Apostar por los mayores tras la pandemia: De la crisis a las oportunidades de la longevidad
Fernández Palacios, quien antes de asumir la dirección del CIA fue consejero delegado y vicepresidente de MAPFRE Vida, aspira a un mundo en el que los sénior tengan “la consideración y el protagonismo que merecen y la sociedad necesita, como un grupo activo y participativo en la economía y el voluntariado, y con actitud de disfrutar de ese regalo que supone una vida más larga y saludable”.
Mayores, un puntal de crecimiento económico
“Pocas otras causas serán tan beneficiosas a nivel social”, adelanta. “Y casi ninguna podría comparársele en términos de generación de empleo, nuevas profesiones y prestaciones basadas en una mejor capacitación y excelencia, puntales de un sector económico emergente con enorme impacto futuro”, añade.
Los datos lo avalan: el 55% reside en hogares en el que al menos dos personas aportan ingresos mensuales, un 90% posee su propia vivienda; el 56% tiene capacidad de ahorro y son un verdadero motor turístico, pilar de crecimiento y que, con el tiempo, volverá a normalizarse.
En cuanto a las pautas a futuro, el citado barómetro refleja que, cuando finalice la pandemia, además de en alimentación y bebidas, en ocio, viajes y turismo, incrementarán el consumo en salud, un dato que a juicio de Fernández Palacios “refleja el deseo de disfrutar y recuperar el tiempo perdido, en una actitud de nuevo positiva de este segmento de la población”.
La pandemia, ¿un revulsivo?
La consecuencia inmediata de la crisis ha sido un cierto cambio de actitud en la consideración de los mayores, que vemos reflejado en medios audiovisuales y escritos, en series y en un vehículo tan popular como el cine. “Se trata de consolidarlo, de no volver a las andadas y adoptar las medidas e incentivos necesarios para impulsar el cambio de modelo en la dirección apuntada”, subraya Fernández Palacios. “Confío en que iniciativas como la de MAPFRE con el CIA, y otras de carácter público o privado, contribuyan a hacer realidad lo que hasta ahora son, fundamentalmente, buenas intenciones”.
Contra el estigma ‘edadista’ de las personas mayores
Juan Martín asegura que la edad no debe ser un criterio para determinar qué roles han de tener las personas y, para romper cualquier fórmula de ese tipo, incluida la que “con buena fe” tienda a situarles como un grupo aparte, formula una pregunta sencilla: ¿Qué papeles no pueden desempeñar los mayores de 65 años? Los mayores no deben, ni desean ser motivo de segmentación discriminatoria, ni víctimas de un buenismo infantiloide.
Asignaturas pendientes
Fernández Palacios apela, además, a la necesidad de ofrecer alternativas en el plano individual, que ayuden a la realización y mantenimiento de la autoestima de las personas en un proceso de envejecimiento saludable y activo que les haga sentirse protagonistas en el devenir de la sociedad.
“Mentoring” para un conocimiento fluido
El cambio afecta a todo. Las empresas, como la propia sociedad, tenemos retos enormes. “Conectar innovación y experiencia; en los nuevos modelos empresariales ya todo no depende tan solo de que cada cual tenga una tarea específica que realizar, sino también del ejercicio programado y constante para que la transferencia de conocimientos sea una realidad, los espacios sean abiertos y flexibles, y el conocimiento fluya”, explica el responsable del CENIE.
Según datos de la Organización Mundial del Trabajo, en 2030 un cuarto de la población activa tendrá entre 55 y 64 años en el mundo. Más allá de las limitaciones de ciertos ejercicios profesionales, la edad no está reñida con la productividad. “Innovar no es solo territorio de la juventud, de la misma forma que analizar con juicio y serenidad tampoco es exclusivo de la madurez extendida”, defiende Martín. “Pero lo que sí distingue a ambos extremos del arco etario es el número y condición de las circunstancias vividas, tanto en lo profesional como en lo personal, lo que se transforma en conocimientos, destrezas y habilidades que deben formar parte de la cultura de las empresas y cuya circulación sería muy torpe impedir. Es el momento de convertir semejante patrimonio en un verdadero activo profesional”, insiste.
El mentoring, una práctica habitual en MAPFRE tanto tradicional (impartido por sénior), como inverso (impartido por los más jóvenes) puede ser uno de los caminos más aconsejables. La figura del mentor ha sido históricamente un factor decisivo en el ejercicio del aprendizaje: “Hay saberes que solo se alcanzan con el transcurrir fructífero de los años, con la sabia sedimentación de vivencias personales y colectivas”, reflexiona Martín.
La clásica figura del maestro y el aprendiz cobra ahora un nuevo sentido y según él mismo adelanta, en nuestra contemporaneidad del cambio constante “todos seremos ambas figuras al unísono y de continuo”.
Desde que en 2015 MAPFRE asumió la necesidad de realizar una aproximación positiva al fenómeno del aumento de la longevidad, el Grupo ha venido desarrollando distintas actividades, entre ellas, eventos conjuntos con la escuela de negocios Deusto Business School, centrados en analizar con los protagonistas de industrias y sectores relevantes las oportunidades que ofrece el nuevo entorno socioeconómico marcado por la demografía. Antonio Huertas, presidente de MAPFRE, e Iñaki Ortega, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja y Consejero Asesor del CIA han coescrito La revolución de las canas, donde comparten una visión optimista en torno al concepto ageingnomics sobre las oportunidades del alargamiento de la vida para el mundo. En 2020, se consideró necesario dar continuidad y permanencia a todas estas acciones, precisamente desde una perspectiva sin ánimo de lucro. De ahí surgió la creación del Centro de Investigación Ageingnomics (CIA) bajo el paraguas de Fundación MAPFRE, para fomentar la concienciación del potencial de contribución de la población sénior a la sociedad, mediante la divulgación, la investigación de nuevas vías para el aprovechamiento de dicho potencial y el apoyo a proyectos emprendedores de impacto social.