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ECONOMÍA| 12.01.2022

¿Por qué medir la confianza del consumidor ayuda a la economía?

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Si la confianza de los consumidores desciende, el mercado puede llegar a sufrir una recesión que puede desembocar en una crisis de consumo y, por lo tanto, económica.

La confianza es importante en todas las facetas de la vida y en uno de los segmentos donde adquiere una mayor relevancia es en el económico, ya que muchas de las decisiones que se toman se hacen teniendo en cuenta la percepción que se tiene de los consumidores.

En el sistema económico actual, las empresas han de buscar siempre el máximo rendimiento y para ello deben ganarse al mayor número de clientes posible. No cabe duda de que la competencia suele ser muy grande, con lo que es importante acertar cuando se toman las decisiones que afectarán al futuro del negocio.

Por lo tanto, no es de extrañar que a partir de la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos comenzaran a medir el índice de confianza de los consumidores.

 

Objetivo de medir la confianza del consumidor

La finalidad de este trabajo concienzudo que debía realizarse cada año se podría catalogar como obvia: si se conoce cómo va a reaccionar cada consumidor, se pueden prever sus movimientos y, por lo tanto, será posible anticiparse a sus necesidades. Con esa información, los negocios cuentan con una estupenda herramienta para planificar,  dado que conocen de antemano cómo será el escenario donde debe jugarse el devenir de la empresa.

Así, cuando el índice de confianza aumenta (hay numerosas metodologías para averiguarlo a lo largo y ancho del planeta), significa que los consumidores se muestran optimistas con respecto a la economía familiar, de modo que tienen pensado gastar más dinero en la adquisición de bienes y servicios. En cambio, si este índice es negativo, el mercado tomará precauciones y se preparará para una caída en las ventas y, por lo tanto, en los ingresos.

Obviamente, cada uno de estos índices va más allá y ofrece apreciaciones más concretas, ya que puede haber sectores en los que se esperen mayores expectativas que en otros. Sin embargo, se ofrece una visión muy completa de cuál es la percepción que los clientes tienen con respecto a sus pretensiones consumistas.

 

En consonancia con lo que sucede alrededor

Como se puede sospechar, todo lo que sucede alrededor de cada consumidor incide en el nivel de confianza que tiene. Sucesos como las recientes crisis económicas o la pandemia de coronavirus han tendido a lastrar la percepción que las personas tienen acerca de sus posibilidades económicas. Es más, los recientes anuncios de subidas en los precios de los bienes de consumo como consecuencia de los problemas en el transporte y en la energía también suponen un lastre para dicha confianza. De hecho, son factores que llevan a los consumidores a ser más cautos a la hora de invertir su dinero. Y es que, en épocas de incertidumbre, la tendencia es no gastar más de lo estrictamente necesario. 

Como cabe esperar, esta reticencia al gasto es un pez que se muerde la cola en un sistema económico como el que rige en la mayor parte del globo, si la confianza en el consumo es menor, las empresas disminuirán su producción. Esto podría repercutir en sus recursos humanos, dando lugar a despidos. Y claro, la noticia de que el desempleo aumenta también es un freno a la confianza del consumidor. 

Ante tal situación, la pregunta que puede quedar en el aire: ¿cómo se recupera esa confianza? Y responder correctamente será clave en los próximos tiempos ya que los recientes estudios de índice de confianza del consumidor han resultado bastante desalentadores. 

Según la Universidad de Michigan, en noviembre se alcanzó el nivel más bajo de los últimos diez años en Estados Unidos a causa de la inflación, la cual reduce la capacidad de compra. “La confianza del consumidor cayó a principios de noviembre a su nivel más bajo en una década debido a una creciente tasa de inflación y el aumento en la creencia entre los consumidores de que aún no se han desarrollado políticas efectivas para reducir el daño de dicha inflación”, concretó Richard Curtin, economista en jefe de encuestas a consumidores de la institución, en unas declaraciones recogidas por el diario mexicano El Economista. 

En un entorno global son los gobiernos y grandes multinacionales los que deben encontrar las estrategias adecuadas para frenar, en la medida de lo posible, una percepción negativa, de manera que la crisis de consumo (que suele ir aparejada a una crisis económica) resulte lo más leve posible.

 

Las empresas y sus clientes

Por otro lado, cuando la situación es complicada, cualquier negocio debe poner su granito de arena para mejorarla. En primer lugar, porque de ese modo la empresa seguirá dando beneficios; y en segundo, porque todo suma cuando se trata de aumentar la confianza de los consumidores.

En estos casos, las empresas han de buscar la fidelización de sus clientes, ya que no hay mayor prueba de confianza que la fidelidad. Por ello, la mayor parte de ellas no solo tratan de mantener contentos a sus compradores más habituales, sino que ponen en marcha iniciativas en las que se premia a los fieles que siguen gastando su dinero incluso cuando la situación no resulta halagüeña. Por su parte, estos consumidores, que pueden haber perdido su confianza en general, siguen manteniéndola en ese negocio que los trata como “uno de los suyos”.

No obstante, esta solo es una de las iniciativas que se suelen llevar a cabo para ganarse la confianza de los consumidores. En ellas se detiene Sandra Sotillo, autora del libro La era de la confianza. Cómo convertirse en una empresa TrustMaker, que recientemente ha lanzado al mercado. En él, Sandra Sotillo explica cómo todas las empresas buscan la confianza de sus clientes, pero a la gran mayoría les cuesta encontrarla.

“Los informes de tendencias apuntan que la única variable constante es el cambio y su velocidad. Sin embargo, es la incertidumbre que produce ese cambio lo que incide en nuestras vidas. Por eso, estamos en la era de la confianza. Una era en la que las personas y empresas que sepan generar confianza contarán con una gran ventaja competitiva. Este cambio de era requiere una ‘nueva manera de hacer negocios’. Requiere transformarse y anticiparse en un contexto marcado por una nueva concepción de éxito empresarial basada en el comportamiento ético y en la generación de valor compartido”, explicaba en una entrevista a la web Soziable.es.

Así pues, la confianza del consumidor se antoja como uno de los factores que pueden acelerar o frenar el motor de la economía.