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ECONOMÍA| 19.05.2022

Cómo ahorrar en un contexto de alta inflación

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La forma más rápida de doblar tu dinero es plegar los billetes y meterlos en el bolsillo“. Esta frase podría ser atribuida a cualquier economista de culto como Irving Fisher (con su teoría de la elección intertemporal) o John Keynes (y la paradoja del ahorro). Sin embargo, Will Rogers, actor americano, acuñó, con tono humorístico, esta oración con la que pretendía concienciar a los estadounidenses acerca de la importancia del ahorro y el valor del dinero en momentos complicados. En el contexto actual, donde la inflación está en niveles no vistos en cuatro décadas (7,4% en la Eurozona; mientras que en Estados Unidos está en el 8,3%), ahorrar puede convertirse en una quimera.

Pero ¿desde cuándo existe el ahorro? Habría que remontarse a la Antigüedad, donde los pueblos incas, chinos o egipcios solían guardar una parte de sus cosechas para hacer frente a las épocas de mayor necesidad. El concepto actual del ahorro tiene, no obstante, su origen en Italia, con la primera Organización del Ahorro de la mano de unos monjes franciscanos que querían proteger los bienes de sus integrantes. Dichos recursos procedían de depósitos, limosnas o ayudas de la Corona. Al no ser suficiente, se empezó a cobrar intereses a los contribuyentes, apuntalando, de esta forma, los primeros cimientos para la creación de los bancos y cajas de ahorros. El resto ya lo conocemos.

A los ahorros le han acompañado desde siempre los fantasmas de la inflación. Según el Banco Central Europeo, existe inflación “cuando se produce un aumento general de los precios, no solo de artículos individuales, que da como resultado que por cada euro puedan adquirirse hoy menos bienes y servicios que ayer”. Como es bien sabido, este reduce el valor del dinero, convirtiéndose en una amenaza constante para los ahorros: por ejemplo, el tipo real (tipo nominal – inflación), actualmente, es negativo, por lo que la capacidad de compra de los ciudadanos se ve mermada. Desde 2021, los problemas en la cadena de suministro y el encarecimiento de la energía y materias primas han empujado al alza el nivel de precios.

El golpe de la inflación sobre los depósitos españoles es especialmente importante por su carácter conservador: según datos del Banco de España, casi un billón de los 2,3 billones de euros que suman la riqueza de las familias en nuestro país se encuentra en depósitos o en efectivo.

Ante problemas, soluciones

Algunos factores mencionados anteriormente, y agravados a raíz de la Guerra en Ucrania, están poniendo en peligro la sostenibilidad de un sistema el cual se estaba recuperando tras la pandemia. Ante un contexto lleno de incertidumbre, el encarecimiento de la cesta de la compra ha empujado a los ciudadanos a buscar alternativas para protegerse de una inflación de la que no se sabe su rumbo para los próximos meses.

En este sentido, existen fórmulas por las que los ahorradores pueden buscar cobijo, evitar que su dinero pierda más valor y encontrar alternativas útiles.

Elaborar un presupuesto para planificar los gastos

El transporte, la electricidad o los alimentos fueron los tres grupos que más se encarecieron en 2021. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 70% del presupuesto de los hogares fueron destinados a costearlos.

Por ello, una de las decisiones más importantes en este contexto es configurar un presupuesto en el que se establezcan unos gastos máximos, controlando las compras que se vayan efectuando a lo largo del mes y, además, posponiendo los eventuales gastos más prescindibles (como la compra de un coche, por ejemplo).

En este sentido, también es importante controlar el gasto de agua y electricidad en los hogares. Para este segundo, es crucial conocer los tramos horarios donde el precio por kW/h es más barato y evitar mayores sorpresas en nuestra factura.

¿Qué es la regla 50-30-20?

En relación con el anterior, existe un método relativamente útil para controlar los gastos y evitar que la inflación de más sustos de lo esperado. Elizabeth Warren, experta en insolvencia de la Universidad de Harvard y senadora de Estados Unidos, mencionó, por primera vez, este mecanismo que ayuda a gestionar la cantidad que debemos destinar a nuestros ahorros y gastos mensuales: 50% para necesidades básicas, 30% para ocio y un 20% para el ahorro.

