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ECONOMÍA| 24.01.2024

Mercados energéticos y geopolítica: los principales riesgos para la economía global en 2024

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Este año arranca con un recrudecimiento del conflicto entre Israel y Hamás, iniciado el pasado 7 de octubre, y que ya ha tenido repercusión fuera de sus fronteras: los rebeldes hutíes, próximos a Irán, han atacado a cargueros comerciales, lo que a su vez ha provocado una misión de seguridad ex profeso (no la ya destacada) de Estados Unidos y un amago de respuesta coercitiva por parte de Irán.

Las tensiones en la zona han hecho que resurja un nuevo riesgo para la economía global: los mercados energéticos, tal y como explica MAPFRE Economics en el informe ‘Panorama económico y sectorial 2024: hacia el primer trimestre’, editado por Fundación MAPFRE.

Pese al repunte inicial en los precios de los activos refugio, como el oro y del petróleo, los mercados han vuelto a estabilizarse, incluso con señales por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de nuevas restricciones de oferta. En este contexto, el precio del petróleo se sitúa en este momento en torno a los 78 dólares por barril, y los mercados de futuros descuentan una moderación hacia el rango 75-70 dólares.

Por otra parte, el precio del gas natural, que ya había repuntado en un 20%, hasta los 50 euros por megavatio/hora, no parece tampoco continuar su rally y se mantiene lejos del pico de 2022, cuando llegó a los 292 euros. El estocaje de reservas y la capacidad ampliada de traer gas licuado de Estados Unidos, que no se ve afectado por los problemas de tránsito marítimo, mantienen precios sostenidamente más altos con efectos en la resistencia de la inflación a largo plazo, pero sin proveer repuntes exorbitados como hace dos años.

A nivel general, el contexto de volatilidad social y belicosidad ha alcanzado, a finales de 2023, su cota máxima desde hace varias décadas. Por eso, el entorno geopolítico también supone un riesgo para la economía global, ante la posibilidad real de que el conflicto se extienda a la región y provoque una crisis en Oriente Medio, como la vivida en los años 70 del siglo pasado con la guerra del Yom Kippur.

El apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel suscita dudas sobre la sostenibilidad del apoyo numerario simultáneo a Ucrania que, por otro lado, vive horas bajas en un conflicto que parece haber llegado a un grado de estancamiento. Un reordenamiento de las prioridades del Congreso demócrata o un refuerzo de la visión estadounidense restarían entero al aporte para la causa de Ucrania, con lo que la crisis ahí tendría un final más certero y cercano en el tiempo.

Europa también se ve influida por la situación del Sahel, no solamente porque el golpe de Estado en Níger representa la enésima caída de un gobierno democrático en favor de una junta, sino porque Francia pierde cada vez más peso en la región a favor de Rusia y China, y el acopio de materiales para su industria energética atómica podrían verse comprometidos.

Por otro lado, lo más llamativo del 2024 es quizá que será el año global de las elecciones. Durante los próximos meses, más de 4.000 millones de personas están llamadas a las urnas. Es, por lo tanto, un año “decisivo” por la confluencia de tendencias, las tensiones geopolíticas, el descontento social y los procesos electorales en muchos países no del todo transparentes.

INFORME PANORAMA
MAPA DE RIESGOS GLOBALES

Otros riesgos para la economía

La inflación es otro de los riesgos identificados por el Servicio de Estudios de MAPFRE, aunque lleva en esta lista ya un tiempo. “La moderación a la baja de los datos de inflación global continúa, pero encuentra más resistencia en el camino como resultado de algunas restricciones de oferta”, explica el informe, que insiste en que el freno a la subida de los precios sigue siendo un proceso todavía incompleto y expuesto al riesgo de repuntar.

También habrá que estar pendientes del riesgo financiero y la deuda global, teniendo en cuenta que al final del tercer trimestre de 2023, la deuda agregada mundial alcanzó 307,4 billones de dólares, lo que supone en torno a 333% del PIB mundial.

El efecto continuado de los incrementos de tipos de interés de referencia y su traslación a lo largo de la curva (proporcional a los riesgos soberano-financieros de cada país), en un contexto de menor compensación por parte de los bancos centrales, seguirá presionando los costes de servicio de la deuda de muchos países y, en casos relevantes, esto tendrá un efecto retroalimentación con la deuda corporativa.

Por otra parte, se mantiene la combinación de políticas monetarias más restrictivas y medidas de estímulo gubernamental granulares, que buscan evitar recesiones en Estados Unidos y la Eurozona, incluso en 2024, por lo que la política económica será otro riesgo a vigilar este año.

El incremento de las tasas de interés y el endurecimiento de las condiciones de acceso continúan debilitando el interés en el sector inmobiliario, otra amenaza para la economía global. la transmisión de la política monetaria ya se refleja en la construcción de nuevas viviendas, con notables caídas en países como Alemania (-30%), Francia (-24%) y Estados Unidos (-30% en construcción residencial, -7% en total).

China tiene su problemática particular, ante la tensión-financiera inmobiliaria que vive el país desde hace dos años. El banco central ha relajado la política monetaria para mantener el flujo de crédito, al mismo tiempo que el gobierno anunció un soporte fiscal inesperado de 1 billón de yuanes, aumentando el déficit al 3,8% del PIB.

Por último, pero no por ello menos importante: el cambio climático. Las vulnerabilidades vinculadas al cambio climático se manifiestan principalmente a través de eventos climáticos extremos, que impactan en los precios de los alimentos y en los costos materiales (ciclones, huracanes, inundaciones). Aunque la sociedad necesita intensificar la inversión en la transición energética, existe el riesgo de interrumpir el acceso a energía a precios asequibles, lo que tendría repercusiones en la competitividad, productividad y actividad económica en general.

 

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