la energía son tan determinantes para determinar la evolución de la inflación? Para calcular el IPC, se hace una selección de productos y servicios que se asemejan al consumo de una familia media. La electricidad tiene un peso en la cesta del IPC próximo al 3% y, sin embargo, se ha disparado de tal manera que prácticamente en 2021 fue la responsable de la mitad de toda la inflación; y eso que los nuevos máximos alcanzados por el gas y el petróleo por el efecto del conflicto geopolítico todavía no se han trasladado. En definitiva, estos precios, que están siendo muy volátiles en los últimos meses, pueden determinar decisiones clave que acaba afectar a los ciudadanos de la siguiente manera. A continuación, se incluye una lista de las consecuencias de la subida del coste de la vida:

  • Salarios: como se indicaba anteriormente, una mayor inflación puede llevar a una subida de salarios y, como consecuencia, provocar los temidos efectos de segunda ronda. Esto se puede dar por dos vías. En algunos casos, una subida directa, mediante cláusulas de revisión salarial ligadas al IPC. A su vez, a través de negociaciones colectivas al alza, cuando se negocian las subidas del convenio del año siguiente. No obstante, cabe esperar que se contenga ese efecto ante esta nueva incertidumbre económica generada por el conflicto.
  • Pensiones: en algunos países, como es el caso de España, la subida anual está indexada al IPC, por lo que el cálculo de los precios determina cuánto se revalorizan las prestaciones anualmente. Esta medida, que aparentemente es una buena noticia para el pensionista, provoca que, a su vez, la partida del gasto en pensiones en los presupuestos sea cada vez mayor, pudiendo destinar menos dinero a otros recursos.
  • Alquiler: el IPC también se utiliza como referencia en muchos contratos de alquiler. En función de cómo se incluye esta cláusula, la inflación provoca un impacto importante en el coste de la vivienda para los inquilinos. Dicho eso, en un contexto de crisis internacional como el actual, los gobiernos podrían limitar este fenómeno.
  • Tipos de interés: los bancos centrales tienen como uno de los mandatos principales el control de precios. En el caso del Banco Central Europeo, de hecho, es el principal: “Nuestro trabajo es mantener la estabilidad de precios. Es la mejor contribución que la política monetaria puede hacer al crecimiento económico y a la creación de empleo”, confiesa el BCE. En concreto, su objetivo es una tasa de inflación del 2% a medio plazo. Para ello tiene a su disposición diferentes herramientas, entre ellas, la subida de tipos de interés que, de forma directa, supone un encarecimiento del precio del dinero. “Una inflación más alta en teoría llevaría a un BCE más agresivo. Pero eso no se cumple en este caso. La inflación exclusivamente por energía no se puede combatir con tipos más altos (esto mismo lo dejó claro el Economista Jefe del BCE, Phillip Lane, hace unos días)”, explica Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión.  Esto tiene consecuencias importantes para, por ejemplo, los países más endeudados. Además, llega en un momento en el que precisamente esta deuda ha crecido de forma considerable como consecuencia de la pandemia. Pero, además, presiona a las instituciones monetarias para ir retirando los estímulos monetarios puestos en marcha con las últimas crisis, con consecuencias, a su vez, para los mercados financieros. De nuevo, la incertidumbre económica puede provocar que las instituciones monetarias echen el freno.
  • Cesta de la compra: Por ejemplo, en España, los últimos datos completos del IPC, publicado por el INE reflejan que alimentos y bebidas fueron en diciembre del año pasado un 5% más caros que en el mismo mes de 2020. Nunca antes desde septiembre de 2008 se habían encarecido tanto los alimentos y bebidas no alcohólicas.
  • Ahorro: otro de los grandes riesgos, y como consecuencia de lo anterior, es la pérdida de poder adquisitivo que provoca esa inflación en los ahorros de las personas. Cuando existe inflación, el dinero pierde valor y merma nuestra capacidad de compra.