Comparar precios entre bienes (e incluso entre establecimientos)

El alza en el IPC en los últimos meses no se ha notado únicamente en la electricidad o en el precio del combustible. Las cadenas de supermercado han reflejado el alza en el nivel de precios en la oferta general de productos: según un último informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los precios han subido, de media, un 9,4% en el último año, en niveles similares que marca la inflación en nuestro país (8,4%, tras moderarse 1,4 puntos respecto al mes precedente).

Concretamente, desde que comenzara la pandemia, el aceite de girasol, el aceite de oliva y las pastas alimenticias, entre otros, han sido los productos que más han encarecido la cesta de la compra. Pero, desde el estallido del conflicto en Europa del Este, la factura del supermercado ha sufrido un empujón extra: en apenas unos meses, los anteriormente mencionados han llegado a subir más de un 20%, superando, en el caso de los aceites, el 30%, según el INE.

De cara a la confección de nuestra lista de la compra, es conveniente revisar, uno a uno, los precios de cada producto del supermercado que vayamos a adquirir y comparar entre marcas (apostando, incluso, por las ‘marcas blancas’, cuyo precio suele ser inferior) y cadenas de supermercados.

Comprar alimentos a granel

El incremento del consumo en las últimas décadas se ha convertido en uno de los desafíos más importantes en la lucha contra el cambio climático. De hecho, un estudio elaborado por distintas universidades norteamericanas concluía que el consumismo es culpable del 60% de todas las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Dentro de este grupo, destacan, principalmente, los productos cárnicos (en torno al 60% de los GEI asociados a la producción de alimentos a nivel global) y el sistema alimentario (responsable del 80% de la deforestación actual).

Los problemas en el transporte de mercancías y las disrupciones en la cadena de suministro han generado, como consecuencia, que los consumidores busquen nuevas formas de consumo más baratas y responsables con el medio ambiente.

Los alimentos a granel, en este sentido, cobran cada vez mayor relevancia en las decisiones de los individuos. La compra de productos frescos al peso no solo reduce la huella ecológica (menos envases y menor desperdicio de comida), sino que también es una alternativa más económica que puede dar un respiro a muchas familias.

Pago en efectivo

El pago con tarjeta o, incluso, con el móvil, se ha convertido en una práctica habitual, especialmente entre las nuevas generaciones. Antes de la pandemia, el 87% de los pagos en los puntos de venta se realizaban en efectivo. Más de dos años después, el 79% de la población española usa frecuentemente el sistema de pago electrónico, según la OCU.

Los distintos organismos regulatorios han dado en los últimos años pasos importantes en la lucha contra la economía sumergida, la cual sigue siendo un problema en los países occidentales, especialmente en nuestro país, que afecta al 24% del PIB (frente al 13% de la media europea). Aun así, el Banco Central Europeo explica, en un informe, que el pago en efectivo sigue siendo una opción de pago, “facilitando al comprador el control de su propio gasto”.

Rotación hacia la inversión, ¿Qué alternativas hay?

A principios de 1995, el nivel de inflación se situaba en el 5%, mientras que el tipo de interés de la Deuda Pública española con vencimiento a 5 años estaba por encima del 10%. De esta forma, la cobertura frente al nivel de precios estaba claramente definida. Sin embargo, más de 25 años después, la foto actual es bien distinta: el tipo de interés a 5 años está en el 1,30% y el dato más reciente del IPC es del 8,4%.

Frente al disparado nivel de precios, reenfocar la atención al mundo de la inversión puede convertirse en una alternativa al ahorro. Para Daniel Sancho, jefe de inversiones en MAPFRE Gestión Patrimonial, la única manera de cubrir la inflación es “buscando el servicio de un profesional que asesore y ayude a construir una cartera de fondos diversificada, con una gestión dinámica que se vaya adaptando a los diferentes entornos de mercado y siempre con un objetivo a largo plazo”.

Así, destaca el experto que las empresas donde inviertan los fondos deben ser “negocios sostenibles en el tiempo, con ventajas competitivas, con poder de fijación de precios y que tengan la capacidad de poder trasladar la subida de precios al negocio sin perder beneficios”.

 

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